Barcelona

Pilar Garrido: su vida al lado de un criminólogo «celoso y reservado»

Los padres del presunto homicida, junto a la madre de Pilar
Los padres del presunto homicida, junto a la madre de Pilarlarazon

Aparentemente su relación funcionaba. Sin embargo, Jorge «ni se hablaba» con su familia política

De puertas para afuera, Pilar y Jorge eran una pareja normal, con sus amistades, proyectos futuros, con una buena relación entre familias políticas... Sin embargo, de puertas para dentro, su relación distaba de ser idílica. La detención este miércoles del mexicano Jorge Fernández, acusado del asesinato de su mujer, la valenciana Pilar Garrido, en el estado de Tamaulipas, ha puesto sobre la mesa dos versiones opuestas sobre la convivencia entre ambos durante sus 11 años de relación. La familia de Garrido asegura que nunca vio nada que les hiciera presagiar su destino; sin embargo, el círculo de amistades de esta valenciana de 34 años ofrecen una visión mucho más sombría.

Aparentemente, la relación funcionaba, pero en la práctica todo era más complejo. Incluso desde los inicios como pareja, cuando ambos estudiaban de intercambio en Barcelona, las diferencias culturales, la distancia –Fernández pasaba temporadas en México– y la decisión de en qué país vivir fueron poco a poco desgastando el vínculo de una pareja que tenía formas muy diferentes de ver y afrontar la vida. Sus conocidos aseguran que eran una pareja de enamorados, pero que cuando se casaron todo empeoró. «Él es simpático, sonriente... pero tiene un carácter muy fuerte y es bastante dominante», aseguran en el círculo de amistades de la pareja. De hecho, para Pilar siempre fue más sencillo hacer amistades. Sin embargo, Jorge «es una persona de pocos amigos y demasiado celoso», recalcan. No es de extrañar que Pilar, que tampoco escondía su personalidad, «chocara» a menudo con Jorge.

El carácter de la pareja, que compartió 11 años de su vida, no fue el único inconveniente por el que su relación comenzó a naufraguar. La situación económica y laboral lo empeoró todo. Jorge, que se fue a Barcelona para formarse como profesor de Criminología, «nunca consiguió trabajar en España». Desencantado por no encontrar empleo en Valencia, probó suerte de nuevo en México. Aquel primer viaje lo hizo solo. Tiempo después, Pilar viajó hacia el país azteca para reunirse con él.

Antes, residían en el municipio valenciano de Massalavés. El hecho de que la convivencia fuera cada vez más tensa y de que Jorge no encontrara trabajo, no hizo sino que empeorar la situación. A pesar de la gran cantidad de tiempo libre que tenía, la aportación de Jorge a las tareas domésticas era más bien escasa, comentan sus conocidos. Sin embargo, «Pilar siempre fue muy trabajadora. Incluso cuando se vino a vivir definitivamente a Tamaulipas, estuvo realizando varias actividades» para ayudar a la economía familiar. De hecho, dos semanas antes de su supuesta desaparición, Pilar tenía pensado abrir su «propio negocio de cremas». En conclusión: ya con un hijo, «la familia dependía de lo que ella aportaba», confirman.

El pasado viernes, Rosa María Santamans, madre de Pilar Garrido, aseguró que conoce a Jorge y que cree que «es inocente». Sin embargo, la relación del mexicano con su suegra no era precisamente amistosa. Conocidos de la joven asesinada aseguraron a LA RAZÓN que, durante el tiempo que la pareja vivió con la madre de Pilar en Massalavés –los padres están separados–, la relación suegra-yerno era bastante tensa. De hecho, «ni se hablaban». Durante ese periodo de tiempo, que se prolongó durante más de un año de convivencia, la valenciana vivía preocupada porque se encontraba dividida entre su madre y su esposo. Se sentía como si tuviera que elegir un bando.

Jorge tampoco tenía un vínculo muy estrecho con su suegro. Ramón Garrido, padre de Pilar, aseguraba que «la noticia de la detención de mi yerno la esperaba». Aunque no se mostraba nada sorprendido por los hechos, lo cierto es que «nunca sospeché nada» cada vez que su hija le llamaba, unas dos o tres veces al mes. En realidad, el padre de la valenciana apenas tenía relación con el detenido, lo que hizo aumentar sus sospechas cuando saltó la noticia de la desparición de su hija. Ramón no tenía gran conocimiento sobre cómo era Jorge porque «los primeros tres años de casados siempre se iban a vivir donde mi ex mujer, ya que estamos separados y cada uno tiene su casa», por lo que el detenido era más conocido por la madre de Pilar.

Establecidos ya en México, Pilar cambió. No sólo modificó su estilo de vida, sino también su forma de ser. Su estancia de cinco años en Tamaulipas, hizo de ella una persona «reservada» y «precavida», según aseguran conocidos. Sobre todo porque era consciente de la poca seguridad que caracteriza a este estado mexicano. Tamaulipas se encuentra al noreste de México, en la frontera con Estados Unidos y en la ruta del trasiego de la droga. Por este estado corren varias de las principales rutas de tráfico de narcóticos del país, por lo que desde 2010 es disputado con regularidad por los carteles del Golfo y Los Zetas, antes aliados pero ahora rivales por controlar el territorio.

