Trabajo

Profesionales que conviven con los prejuicios

Ana Rossell Granados
Ana Rossell Granadoslarazon

Estas cinco mujeres cuentan a LA RAZÓN cómo se desenvuelven diariamente en profesiones que están asociadas al género masculino.

Ada Claramunt / Mecánica y empresaria

«Te tiene que gustar, acabas como el carbón»

Hace revisiones, cambios de discos, pastillas, frenos... Comprueba lo que falla: el filtro de partículas, las válvulas. Por sus manos pasan coches y motos, pero también vehículos industriales. «Tiene que gustarte. Acabas negra hasta el carbón. Tocas cualquier cosa y te ensucias. Es una tarea física y yo soy pequeñita. Hay cosas que puedo hacer y cosas que no. Tener las manos pequeñas es una ventaja: a veces tienes que desmontar medio coche para sacar un tornillito», afirma Ada Claramunt. A ella concretamente le apasiona este mundo. No en vano, le viene de familia. El taller Marcel Claramunt, en Igualada (Barcelona), abrió sus puertas en 1922 gracias a su abuelo. Antiguamente en el taller se fabricaban motos y «coches sin carné», hasta que el «600» hizo su aparición en los años sesenta. Cuando era pequeña, Ada jugaba con su bicicleta a lo largo de 450 metros de instalación, mientras que su padre le descubría los secretos de la mecánica. A día de hoy, ella y su hermano Marcel llevan el negocio. Y tienen más planes en mente: una tienda on-line de ropa de moto, una pequeña empresa de mensajería... Su labor ha sido reconocida incluso con la insignia de oro concedida por el gremio de talleres. «Todo el mundo en mi familia ha pasado el tiempo limpiando, midiendo las presiones de las ruedas, mirando niveles», afirma.

Sin embargo, el hecho de haberlo aprendido todo desde niña no se lo puso más fácil. Sobre todo cuando dio sus primeros pasos. Recuerda cuando estudió FP de Mecánica. «Éramos 80 chicos y yo. Los lavabos no tenían ni puerta. Me tuve que posicionar y enseñar los dientes durante los primeros meses. Ahora, mis mejores amigos son de allí. De hecho, a mi marido le conocí cuando él estudiaba Electrónica», afirma. Su esposo, curiosamente, también tiene su propio taller.

Con todo, Ada continúa llevándose alguna que otra sorpresa desagradable. «En ocasiones hay gente que viene al taller y habla directamente con mi hermano. Y cuando me ven, se quedan sorprendidos. Incluso ha habido alguno que no ha querido hablar conmigo. Antes me enfadaba cuando ocurría, pero ahora me río».

Ada, Marcel y otro mecánico pasan en el taller entre ocho y diez horas diarias. Y pese a la dedicación que le profesa, su trabajo no le ha impedido ser madre. Y el negocio, ¿cómo va?. «Vamos haciendo», responde.

Detective privado

«La detective se mimetiza mejor y despierta menos recelos»

Por razones profesionales, prefiere preservar su identidad. No en vano, es detective privado. Es vocal y delegada de la Asociación Nacional de Agencias de Detectives Privados de España (Anadpe) y trabaja en el despacho Detelia Investigación, en León. «Hasta hace muy poco, era un mundo manejado por hombres», afirma. Sin embargo, la presencia femenina ha subido en el mundillo hasta un 30%. «La atribución del valor masculino al detective juega a nuestro favor. No es mejor detective que un hombre ni obtiene mejores resultados, pero cuenta con armas de las que éste carece». Por ejemplo, «la mujer se puede mimetizar en cualquier situación: es más fácil para ella cambiar de apariencia en poco tiempo. Y despierta menos recelos: una mujer puede esperar horas en un coche y nadie se imagina que es un detective». Licenciada en Derecho y Criminología, lo considera «un mundo apasionante, lleno de imaginación, fantasía, misterio... aunque también hay mucha carga de tensión».

Sandra Casco /Jefa de obra

«Tienes que demostrar y luchar un poco más»

Sandra, aparejadora y jefa de obra, se considera afortunada. En su empresa, Construcciones Tomás Gracia S.A., en Sitges, «me dan un apoyo y un valor. Han apostado por mí y en 11 años he crecido mucho a nivel profesional». Y sabe bien que eso no siempre ocurre. No sólo por las diferencias de salarios, que existen. También si quieres ser madre, «que puede ser un hándicap». «Al principio hay que luchar y demostrar un poco más, porque las diferencias salariales también existen. Además, mandas a personas que por edad podrían ser tu padre y te miran como diciendo: ‘‘Viene aquí a decirme lo que tengo que hacer’’». En su casa la apoyaron al 100%, aunque algún conocido le decía aquello de «eso es de chicos, no lo hagas». Y a día de hoy, si su hija quisiera trabajar entre andamios, «la apoyaría en lo que ella elija».

