Tribunales

Las 101 preguntas a la víctima de Sanfermines

La joven narró lo ocurrido aquella noche durante más de tres horas. Sí se evitó que viera los vídeos de las supuestas agresiones. La defensa está satisfecha y considera que su versión es «insostenible».

Una pareja, que testificó ayer, encontró a la joven madrileña en posición fetal, en estado de shock y sin articular palabra en uno de estos bancos, tras la presunta violación grupal. Ellos fueron los que llamaron al 112
Una pareja, que testificó ayer, encontró a la joven madrileña en posición fetal, en estado de shock y sin articular palabra en uno de estos bancos, tras la presunta violación grupal. Ellos fueron los que llamaron al 112larazon

La joven narró lo ocurrido aquella noche durante más de tres horas. Sí se evitó que viera los vídeos de las supuestas agresiones. La defensa está satisfecha y considera que la versión es «insostenible».

Nunca habían estado tan cerca desde la madrugada del 7 de julio de 2016. El segundo día del juicio a «La Manada», que comenzó el pasado lunes en el Palacio de Justicia de Pamplona, reunió de nuevo a los cinco jóvenes sevillanos y a su supuesta víctima, la madrileña C., a la que presuntamente habrían violado de forma conjunta durante las fiestas de San Fermín. Todos ellos se enfrentan a penas de 22 años y 10 meses de cárcel por agresión sexual, robo con violencia y un delito contra la intimidad.

El juicio, a puerta cerrada y rodeado de férreas medidas de seguridad, comenzó en torno a las 10:00 horas. Al igual que ocurrió el pasado lunes, los acusados llegaron poco después de las 9:00 en un furgón de la Policía Nacional procedentes de la prisión de Pamplona, a apenas un cuarto de hora de los tribunales, y custodiados por un coche patrulla.

Durante estos días los cinco comparten prisión, pero no módulo. Tres de ellos, José Ángel Prenda, Ángel Boza y Jesús Escudero llevan 16 meses en este centro penitenciario y se encuentran en el módulo 3, mientras que Alfonso Jesús Cabezuelo y A.M.G fueron trasladados recientemente procedentes de Madrid. Coincidieron por primera vez los cinco este lunes en el módulo de ingresos para entrar en el furgón que les llevó a los juzgados. Estos días desayunan antes del horario de cocina –alrededor de las 7:30– para acudir al juicio. Fuentes penitenciarias destacan la «gran relación» entre Prenda, Boza y Escudero y el resto de reclusos. También subrayaron que son adictos al gimnasio de la prisión. «Uno de ellos se ha puesto cachas», comentan.

Media hora después llegó la joven en un coche de la Policía municipal, acompañada de sus padres y un familiar, pasando por el cordón de seguridad vigilado por cuatro guardias forales y al menos una decena de medios gráficos, que no pudieron ver a los ocupantes. Todos los vehículos entraron por la puerta del garaje, pero los implicados no se cruzaron. Los miembros de «La Manada» entraron a los calabozos de los tribunales, mientras que ella esperó en una sala. Como será habitual, sólo las partes personadas podrán entrar en la sala 102 de los juzgados, que es donde se están deliberando los hechos. Hay que apuntar que se puede acceder a las salas a través de un ascensor que se encuentra en el garaje, medio que utilizaron tanto la presunta víctima como los acusados para entrar y salir.

Aunque ayer fueron dos los escenarios. La joven había solicitado declarar desde Madrid por videoconferencia, una petición rechazada por la Audiencia Provincial. Sin embargo, y para evitar el contacto visual con los acusados, sí aceptó que declarara en el juzgado sin la presencia de éstos y a través de un circuito cerrado de televisión. Así, antes de que C. entrara en la sala 102, los acusados se retiraron a una contigua, la 101, de menores dimensiones –la principal tiene capacidad para unas 90 personas y en esta otra caben unas 30–, donde permanecieron sentados y custodiados cada uno de ellos por al menos un agente foral. «La Manada» pudo seguir la declaración de C. en un monitor que se encuentra en un lateral de la sala. Del mismo modo, los tres magistrados pudieron ver las reacciones de los sevillanos en otra televisión mientras C. ofrecía su testimonio. No les separaban más de 15 metros de distancia.

Fue un interrogatorio largo, de más de tres horas. La joven permaneció sentada, acompañada a su izquierda por los cuatro miembros de la acusación –la fiscal, su abogado y los letrados del Gobierno de Navarra y del Ayuntamiento de Pamplona, que ejercen la acusación popular– y a su derecha por los tres defensores –un abogado representa a Prenda, Boza y Escudero, mientras que A.M.G, guardia civil, y Cabezuelo, militar, cuentan con sendos representantes–. Respondió a las preguntas de siete partes representadas, superando el centenar de cuestiones en las que tuvo que recordar los hechos ocurridos hace 16 meses: cómo, presuntamente, los cinco la introdujeron a la fuerza en un portal cercano a la Plaza del Castillo y la obligaron a mantener relaciones sexuales. Testigos del interrogatorio afirman que la joven compareció «tranquila». Con todo, las defensas se mostraron ayer «satisfechas». Y es que, según su opinión, «la versión es insostenible». No en vano, los jóvenes se declararon inocentes desde el primer día y mantienen que las relaciones que tuvieron con ella fueron consentidas. Poco antes de las 14:30 horas, la mujer abandonó el edificio en un furgón.

Su declaración tardó unos minutos en producirse. Previamente, la fiscal, Elena Sarasate, había solicitado a los tres magistrados que no se emitiera durante su testimonio ninguno de los seis vídeos –cinco tomados por el móvil de A. M.G y otro grabado en otro dispositivo– que, en conjunto, duran 96 segundos y que vendrían a mostrar lo ocurrido aquella noche en el portal de una céntrica calle pamplonesa: la joven, de acuerdo con la acusación, habría sido obligada a realizar felaciones a los cinco y fue penetrada. La fiscal alegó que la visión de esas imágenes podía herir la sensibilidad de la joven. El tribunal acordó un receso y determinó que podía ver los vídeos, pero sin que hubiera una excesiva exposición a los mismos –por ejemplo, retrocediendo el reproductor para ver con más detenimiento las imágenes–. Sin embargo, ninguna de las partes solicitó que se emitieran durante el testimonio. Así, C. declaró sin tener que ver las imágenes.

En torno a las 14:30 declararon, por espacio de unos 20 minutos, los otros dos testigos citados en la jornada de ayer: la pareja que, sobre las 2:30 horas de la madrugada de aquel 7 de julio hallaron a la mujer en unos bancos situados en la Avenida de Roncesvalles, a muy escasos metros del portal donde sucedieron los hechos. Ambos, hombre y mujer de unos 30 años, se encontraron a C. aquella noche tendida en el banco, en posición fetal y en estado de «shock», incapaz de articular palabra. Para el día de hoy está previsto que ofrezcan su testimonio cuatro agentes de la Policía Municipal y tres de la Policía Foral.

Aceptado el informe de un detective

Uno de los puntos que se trató durante el primer día de juicio fue la admisión a trámite del informe realizado por un detective privado, contratado por uno de los acusados, y que recogería información sobre la vida de la presunta víctima en los días posteriores al suceso. Se trataría del seguimiento que se la hizo durante un fin de semana, que pasó junto a familiares y amigos, así como del material que compartió en las redes sociales. El objetivo de esta prueba sería, según la acusación, indagar en el estado de ánimo de C. poco después de aquella noche y refutar el informe médico que indica que sufrió un estado de «shock» postraumático.