Por esto, a Pilar «nunca le gustó tanto México como España», dicen en su círculo de conocidos. Así, «le tocó acostumbrarse a la vida en Tamaulipas». Una vida que parecía no llenarla. De hecho, «siempre se notó que tras casarse, ella no estaba totalmente enamorada», comentan. Sin embargo, «Pilar tenía carácter» y tal vez en alguna ocasión se impuso a las opiniones de su marido, pero «por amor se cede en muchas cosas». A todo ello hay que sumar que, tal como reconocieron sus amistades mexicanas, los menosprecios, e incluso las agresiones verbales por parte de Jorge –no sólo de forma privada, sino también en público– no cesaron. Quizá, fue todo este cúmulo de factores lo que hizo que Pilar deseara regresar a España. De hecho, en una conversación que mantuvo el 12 de junio de este año con una amiga, mostró su deseo de volver a vivir a nuestro país.

La inseguridad de vivir en un estado azotado por el narcotráfico, el cambio cultural, residir lejos de su familia o «no ejercer su profesión por miedo» –Pilar era periodista, una profesión especialmente arriesgada en un estado con alta criminalidad– pudieron ser las razones por las que Pilar quisiera regresar. El último vuelo que tenía previsto era para el 24 de julio. Un viaje en el que Pilar vendría acompañada del bebé de ambos, que cuenta con un año de edad, como tantas otras veces había hecho en verano, según afirmó Raquel, hermana de la víctima.

Con todo, en redes sociales, supuestos conocidos y allegados de Jorge han saltado en su defensa durante estos días, asegurando que todo es una «absoluta mentira» y que ambos «se amaban profundamente y vivían el uno para el otro con respeto y cariño». Además, el círculo de conocidos del presunto autor del crimen sostiene que «son todo mentiras de un gobierno corrupto» y que Jorge «ha pasado por mucho, es un hombre bueno, honesto y con valores».

En todo caso, los indicios apuntan a Jorge Fernández como principal culpable de su muerte. Las pruebas aportadas por la Policía Federal de México y las incongruencias en sus declaraciones tampoco juegan a su favor.

Su abogado Martín Lozano remarcó que la Procuraduría tiene elementos «muy débiles» para determinar que Jorge es culpable. Especialmente, porque falta por determinar «la causa de la muerte» de Pilar. Además, indicó que las autoridades se basaron en una hipótesis elaborada por una perito en antropología para acusar a Fernández.

Sin embargo, las cámaras de seguridad que sitúan a la entrada de la ciudad al esposo 45 minutos antes de lo que afirmó y el teléfono de la propia Pilar Garrido le incriminan en el asesinato de la española en la ciudad mexicana, por lo que un juez ordenó dos años de prisión preventiva como «medida cautelar».

Por su parte, Adriana González, madre del marido encarcelado, tampoco ha tardado en pronunciarse ante los hechos. Aseguró que su hijo es un chivo expiatorio porque el Gobierno estaba «muy presionado por la prensa internacional».

Además, insistió en que el detenido «es inocente» y pidió a las autoridades del estado mexicano investigar la vinculación del crimen organizado con el asesinato de la valenciana, ya que en Tamaulipas «no hay hechos aislados», aludiendo a los altos niveles de inseguridad y criminalidad que se registran desde hace años en esta región.

La custodia, para la abuela materna

Con su madre, Pilar Garrido, fallecida y su padre, Jorge Fernández, condenado a dos años de prisión preventiva por el asesinato de la valenciana, el bebé de la pareja, que tiene 14 meses de edad, aún no es consciente de los hechos ocurridos en su entorno familiar. Parece que el futuro de la vida del menor está cada vez más cerca de continuar al lado de la familia materna, que ya ha mostrado su deseo de poder ostentar la custodia.

Con el ingreso en prisión de su padre, el pequeño se encuentra bajo el ciudado de Rosa María Santamans, su abuela materna, que ya se desplazó a México cuando llegó la noticia de la supuesta desaparición de su hija. El encargado del despacho de Procuraduría de Atención a Niñas, Niños y Adolescentes en Tamaulipas, Leonel Castillo Torres, informó que se llevará a cabo un juicio para que, de forma legal, la abuela del menor pueda obtener la custodia temporal del bebé.

«Nos informaron de que el niño está en custodia de la abuela materna. Ya en lo sucesivo se hará lo que corresponda para que se elabore la autorización judicial y ejerza ella la custodia legal, Representando al menor a lo largo del procedimiento», aseguraba Castillo Torres al diario «El Universal». Hasta ahora lo único que se maneja es la custodia temporal del bebé pero, según apuntan medios mexicanos, si Fernández no resulta culpable podría solicitar la restitución del niño.

Fuentes de la familia afirmaron este viernes que el lugar óptimo para el bebé es España «por su bien y seguridad», una decisión con la que la familia paterna del menor «está de acuerdo». También afirmaban que su intención no es «quitar al niño a Jorge», que, aseguraban, «es un buen padre». Pensando en el bienestar del menor, la familia Garrido Santamans traerá al bebé a Massalavés a la espera de que todo se resuelva. La familia de la víctima ve este hecho como una rápida solución mientras el padre permanece en prisión. Todos confían en que lo mejor es no romper el vínculo padre-hijo y que, si resulta no ser culpable, «es el padre de mi sobrino y miraremos por el bien del niño», aseguró su hermana Raquel.