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España, a niveles de la posguerra: más muertes que nacimientos

2015 se cerró con 2.000 fallecimientos más que alumbramientos, lo que no sucedía desde 1939. Los mayores de 65 son un 22% más que los menores de 15

La Razón
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2015 se cerró con 2.000 fallecimientos más que alumbramientos, lo que no sucedía desde 1939. Los mayores de 65 son un 22% más que los menores de 15.

El pasado diciembre el INE ya lo apuntaba. Y ayer, terminó por confirmarse: el anunciado invierno demográfico se ha instaurado en España. Y parece que para quedarse. Aquellos datos del Instituto Nacional de Estadística indicaban que, en el primer semestre de 2015, el número de defunciones superaba al de nacimientos en cerca de 20.000. Ahora, con las cifras anuales, se confirma el saldo vegetativo negativo: 422.276 muertes –un 6,7% más que en 2014– frente a 419.109 alumbramientos –un 2% menos–. Una diferencia de 2.753. Puede parecer pequeña, pero lo cierto es que no existen antecedentes históricos en nuestro país. Al menos desde 1941, año en el que por primera vez se disponen de datos anuales en la serie histórica homogénea. Sólo hay dos posibles antecedentes, presentes en los censos de población con los que trabajan los expertos en demografía: 1939 y 1918. Dos fechas sin duda emblemáticas, pues sus saldos vegetativos estuvieron marcados por el contexto histórico: en la primera, el fin de nuestra Guerra Civil, con 422.345 nacimientos y 472.611 defunciones –una diferencia de -50.266–; en la segunda, la epidemia de gripe, en la que se produjeron 612.637 nacimientos y más de 695.700 defunciones –con una diferencia de -83.000–.

Y es que, lo que antes era una pirámide poblacional ya va tomando la forma de seta. Los datos de los que dispone el INE reflejan que la población mayor de 65 años –8,57 millones de habitantes– es un 22% superior a la menor de 15 años –7,01 millones–. No es de extrañar que, consecuentemente, haya aumentado el número de defunciones hasta alcanzar la cifra más alta desde 1971, si bien es cierto que la tasa bruta de mortalidad, 9,1 por cada mil habitantes, ya se alcanzó en 2003. La esperanza de vida disminuyó dos décimas, a los 82,7 años –85,4 en mujeres, 79,9 en los hombres–. Es el primer descenso de 2005.

«Estas cifras ponen de manifiesto que vivimos en una sociedad cada vez más envejecida. Y a un ritmo cada vez mayor», explica Antonio López Peláez, catedrático de Trabajo Social de la UNED. Por ello, las consecuencias económicas son imprevisibles. «Tenemos que prepararnos para una sociedad de mayores, lo que implica un cambio muy importante en los modelos de vida, en el consumo... Una sociedad de mayores tiene una serie de intereses contrapuestos respecto a una de jóvenes».

Muy lejano parece el año 2008, cuando nacieron 519.779 niños, el máximo en los últimos 30 años. Es cierto que el número de hijos por mujer ha subido una décima respecto a 2014, hasta situarse en 1,33. Pero también que el número de mujeres en edad fértil –de 15 a 49 años– sigue bajando desde 2009, cayendo en 2015 a 419.109. Para dar con una cifra aún más baja hay que remontarse a 2002, con 418.846 madres potenciales. Esta es una de las claves que señala el INE, que encuentra tres motivos al respecto: se trata de un rango de edades formado por generaciones menos numerosas nacidas durante la crisis de natalidad de la década de los ochenta y de la primera mitad de los noventa; ha influido también el menor flujo de inmigración exterior, y, por último, hay que apuntar el mayor número de emigraciones al extranjero.

Así, la «inyección» de natalidad de las inmigrantes se ha quedado pequeño. De hecho, contribuyeron con un 17,8% de los nacimientos, cifra similar a la de 2014. Sin embargo, como señala López, el retraso en la toma de decisión de ser madre está siendo clave en el bajo número de nacimientos. La edad media en los alumbramientos fue de 31,9 años en 2015. Sin embargo, si se extrapolan las madres de nacionalidad española, la edad es de 32,3 años. La base de datos del INE refleja este dato concreto desde 2002; desde entonces al menos, nunca antes las madres españolas habían tenido los hijos tan tarde. Cuanto más tardíos son los nacimientos, menos hijos se tienen.

«La maternidad parece un obstáculo a la hora de mejorar en la carrera profesional, a lo que hay que unir las dificultades en la conciliación. Tener hijo supone para los padres un coste, no una oportunidad para la sociedad», afirma López. Por ello, el experto concluye que «el Estado del Bienestar no es neutral: las políticas de natalidad están situadas en el furgón de cola y éstas son las consecuencias». Con todo, lo que no ha impedido este envejecimiento poblacional es que aumente la nupcialidad: 166.248 matrimonios, un 2,3% más.