América

Cincinnati

La doctora que tardó 80 años en burlar a los nazis

En 1938, a la judía Ingeborg Syllm-Rapoport le impidieron presentar su tesis. Ahora a sus 102 años, lo ha logrado

Marginada en EE UU. Tras huir de Alemania llamó a 48 escuelas de medicina y sólo la aceptaron en una
Marginada en EE UU. Tras huir de Alemania llamó a 48 escuelas de medicina y sólo la aceptaron en unalarazon

Tiene 102 años, es pediatra y las conclusiones de su tesis doctoral llevaban casi ocho décadas aguardando a ser expuestas. La doctora Ingeborg Syllm-Rapoport, de madre judía y una de las víctimas del régimen nazi en Alemania, vio la semana pasada cómo se cumplía el sueño de su juventud: el poder exponer la tesis que comenzó en 1937. Este hecho la convierte en la estudiante de Doctorado más anciana del mundo. La Primera Guerra Mundial estalló mientras Ingeborg Rapoport cursaba sus estudios de Medicina en la Universidad de Hamburgo. Llegaron después el régimen nacionalsocialista y las Leyes de Nuremberg. Su tesis ya estaba terminada y aprobada por su profesor en 1938, pero, debido a su ascendencia judía, las leyes del Tercer Reich impidieron que pudiera defenderla ante un tribunal. «Me dijeron que no estaba autorizada a presentarme al examen oral», contó la dama recientemente al «Wall Street Journal». Esas mismas «leyes raciales» del sistema germano de entonces la obligarían a dejar la facultad y huir, sin dinero ni diploma, a Estados Unidos con sus estudios sin acabar. «Fui muy afortunada», reconoció en una de sus entrevistas, pues muchos de sus compatriotas no consiguieron escapar y fueron capturados por los nazis.

Hoy recuerda cómo en Norteamérica las cosas tampoco resultaron sencillas en un principio. No tenía ningún documento que probara sus títulos y tuvo que retomar los estudios de Pediatría durante algunos años. Llamó a la puerta de 48 escuelas de medicina para ser aceptada sólo en una: el Colegio Médico para mujeres de Pensilvania.

Su coraje y perseverancia hicieron que, al cabo de los años, acabase dirigiendo una clínica de pediatría de un hospital de Cincinnati (Ohio). «Tuve mucha suerte y quizá también algo de tenacidad», declaró, con cierta modestia. Pese a las dificultades, la doctora demostró siempre una brillantez en su campo, llegando a recibir un certificado de mérito por sus trabajos en la conservación de la sangre de parte del presidente Truman.

La hoy centenaria dama, a pesar de las dificultades de su juventud, se considera una persona afortunada que logró recomponer su vida en América. Allí conoció a su marido y fue madre de cuatro hijos, aunque hubo de esperar a la caída de Hitler para poder regresar a su país, en los años 50. Instalada nuevamente en Alemania, luchó hasta convertirse en una respetada doctora de Neonatología en el hospital universitario Charité de Berlín y fue la primera persona en Europa en recibir una cátedra en ese campo médico.

En voz alta

En 2015, la vida le pone en bandeja una dulce revancha: el poder contar con el reconocimiento del trabajo que con tanto esfuerzo llevó a cabo 77 años atrás. El pasado 13 de mayo, en su salón de Berlín y acompañada por tres profesores de la propia Universidad de Hamburgo, pudo exponer por fin su tesis en voz alta. Los examinadores declararon haber quedado muy satisfechos con el trabajo de la pediatra. Tanto es así, que la institución celebrará el próximo 9 de junio una ceremonia solemne donde la doctora recibirá su justo título. No ha habido nunca en la historia nadie tan mayor en recibir este diploma. Ingeborg Rapoport arrebatará el privilegio al también alemán de 97 años que aparece en el libro Guiness de los Records como el doctor más longevo.

A muchos puede parecerle sorprendente que, a su edad, haya querido luchar por obtener el título, pero ella afirmó: «Esto tiene que ver con los principios, no con mi persona». Además, se reconoció muy satisfecha de su actuación ante los profesores de la Universidad de Hamburgo. «La Universidad pretendía corregir las cosas del pasado que se hicieron mal y han demostrado una gran paciencia, por lo cual estoy muy agradecida», dijo tras su exposición.

El Decano de la Universidad de Hamburgo, el Doctor Uwe Koch-Gromus, también expresó su parecer: «Con este acto no podemos reparar la injusticia que se cometió tantos años atrás, aunque podemos contribuir a reaccionar contra los capítulos más oscuros de la historia de Alemania desde las universidades».

Hoy la doctora Rapoport se encuentra radiante: «Nunca he estado tan feliz», declaró poco después de la lectura de su tesis. Siente que, aunque con tantos años de retraso, se ha hecho por fin justicia.

Especialista en difteria, la primera causa de muerte infantil

La tesis de la pediatra Ingeborg Rapoport estudia la enfermedad de la difteria, la primera causa de fallecimiento infantil en Europa y Estados Unidos durante los años treinta. Hace mucho tiempo que perdió el original escrito en los años 1937 y 1938, pero su avanzada edad no ha impedido que olvidara las conclusiones a las que llegó entonces. Un reputado doctor, amigo de su hijo, contó su historia a un responsable de la Universidad de Hamburgo y la institución aceptó darle una oportunidad. Sin embargo, habían pasado 77 años y las investigaciones en materia de difteria habían avanzado notablemente. Además, la dañada visión de la doctora Rapoport le impide leer o utilizar el ordenador. «Tuve que ponerme en contacto con mis amigos bioquímicos para que me ayudasen a comprender la situación actual», y añadió: «Ahora sé mucho más sobre la difteria que lo que sabía en aquel momento».