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Sanfermines: «No me toques»

Son días de diversión y de «ligue», pero también de exceso de alcohol y de relaciones no consentidas. LA RAZÓN vive en primera persona unas fiestas en las que el «no es no» ha pasado a ser un lema, sobre todo tras los tristes sucesos del año pasado.

Una joven tapa la boca a un chico que la intenta besar durante el segundo día de las fiestas de San Fermín
Una joven tapa la boca a un chico que la intenta besar durante el segundo día de las fiestas de San Fermínlarazon

Son días de diversión y de «ligue», pero también de exceso de alcohol y de relaciones no consentidas. LA RAZÓN vive en primera persona unas fiestas en las que el «no es no» ha pasado a ser un lema, sobre todo tras los tristes sucesos del año pasado.

Oímos un ruido detrás. Al girarnos vemos a dos mujeres, una de ellas le da un golpetazo y un empujón a un joven de unos 25 años al que le llama «cabrón». Mientras, la amiga dice que «le ha tocado las tetas», a modo de defensa ante las miradas de los que nos hemos dado la vuelta sin haber visto lo sucedido. Las mujeres se van. Él tiene una media sonrisa en su boca de la que deja salir la lengua. Es la segunda noche de Sanfermines. Decidimos seguirle la pista. Entre tantos mozos de blanco con pañuelo rojo, tememos perderle de vista. La gran cantidad de alcohol que ha ingerido nos ayuda a seguirle. Lo único que hace es dar vueltas por una misma zona de la Plaza del Castillo. A cada rato se para con un grupo de mujeres. A unas las toca las manos, a otras la cabeza. Se acerca a un grupo de chicas que están en un bar. A priori, cae en gracia y logra arrancar un baile a una mujer de cabello moreno de unos 40 años. Tras el restregón a ritmo de la música, se acerca a otra joven, rubia de pelo liso. Durante unos segundos se comporta correctamente hasta que sube una mano y, como quien no quiere la cosa, se la aproxima al pecho. Al instante la chica se va. Él sigue su ronda, a unas les toca la cadera, a otras el pelo, a otras les saluda... No hace diferencias por edad, color de pelo o altura, y no le importa que estén acompañadas por sus novios. Da la sensación de que, para él, las mujeres somos ganado. Lo que no alcanzo a entender es cómo, con lo borracho que va, diferencia a una mujer de un hombre. A medida que transcurren los minutos, el exceso de alcohol le hace perder «fuelle».

Le dejamos allí. Resulta difícil intentar dar dos pasos por el casco viejo sin rozarse. Y eso que la noche del sábado, cuando se espera que venga aún más gente, apenas ha comenzado. La ciudad está inundada de mensajes contra las agresiones sexistas para dejar claro que el exceso de alcohol, la sensación de anonimato entre tanta gente, el roce inevitable o la conversación con desconocidos no sirven de excusa para agredir a una mujer. Algo a lo que algunos siguen haciendo oídos sordos. Durante las primeras 48 horas de los Sanfermines se denunciaron tres abusos sexuales por tocamientos y se detuvo a una persona. En concreto, durante la noche del «Chupinazo», agentes de la Policía Foral de Navarra fuera de servicio vieron cómo un hombre tocaba el trasero a una mujer en un bar próximo a la Plaza de Toros. Tras un primer aviso, el sujeto, de 34 años y de Barcelona, volvió a las andadas. Así que los agentes le sacaron del local. Acto seguido, el individuo regresó con las mismas intenciones. Por estos hechos, ha sido condenado con 2.880 euros de multa y a pagar 500 euros a la víctima, y ahora tiene antecedentes. Pero aunque hubo tres denuncias, las imágenes demuestran que fueron más. Si durante el «Chupinazo» una mujer que estaba a hombros de un amigo tuvo que bajarse porque un chico intentaba levantarle la camiseta, horas después, un hombre intentaba besar a una mujer, que rápidamente se ponía la mano en la boca para zafarse.

