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Una mujer y sus hijos aparecen estrangulados en su casa y el marido muere tras arrojarse por la ventana

La principal hipótesis que explica la muerte de dos niños, su madre y el suicidio del padre en Ciudad Real apunta a la violencia de género

Traslado de unos de los cadáveres hallados en una vivienda de Campo de Criptana (Ciudad Real)
Traslado de unos de los cadáveres hallados en una vivienda de Campo de Criptana (Ciudad Real)larazon

La principal hipótesis que explica la muerte de dos niños, su madre y el suicidio del padre en Ciudad Real apunta a la violencia de género

Eran las nueve de la mañana cuando un vecino de Campo de Criptana, en Ciudad Real, se estremecía al escuchar un golpe seco. Al asomarse por el balcón vio a un hombre en el suelo. Se trataba de su vecino: Manuel Bustamante, que se había precipitado en ropa interior –en calzoncillos y en calcetines– desde un segundo piso. Acto seguido, sin imaginarse la tragedia que había precedido a este acto, llamó al 112. En cuestión de minutos se personaban agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil y de la Policía Local, así como una ambulancia hasta la vivienda situada en la calle Convento número 10. Una vez certificada la muerte, llamaron a la puerta del 2ºD. Y, al no escuchar respuesta ni sonido alguno del interior del inmueble, desde el que sí salía un fuerte olor a gas, los agentes procedieron a forzar la puerta. La imagen del piso era desoladora. En el salón se encontraban los cuerpos sin vida de su mujer, Ana María Rosado, y de los pequeños, de ocho y cinco años, respectivamente. Aunque aún quedan muchos elementos por esclarecerse, desde la Guardia Civil se informó de que la principal hipótesis que se baraja es que se trata presuntamente de un nuevo caso de violencia de género. Misma opinión dieron desde el Ayuntamiento.

Según los datos facilitados a este periódico por fuentes próximas a la investigación, los dos pequeños fueron asfixiados en casa y la mujer habría sido estrangulada. Ahora queda saber si finalmente los niños murieron por inhalar el gas o por otro medio. Un dato que se esclarecerá en las próximas horas cuando concluyan las autopsias y que permitirá saber si los niños fueron asfixiados o no. Tampoco se sabe si el fuerte olor a gas había sido un desgraciado accidente o un acto hecho con intencionalidad.

Desde la Delegación del Gobierno aseguraron que no constan denuncias previas por violencia de género. E incidieron en que, aunque hasta que no concluya la investigación no se puede confirmar que sea violencia de género, lo cierto es que «de nuevo hay víctimas inocentes, probablemente fruto de la barbarie» de esta lacra.

En el pueblo, los vecinos no daban crédito a lo sucedido. Según explicaron en la piscina municipal, donde el marido trabajaba como conserje –una ocupación que se suma el cobro de recibos de la Hermandad San Antón y del Colegio del Pozo Hondo–, Manolo, hijo de un maestro muy querido en el pueblo, era muy cariñoso con sus hijos y también con la mujer. Al menos esa era la apariencia que daba de puertas para afuera. «Ayer mismo estuvo ‘‘Busta’’ con cartulinas ayudando a uno de sus hijos a hacer un trabajo de manualidades sobre poleas». «Es un hombre muy paciente con los niños. Mi propio hijo salía a merendar con él», explicaban sus compañeros, que aseguran que él, que traía a sus hijos los domingos a la piscina, también se mostraba afectuoso con ella.

El ambiente tanto en Campo de Criptana, el pueblo de él y en el que nacieron sus hijos, como Pedro Muñoz, el pueblo de ella y en el que viven sus tres hermanos, estaba revuelto. Aunque varios vecinos del portal donde tuvieron lugar los hechos afirmaron que ella tenía depresión, fuentes próximas al caso negaron estos hechos. «Ella no tenía depresión ni estuvo en tratamiento», inciden las citadas fuentes. Por su parte, Bustamante sufría «tics nerviosos».

En uno de los bares-cafeterías a los que Manolo iba con frecuencia, Coceros, los vecinos explicaron que Bustamante, «que iba prácticamente a diario a tomarse cinco cafés», llevaba unas semanas raro. «No estaba agresivo. Estaba raro, más callado. Creo que llevaba 15 días sin tomarse la medicación para los tics». «Nunca se caía, pero sí se le caían continuamente las llaves al suelo», añade otro vecino, que recuerda que, hace años, a «Busta» le tocaron 16 millones de las antiguas pesetas de la Lotería de Navidad gracias a un décimo que compartió con un amigo. Con ese dinero se compró el chalé adosado donde vivía antes la familia. Lo vendieron y se fueron hace dos meses de alquiler al piso de Convento. Estaban aún amueblando la casa. De hecho, la semana pasada compraron un paragüero.