Criminalidad

«No hay un grupo organizado»

Más de 3.500 vecinos se manifestaron el pasado viernes en Otxarkoaga reclamando más seguridad
Más de 3.500 vecinos se manifestaron el pasado viernes en Otxarkoaga reclamando más seguridadlarazon

Los jóvenes responsables de la muerte de Lucía y Rafael, a los que se sumó ayer un tercero, ingresaron en un centro cerrado de menores.

«La ausencia de un modelo educativo no nos lleva a niños criminales, sino a la desintegración social. Lo primero que habría que saber es si estamos ante un grupo organizado». Esta es, para Javier Elzo, catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto y experto en juventud, la clave de los episodios de violencia cometidos por menores en Bilbao. El último de ellos, supuso la muerta a golpes de un matrimonio de 87 años en Otxarkoaga el pasado jueves, pero poco antes otros menores mataron al ex futbolista Ibon Urrengoetxea, atracaron a dos chicos en el metro y violaron a una joven de 14 años. La Ertzaintza habla de casos aislados. «No hay un grupo organizado. Hemos tenido una serie de delitos protagonizados por menores, pero no existe una banda».

Los vecinos del barrio aseguran sentirse desprotegidos y con miedo, pues, en los últimos meses, ha habido un repunte de delitos. «Ya habíamos advertido a la Policía de que esto podía pasar, pero nunca lo esperamos con tanta agresividad», explica Álvaro Pérez, presidente de la Asociación de Vecinos de Otxarkoaga. «El asesinato de Lucía y Rafael no está relacionado con ninguna organización. Han intentado asociar varios casos, pero no tienen nada que ver». De los alrededor de 300 asesinatos que se registran anualmente en España, en poco más del 2% hay menores involucrados, aunque el impacto social de estos casos suele reabrir el debate sobre el tratamiento penal para los delitos más graves cometidos por delincuentes de hasta 18 años.

¿Qué es lo que ha fallado para que dos menores mataran con saña? «El modelo educativo», sentencia Elzo. «Durante mucho tiempo, ha tenido bastante fuerza un tipo de educación sometida al concepto de autoridad. Bajo el principio de que al niño hay que dejarle que crezca libre, hemos esperado que supiese distinguir entre el bien y el mal y no es así». Esto ha provocado un rechazo a ciertos valores que permiten a los menores ser personas autónomas. «Así, muchos se encuentran al albur de las redes sociales o sus amistades».

Los dos detenidos el pasado domingo –a los que se sumó ayer un tercero de 16 años, vecino de las víctimas e implicado de forma secundaria– tienen 14 años, son de origen marroquí y de etnia gitana y cuentan con un entorno familiar. Sin embargo, la existencia de una figura parental no excluye el problema. «En la cultura marroquí, la autoridad paterna está muy presente, pero aquí encontramos a un chico que no tiene esa referencia, por lo que se desfoga y delinque», continúa Elzo. «En cambio, en algunas familias gitanas, si un menor ve que su padre roba cada día, se educa en esa cultura».

Ambos, recogió Ep, ingresaron ayer en el centro cerrado de menores de Zumarraga (Guipúzcoa), tras declarar ante la Fiscalía de Menores. Al parecer, su único objetivo era el robo, del que ya tienen antecedentes con violencia e intimidación. Aunque todo indica que se llevaron pocas cosas del domicilio. Para estos casos, la Ley de Responsabilidad del Menor establece medidas de internamiento de hasta 10 años para los responsables de delitos especialmente graves, aunque sólo para aquellos que tengan 16 o 17 años, ya que los de 14 o 15 podrán permanecer internados por un periodo máximo de seis años.

«Hemos pasado de padres prepotentes a impotentes. Antes imponían, pero ¿qué ha pasado? Se aplicar el principio ‘‘prohibir lo prohibido’’, dando un salto de un contexto arbitrario a progenitores y profesores que no se atreven a ejercer la autoridad», concluye Elzo.