Pero aunque algunos siguen sin querer tener claro que una cosa es ligar y otra acosar, lo cierto es que el mensaje contra las agresiones empieza a calar. «Venimos de México», nos cuenta un grupo de chicas de 18 años. Desconocen la presunta violación grupal de los pasados Sanfermines. «Este año está más tranquilo. Ningún chico nos ha intentado besar ni tocar». Al instante, otra joven cae en la cuenta de que, por eso, «recién ahorita fuimos tres a comprar un jugo y la señora nos dijo que no nos separáramos por lo sucedido el año pasado». La víctima tenía la misma edad que ellas cuando sucedieron los hechos. Aunque la edad no importa: en los pasados Sanfermines, en las 20 denuncias –19 de mujeres y una de un hombre– contra la libertad sexual, las víctimas tenían entre 15 y 65 años. Los autores, entre 18 y 69 años.

Pero no son sólo ellas las que tienen claro que «no» es «no». «Ayer escuché lo de la violación de 2016. Es estúpido, no se puede hacer eso. No hemos visto ningún comportamiento violento hacia las mujeres, sólo una pelea entre chicos. Para toda la gente que hay aquí, el ambiente es muy normal», afirma Erik, de 19 años. Le preguntamos a él y a sus dos amigos, todos de México, si creen que se puede tocar a una chica que se levanta la camiseta. La respuesta es instantánea. «No. Es un poco aventado que una mujer haga eso, pero no es razón por la que le puedes tocar o hacer algo», dice Erik.

«Ahora hay más concienciación. Siempre hay alguno que te dice guarradas. Nuestros padres nos dicen que tengamos cuidado con la bebida y que no volvamos solas», dicen dos pamplonicas de 17 años de la cuadrilla La Kaseta. «Son unos inútiles los que hacen eso. La fiesta hay que pasarla todos juntos», añade su amigo.

Callejeando llegamos a la Navarrería, donde dos carteles colgados desde los balcones hacen alusión a estas agresiones. En ese momento, dos jóvenes de 30 y 31 años hablan de Nagore, violada y asesinada en los Sanfermines de 2008. «La publicidad para concienciar me parece bien porque es la única forma de luchar contra estos actos. Pero por otro lado, también puede haber gente que venga a eso por tanta publicidad que se le está dando», afirma Jong. «Las agresiones y abusos han ocurrido siempre, me parece bien que ahora lo saquen a la luz», dice Irene, que reconoce que tiene cierto «miedo».

A unos metros hay un grupo de australianos. Están en pleno subidón por las fiestas. Uno de ellos toma un trago de sangría y pasa parte del líquido no ingerido a una mujer, ella a otro hombre, éste a otro y, así, hasta que nada de sangría queda en alguna de esas bocas. Kimberlea nos cuenta que es la segunda vez que viene, para su amiga Chelsea es la tercera. «El año pasado me quitaron la camiseta, este año no». Les dejamos que disfruten de la fiesta sin saber cómo van a terminar a tenor de la hora qué es, del ritmo al que beben y del estado en el que están.

El extravío de una cosa nos lleva a conocer a un joven que nos deja ver los fuegos artificiales desde el balcón. Tras invitarnos a un vino casero, le preguntamos su opinión sobre las agresiones. No es un tema que le agrade. Cree que tanta información al respecto hace que la gente piense que Sanfermines es sinónimo de violaciones. «No es así. La violación de ‘‘La Manada’’ fue un hecho brutal, pero Sanfermines es otra cosa. Llevo viniendo desde hace años y nunca he visto ni una agresión, ni que un hombre acose a una mujer. Por cierto, hoy a mí me han tocado el culo unas chicas. Navarra es un matriarcado. Se respeta a las mujeres». Le digo que ahora se denuncia más gracias al esfuerzo por concienciar contra estos hechos. Parece que esto le convence. Aunque realmente, no sé quién ha convencido a quién, porque lo cierto es que, al menos conmigo, los fiesteros fueron educados. Si te pedían fuego, lo hacían por favor y, a pesar del gentío, me avisaron de que se acercaba un escalón. Jamás en una fiesta tan multitudinaria, y tras la violación perpetrada por «La Manada», habría pensado que sería así: sólo uno me llamó «gafotas», otro me sopló y otro, de lo perjudicado que iba, vino hacia a mí y me «hipó» en la cara. Y es que este año, parece que algo está cambiando, aunque aún quede un largo camino por recorrer. Pero, como explican desde la Policía Foral, «aún hay que esperar para mostrarse optimistas. No se sabe cuándo se puede liar».