Alicia Calderón /Física del CERN

«Están saliendo muchas físicas de las facultades»

Alicia Calderón fue uno de los españoles que hicieron posible el gran hallazgo científico de lo que va de siglo XXI: el descubrimiento del bosón de Higgs en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) de Ginebra. Trabaja en el detector de partículas CMS desde el año 2000 y, a día de hoy, recopila datos del detector LHC. «Trabajamos en un ambiente en el que el número de hombres nos triplica. Y esto hace que, en ocasiones, y siempre debido a razones muy sutiles, vemos la necesidad de tener que demostrar que somos igualmente válidas, o para transmitir nuestras ideas o hacernos escuchar», afirma la científica. La perspectiva podría cambiar: «De las facultades están saliendo muchas físicas y a día de hoy no hay gran desigualdad en las aulas», asegura. Ahora estrenará directora, Fabiola Gianotti, la primera mujer que dirigirá el CERN. ¿Los tiempos están cambiando? «Sí, pero poco a poco. La falta de balance viene de mucho tiempo atrás. Falta tiempo y trabajo».

Ana Rossell / Futbolista del Atlético Torrejón y empresaria

«Veremos a una mujer entrenando en Primera»

Tenía tres hermanos mayores. Y en casa no había muchas muñecas. Así que no le quedó más remedio que jugar con ellos. Y el balón se le daba especialmente bien. Pocas mujeres como Ana Rossell hacen tanto por fomentar el fútbol femenino en nuestro país. De los 20 a los 25 años estuvo en las filas del Atlético de Madrid, con el que ganó cuatro ligas. A día de hoy juega en el Atlético Torrejón y es directora general de la sección femenina del Canillas. Además, su empresa AR10 es algo más que una escuela en busca de talento femenino. La academia «Soccer Talent Madrid» forma a chicas de entre10 y 15 años. Pero también «tocamos toda la cadena de valor del fútbol femenino, desde el fútbol hasta hasta el profesional», afirma.

Así, ha podido constatar que la situación ha cambiado. Para empezar, el fútbol femenino está hoy más estructurado. Lo ve en su escuela y en el perfil de las chicas. Cada vez hay más clubes con sección femenina, más competiciones... «En mi época las cosas eran más difíciles. Jugábamos niñas de 12 y 13 años con otras más mayores, que a mí me parecían ‘‘señoras’’», dice. Y la sociedad lo veía con otros ojos. «Te tachaban de marimacho, pensaban que era un deporte poco femenino...». Pero afortunadamente contó con la ayuda de su familia. «Era mi pasión y en mi casa me apoyaron. Lo pude compatibilizar con los estudios», afirma. Así, es licenciada en Derecho, máster en Gestión Deportiva y máster en Dirección Deportiva por la Federación Española de Fútbol. También es comentarista, es jurado de los premios Fútbol Draft... «El campo de fútbol se va abriendo a la mujer. Aunque a veces parece que tienes que luchar el triple para conseguir lo mismo que un hombre», confiesa.

Pese a la perspectiva favorable, nuestro país está «a años luz» de otras potencias como Alemania, Inglaterra y EE UU, donde es el deporte de equipo más practicado entre las chicas. «La mayoría de mujeres que viven del fútbol se han ido a jugar fuera de España. Algunas del Barcelona sí que tienen sueldos, pero no son profesionales», asegura. Y es que en nuestro país el fútbol femenino «es amateur, no se considera profesional».

Hablar de una futura liga mixta es una quimera. Sin embargo, ¿por qué no una mujer entrenando en Primera División? Ana ya cuenta con el nivel 2 y espera conseguir el tercero. ¿A ella le gustaría? «¡Claro!», responde sin vacilar. «Creo que veremos a una mujer entrando en Primera», dice. Bien es verdad que el tema del vestuario puede ser más delicado. Sin embargo, «todos los entrenadores que he tenido han sido hombres y nunca ha habido ningún problema. Se llama a la puerta y ya está».