Bilbao

María, primera en recibir la nulidad exprés: «Para mí ha sido una liberación»

El «motu proprio» que publicó Francisco hace un año ha ayudado a muchas parejas a agilizar sus procesos de nulidad, que antes duraban años. La primera sentencia se firmó en Bilbao y se resolvió en sólo dos meses. «Para mí ha sido una liberación», afirma María, la primera en recibir la nulidad. «Gracias a estos procesos sigo creyendo en el matrimonio», dice Alberto, que también ha conseguido disolver su unión con rapidez

Procedimiento abreviado ante el obispo. La diócesis de Bilbao fue la primera en tramitar la nulidad rápida y es una de las que está trabajando con más agilidad en estos procesos
Procedimiento abreviado ante el obispo. La diócesis de Bilbao fue la primera en tramitar la nulidad rápida y es una de las que está trabajando con más agilidad en estos procesoslarazon

El «motu proprio» que publicó Francisco hace un año ha ayudado a muchas parejas a agilizar sus procesos de nulidad, que antes duraban años. La primera sentencia se firmó en Bilbao y se resolvió en sólo dos meses

Uno de los principales intereses de Jorge Bergoglio desde que fue elegido para seguir los pasos de Pedro fue acercar la Iglesia a los fieles, que éstos se sintieran acogidos. Así, poco a poco ha ido haciendo diversas reformas en este sentido. Una de ellas cumple este mes un año: es lo que se conoce coloquialmente como «nulidad exprés» y permite agilizar este proceso que, en muchos casos, se podía alargar hasta más de cinco años y que, ahora, en menos de tres meses se dicta sentencia. La primera que se firmó la rubricó el obispo de Bilbao Mario Iceta y a ella accedió la revista «Vida Nueva» que ahora reproduce LA RAZÓN. En ella se especifica por qué se puede optar por la vía abreviada y es que si las pruebas son lo suficientemente contundentes y ambas partes están de acuerdo en solicitar la nulidad, la agilidad del proceso está prácticamente asegurada.

«Consta la nulidad de este matrimonio por grave defecto de discreción de juicio de una o ambas partes acerca de los derechos y deberes esenciales del mismo». Este es el argumento primordial sobre el que se sustenta la nulidad que recibió la pareja a finales del pasado mes de marzo. En poco más de dos meses, desde que prestaron declaración las dos partes, el Tribunal eclesiástico de Bilbao les concedió la anulación de su matrimonio.

«Para mí ha sido una liberación. Ahora siento que mi conciencia está más libre. Soy dueña de mi vida», afirma María (el nombre es ficticio, ya que prefiere mantener el suyo en el anonimato). Se casó muy joven con el que ella creía que era el hombre de su vida porque llevaban siete años juntos, de noviazgo. Pero lo cierto, y como ahora reconoce ella, «fue un error de las dos partes. Llevábamos una relación larga y era lo que tocaba hacer. Queríamos formalizar la relación y crear una familia», pero el matrimonio no duró ni nueve meses. «Yo estaba convencida del paso que habíamos dado, pero él no. Creo que él se casó sin estar convencido y nos dimos cuenta de que no somos el uno para el otro», reconoce ella.

A María el divorcio le afectó bastante, en un primer momento porque «yo pensaba que me casaba para toda la vida». Y es que este fracaso le hizo a María replantearse su visión del matrimonio: «Dejé de creer en él». Pero haber conseguido la nulidad le ha cambiado esta visión: «Ahora estoy muy feliz con otra persona y ya no descarto que en un futuro podamos casarnos». Gracias «a esta nueva forma de afrontar el proceso, creo que la Iglesia está dando una nueva oportunidad a personas como yo. Estoy muy agradecida a Francisco por esta nueva oportunidad que da a las personas para rehacer su vida».

Y es que, como indica la propia sentencia su objetivo es que «sirva, más que para reavivar el dolor por el fracaso sufrido, para ayudar a los dos a comprender mejor lo sucedido y seguir curando las heridas que todo esto ha dejado, permitiendo a cada uno pasar página y encontrar una mayor felicidad en su nueva vida, con la bendición de Dios». De esta forma, insiste en la necesidad de seguir adelante con sus vidas, «sin buscar culpables».

María y su ex marido no han sido los únicos en recibir la nulidad. LA RAZÓN se ha puesto en contacto con otros matrimonios rotos que también se han beneficiado de esta nueva puerta que les abre la Iglesia. Alberto lleva once años divorciado de la que fuera su esposa. Su relación es cordial, por lo que cuando él le dijo que quería pedir la nulidad del matrimonio, ella no se opuso –clave para optar por el procedimiento abreviado–. «Cuando empecé a tramitar mi proceso sólo podía optar por el sistema tradicional, pero poco después entró en vigor y mi abogada me reorientó para que lleváramos el caso por la vía exprés. Y es que, por una cuestión de tiempos, mi caso se podía alargar dos años y, sin embargo, la he conseguido en 3 meses». Y no sólo eso, como también le ocurrió a María, «ha sido menos costoso» .

¿Por qué optó por la nulidad? «Mi ex mujer no tiene intención de volver a contraer matrimonio; en cambio, la ilusión de mi novia es casarse por la Iglesia. Para ella es muy importante, y por eso decidí dar este paso. Es más, la boda la planificamos para dentro de dos años por la lentitud del proceso tradicional y ahora la vamos a tener que adelantar. Además, gracias a estos procesos yo sigo teniendo mi fe intacta y creo en el sacramento del matrimonio».

El pasado 8 de diciembre entró en vigor el motu proprio «Mitis Iudex Dominus Iesus», una norma, como explica la abogada experta en Derecho Matrimonial, Paloma Roca, «por la que Francisco agilizaba el proceso declarativo de nulidad matrimonial. Esta reforma no ha modificado el Derecho Matrimonial sustantivo canónico pues los motivos de la nulidad del matrimonio siguen siendo los mismos. No puede entenderse como un coladero: la Iglesia defiende con firmeza la indisolubilidad del sacramento y considera que siempre es válido mientras no se demuestre lo contrario», añade.

Lo que más anima a las parejas a pasar por este proceso es «la posibilidad de acceder al proceso más breve que dura alrededor de 2 o 3 meses. Lo resuelve el propio obispo en aquellos casos en que la nulidad es especialmente evidente y ambos cónyuges están de acuerdo en los hechos que se alegan y en los motivos por los que se pide», dice Roca, a cuyo despacho acuden muchas de las parejas que se plantean solicitar la nulidad matrimonial. Con esta nueva fórmula, «no se omite ninguna parte del proceso judicial, pero sí se consigue simplificar la tramitación», añade.