México

«Pilar fue arrastrada al coche. No le pegaron»

La desaparición de una mujer valenciana en México pone en jaque a las autoridades. Su marido es el único testigo

Raquel Garrido Santamans sostiene una foto de su madre y hermana desparecida en México el pasado 2 de julio
Raquel Garrido Santamans sostiene una foto de su madre y hermana desparecida en México el pasado 2 de juliolarazon

La desaparición de una mujer valenciana en México pone en jaque a las autoridades. Su marido es el único testigo

Anoche, dieciséis días después de su desaparición todavía no había noticias de Pilar Garrido, valenciana de 34 años residente en México. Las autoridades mexicanas y españolas la buscan sin descanso desde entonces en una zona selvática de difícil acceso. Su estatus jurídico, sin embargo, de acuerdo a la Procuradoría General de Justicia de Tamaulipas, es de persona no localizada, ya que mientras nadie pida un rescate por su vida no podrá ser considerado como secuestro.

Lo que ocurrió en esa fatídica tarde del 2 de julio lo relató el marido de la víctima, de nacionalidad mexicana. Él es el único testigo, junto al bebé de ambos, del presunto secuestro. Los tres miembros de la familia regresaban a Ciudad Victoria, donde residen desde hace tres años, después de pasar unos días en la playa.

Eran las 18:00 de la tarde cuando unas obras en la carretera les obligaron a tomar un desvío de la ruta habitual. Al poco tiempo se percataron de que un vehículo les seguía de cerca, cada vez más, hasta que llegaron a bloquearles el paso. Tres hombres armados les encañonaron exigiendo, según cuenta a LA RAZÓN Raquel, hermana de la víctima, que les entregaran el coche y es que la carretera por la que les desviaron «es muy frondosa. En la que cualquier coche se puede esconder sin que te des cuenta», insiste.

Cuando se dispusieron a sacar al niño, de un año, de la parte trasera del vehículo los asaltantes cambiaron de idea y se llevaron a Pilar ante la impotente mirada de su marido. «Una hora después del suceso, su teléfono ya no daba señal. Eso sí, en ningún momento le pegaron», sostiene Raquel.

La familia Garrido, que reside en la localidad valenciana de Massalavés, se enteró de lo ocurrido gracias a una llamada del marido de Pilar. La desaparecida llamaba a Valencia a diario, pero «en esta ocasión llevábamos dos o tres días sin saber de ella», insiste Raquel. Tras conocer los hechos, la Policía Federal mexicana, en consonancia con el Ministerio de Exteriores español, desplegó un dispositivo para intentar dar con su paradero. Más de dos semanas después «todas las líneas de investigación continúan abiertas», ya que nadie ha pedido hasta el momento un rescate por su vida. «Nos han dicho que no hay rastro de ningún cuerpo que, a priori, es una buena noticia», explica la hermana a este diario.

Tamaulipas está considerado como uno de los estados más violentos del país por la guerra interna que viven desde hace años las bandas delictivas en la región. Tanto el cártel del Golfo como los Zetas se disputan su control por la importancia estratégica de su ubicación. En la frontera oriental con Estados Unidos y con 450 kilómetros de costa. Sólo en lo que llevamos de año se han producido más de 300 muertes por homicidio y se han denunciado cerca de 80 secuestros. Además, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Tamaulipas se ha convertido en «una zona de silencio» por el efecto de autocensura que provoca la violencia contra la Prensa.

Al otro lado del charco, la familia Garrido se aferra a un clavo ardiendo. Confían en la labor de las autoridades de ambos países y en que se estén realizando todos los esfuerzos por esclarecer los hechos. Tal es su confianza que todavía no han devuelto los billetes que la familia había reservado para viajar la próxima semana a España. «Ellos vienen mucho de vacaciones. La última vez fue en octubre. Mis padres también van a verles a México», dice Raquel. El marido de la desaparecida prefiere mantenerse al margen. «Ha decidido quitarse las redes sociales y no hablar», aseguran los familiares de la víctima. «Nosotros confiamos mucho en él, es un padre ejemplar con el que hemos convivido», concluye Raquel.