Mascotas

#sacrificiocero: El 20% de los perros adoptados son devueltos

En unos casos, el retorno se produce a las 24 horas, en otros, al año. A Timi y Tamal su familia los llevó a un centro después de siete años.

Timi y Tamal, con una empleada del CIIAM
Timi y Tamal, con una empleada del CIIAMlarazon

En unos casos, el retorno se produce a las 24 horas, en otros, al año. A Timi y Tamal su familia los llevó a un centro después de siete años.

Hace siete años, Timi y Tamal fueron adoptados juntos del Centro Integral de Acogida de Animales de la Comunidad de Madrid (CIIAM) en Colmenar Viejo. Entonces Timi, una podenca, tenía seis años. Tamal, en cambio, era tan sólo un cachorro, por lo que para este pastor alemán su nuevo hogar era el único que había conocido y seguramente pensaría que iba a ser el único. Sin embargo, hace tres meses su dueña, una señora mayor, «los devolvió», explica Almudena Beltrán, coordinadora del CIIAM. La mujer se había roto los dos brazos y su situación familiar ya no era la misma, se había separado de su marido. Y aunque tenía una hija y un cuñado, nadie en la familia podía hacerse cargo de Timi y de Tamal. Hoy, estos perros «son inseparables», afirma Beltrán. Saben que sólo se tienen el uno al otro. De ahí que incluso para hacerles unas fotos nos pidan en el centro no separarlos.

«Es obligatorio que las familias que adoptan animales de compañía en nuestro centro, los devuelvan aquí en caso de hacerlo». Es la única forma que tienen de seguir el rastro y que no acaben de mano en mano. No es el único caso. «Parece que ahora estamos en racha. El otro día una joven vino a dejarnos al perro que había adoptado aquí porque se iba a vivir a Estados Unidos», recuerda Beltrán.

Ejemplos extremos

No se trata de un caso ni de dos. «En la actualidad, aproximadamente el 20 por ciento de las familias que adoptan animales de compañía los devuelve», asegura Matilde Cubillo, presidenta de Justicia Animal.

Razones económicas, separaciones y cambiar de lugar de residencia son algunos de los motivos que alegan. «Por mucho que aconsejas a los futuros dueños siempre hay familias que nos acaban devolviendo a los perros o a los gatos. En unos casos vienen con el animal a los dos o tres días de adoptarlos, en otros, a los cuatro o cinco años, porque los dueños se han separado y ninguno quiere al perro. Demuestran no tener ni una pizca de empatía con un animal que ha formado parte de su familia durante tanto tiempo».

Matilde recuerda el caso de un perro que lo devolvieron tres familias que lo adoptaron. «No era culpa del perro. No se portaba mal ni nada. Tuvo muy mala suerte». En otra ocasión, una familia les devolvió al can al día siguiente. «En 24 horas no puedes saber si se va a adaptar a ti o no, es un acto de irresponsabilidad. Y mira que se les aconseja, pero nada... Por mucho que les expliques o les orientes, hay familias que no contemplan probar primero como casa de acogida, quieren adoptar sí o sí». El caso que más marcó a la presidenta de Justicia Animal fue el de un perro, un setter, que adoptó una pareja joven. «El chico era epiléptico y el perro notaba cuando le iba a dar un ataque y le avisaba. El setter se ponía nervioso y el joven sabía que se tenía que sentar. En uno de esos ataques el chico falleció y su novia vino a devolvernos al perro. No dábamos crédito. Parecía que el animal era muy querido, nos venían a ver... Estuvieron unos cuatro años con el perro». Matilde jamás entenderá este caso. «No nos devolvió al perro porque le recordase a él, era porque se lo quería quitar de encima. Esto pasa mucho en las separaciones. Es impresionante, se deshacen de un animal que ha formado parte de su familia como si fuera un objeto».

En otros casos, piden ir a visitarle los fines de semana, pero reciben una negativa por respuesta. «Cuando un perro es abandonado y está semanas o meses pasando hambre acaba en una protectora el animal va a ir a una jaula –chenil–, pero incluso así le mejoras el nivel de vida. Otra cosa bien distinta es que pasen de una casa en la que viven con una familia que le cuida y le quiere a una jaula. Los animales lo pasan mal, cambian su forma de ser. Se deprimen. Están días sin comer, por lo que ver a sus dueños un día al mes no les va a ayudar».

El objetivo es que el animal se recupere y con suerte que acabe con una familia que esta vez sí les muestra afecto. Y a pesar de lo duro que suena que dejen a los animales que han adoptado, «las asociaciones pedimos que nos los traigan aquí. Eso es mejor que acaben abandonados», afirma Beltrán.

En los centros de las protectoras los acogerán de nuevo, pero sólo si son adoptados. «En el caso de los comprados sólo se hace en casos de fuerza mayor, como un fallecimiento, una alergia (al pelo del animal), o en casos de violencia de género, en los que la mujer vaya a ir a un centro de acogida y no quiera dejar al perro con su maltratador», explica Matilde.