Enfermedades

Salir de 15 años en coma profundo con estimulación nerviosa

Científicos franceses logran que un hombre de 35 años en estado vegetativo muestre señales de consciencia mediante una intervención en el nervio vago, un tratamiento usado para la epilepsia y la depresión

Tras sufrir un accidente en 2008, este francés de 41 años permanece en coma. Su familia lucha para que no lo desconecten en contra de la recomendación médica. El caso llegó a la Corte Europea de Derechos Humanos que dio la razón a los médicos, pero la lucha de sus parientes continúa
Tras sufrir un accidente en 2008, este francés de 41 años permanece en coma. Su familia lucha para que no lo desconecten en contra de la recomendación médica. El caso llegó a la Corte Europea de Derechos Humanos que dio la razón a los médicos, pero la lucha de sus parientes continúalarazon

Científicos franceses logran que un hombre de 35 años en estado vegetativo muestre señales de consciencia mediante una intervención en el nervio vago, un tratamiento usado para la epilepsia y la depresión.

Un hombre de 35 años, que llevaba 15 en estado vegetativo tras un accidente de tráfico, ha vuelto a mostrar señales de consciencia. Lo ha hecho después de ser sometido a una operación de estimulación artificial del nervio vago a pesar de que nadie apostaba por el resultado de la intervención. Hasta ahora se ha asumido que la pérdida de consciencia que supera un año de duración es irreversible. El caso de este varón, publicado ayer en la revista «Current Biology», puede suponer un cambio de paradigma radical en el tratamiento del coma profundo.

El estado vegetativo o coma irreversible supone una pérdida de la capacidad de consciencia producida por daños en el córtex, el tallo cerebral, el tálamo o la materia blanca. Hay un enorme consenso médico en que este estado significa que se han perdido las conexiones entre las diferentes áreas del córtex o entre el córtex y el tálamo. En otras palabras, se han cortado los cables que suministran la señal consciente al cerebro.

Aun así, en algunos casos, pacientes que han entrado en este estado pueden recuperarse espontáneamente, sobre todo en los primeros días o meses después del trauma. Aquellos que han logrado salir del trance lo han hecho tras experimentar un aumento espontáneo de la actividad tálamo-cortical. Es como si esa vía de conexión pudiera reactivar el resto de las conexiones. Por desgracia, cuanto más tiempo se pasa en coma más difícil resulta que se produzcan estas reparaciones espontáneas. Cerca del año, las probabilidades de recuperación son realmente débiles. 15 años después de la pérdida, no hay casos conocidos de mejora.

La vía de conexión entre el tálamo y el córtex está relacionada con la actividad de varios nervios. Uno de ellos es especialmente importante: el nervio vago. Esta conexión une varias partes del cerebro con diferentes miembros del cuerpo, entre ellos el estómago. De manera que es un nervio realmente vital, ya que no solo está implicado en funciones corporales básicas (como la sensibilidad del oído, el olfato, la movilidad de la laringe o la actividad parasimpática del sistema digestivo) sino que es responsable, en parte, de que estemos alerta. Desde hace mucho se viene investigando en esta última responsabilidad. ¿Hasta qué punto el nervio vago es pieza clave en nuestra consciencia, en nuestra capacidad de estar despiertos y ser conscientes del mundo que nos rodea?

Para responder a esta pregunta, científicos del Instituto de Ciencias Cognitivas de Lyon, buscaron un caso extremo de desconexión tálamo-cortical, el de un hombre postrado sin actividad neuronal desde hace 15 años. Si en un caso así eran capaces de provocar algún tipo de mejora, sería evidente que el azar o la capacidad espontánea del cuerpo habrían tenido poco que ver. Este tratamiento ya se había probado para la epilepsia y la depresión.

Se le introdujo en el pecho un electrodo que estimula el nervio vago a su paso por esa zona del organismo. Después de un mes de tratamiento, la atención del paciente, la capacidad de movimiento y la actividad cerebral del enfermo mostraron leves signos de mejoría.

El hombre comenzó a responder a instrucciones que antes eran absolutamente ignoradas. Por ejemplo, podía seguir un objeto con la mirada y girar la cabeza cuando se le pedía. La madre del paciente aseguró que había visto a su hijo responder con consciencia cuando su terapeuta le leía un libro en voz alta.

Otros signos fueron igualmente sorprendentes. Por ejemplo, el paciente parecía asustarse y abrir los ojos bruscamente si alguien acercaba repentinamente su rostro en señal amenazante. Dicho de otro modo, la estimulación artificial había logrado que el enfermo pasara de estado de coma vegetativo a un estado de mínima consciencia.

La diferencia clínica entre un estado y otro suele diagnosticarse mediante el uso de encefalografía. Las señales Theta del electroencefalograma del paciente también reflejaron una mayor actividad.

Por último, el escáner PET mostró mayor consumo de energía en zonas corticales y subcorticales del cerebro. La mente de este hombre estaba empezando a despertarse.

Los expertos ahora están tratando de diseñar experimentos más ambiciosos que permitan conocer si la estimulación del nervio vago será una estrategia reproducible en otros pacientes. De momento, los resultados de este trabajo permiten, al menos, decir algo nuevo sobre el estado de coma: por mucho que pase el tiempo, el estado vegetativo no ha dicho su última palabra.