Espacio

¿Preparados para Marte?

La misión Un Año en el Espacio de la NASA busca responder a incógnitas que se presentarán en el futuro viaje a nuestro vecino planetario. Estas son las tecnologías que están probando

Imagen de la aurora roja captada por Kelly desde la Estación Espacial Internacional
Imagen de la aurora roja captada por Kelly desde la Estación Espacial Internacionallarazon

Cuando el astronauta Scott Kelly, de la NASA, y Mikhail Kornienko, de la Agencia Espacial de la Federación Rusa (Roscosmos) despegaron rumbo a la Estación Espacial Internacional el 27 de marzo pasado, fueron pocos los titulares que obtuvieron. Para la NASA sería la misión más larga de un astronauta a tiempo completo. No así para los rusos, que ya tenían experiencia previa: Valeri Poliakov pasó 14 meses en la estación MIR entre 1995 y 1996.

Pero una imagen tomada recientemente por Kelly de una aurora roja ha obtenido en pocas horas más de 5.000 «likes» en Twitter y ahora todos saben que están allí. El objetivo principal de la misión es probar qué ocurre cuando el cuerpo humano es sometido a un entorno de baja gravedad durante un lapso prolongado de tiempo. Todo esto de cara a la misión a Marte.

Durante el viaje al planeta rojo, de unos 36 meses, los astronautas experimentarán diversos efectos en cuerpo y mente: pérdida de peso, de masa muscular y ósea, altos niveles de radiación y CO2, ciclos diurnos y nocturnos muy diferentes y cambiantes, estrés... Todo esto y más es lo que la NASA pretende resolver para la primera misión interplanetaria con humanos. Por ejemplo, han creado una batería de 10 pruebas que Kelly y Kornienko responderán casi a diario. En ella se busca testar la comprensión, memoria, atención y razonamiento. Los resultados permitirán desarrollar un software para conocer el estado mental de los cosmonautas del futuro y reaccionar rápidamente cuando existan cambios.

Para comprobar sus ciclos de sueños, ambos viajeros llevan un reloj especial, un Actiwatch Spectrum que registra su actividad y la luz ambiente en la que se encuentran. El dispositivo permite medir la cantidad y calidad de sueño y así predecir los ritmos circadianos y adaptar las tareas a éste en las misiones de larga duración.

También cuentan con un experimento bautizado «Neuromapping», mapeo cerebral, que permitirá saber si las estadías prolongadas en el espacio provocan algún cambio en la estructura cerebral, en su función o en las habilidades cognitivas y motoras. Para ello se utilizaron Imágenes de Resonancia Magnética (MRI) antes del viaje y al regreso. Pero en este campo cuentan con una ayuda inestimable y extraordinaria: Scott Kelly tiene un hermano gemelo, Mark, que también ha sido astronauta. Gracias a él se podrá realizar un estudio comparativo que de otro modo hubiera sido imposible.

Otro dispositivo que servirá para evaluar a los habitantes de la ISS es el Reaction Self-Test, un «gadget» portátil que determinará el nivel de fatiga a lo largo de diferentes pruebas.

Por otro lado, la NASA está trabajando en un área que para los astronautas resulta de vital importancia: la comida. La idea es evitar llevar toneladas y toneladas de comida y reducir un poco el peso, pero drásticamente el espacio, enviando una impresora 3D. Para ello han contratado a una consultora de Austin, Texas, con el objetivo de que realice una prueba de 6 meses en las que se evalúe la estabilidad de los nutrientes, el sabor, la variedad y hasta los desechos que se consiguen con esta tecnología.

Al mismo tiempo, las impresoras 3D están siendo sometidas a diferentes ensayos para ver su capacidad de imprimir herramientas, piezas de repuesto, etc., en un entorno de gravedad cero y a distintas temperaturas, ya que en la Tierra las impresoras 3D trabajan con filamentos (de plástico, metal u otro material) calientes, pero en la ISS se debe hacer con temperaturas más bajas. A finales del año pasado ya se consiguió imprimir la primera llave de trinquete en el espacio y lo que ahora se busca es optimizar el proceso.

Otro aspecto fundamental es desarrollar mejoras en los métodos de recuperación de oxígeno, tanto en las naves como en los trajes espaciales, algo que la NASA reconoce fundamental para realizar viajes a Marte y más allá. Para ello ha encomendado estudios a la Universidad Tecnológica de Arlington, con el desafío de que obtengan un porcentaje de recuperación de oxígeno de al menos un 75%.

¿Y qué ocurre con el combustible? Un grupo de científicos de la NASA ha dado con una idea asombrosa: obtenerlo de la Luna. Allí, la capa superficial, compuesta por diversos materiales, se conoce como regolito. Entre ellos habría una gran abundancia de helio-3, que se utiliza como combustible en los reactores nucleares en nuestro planeta.

En la ISS, los atronautas aprovecharán su tiempo, el poco que les quede libre después de todas las pruebas a las que serán sometidos, para realizar experimentos. Se calcula que una estancia de seis meses permite llevar a cabo unos 200 experimentos. Kelly y Kornienko planean realizar al menos 300.

Pero hay dos áreas que no se probarán todavía. Una es la evaluación de los diferentes sistemas de aterrizaje en el planeta rojo, una de las causas más probables de desastre en una misión marciana. Y la otra es el traje. De este último, quien más experiencia tiene es Dava Newman, 15 años diseñando trajes espaciales con tanta precisión que Obama la ha nombrado la segunda de a bordo de la NASA. Para Newman los trajes deberían ser como una segunda piel. Tejidos con memoria que incorporen funciones como control térmico, producción de energía y hasta fotosíntesis artificial. De hecho, hasta podrían imprimirse directamente en Marte con una impresora 3D, algo necesario si la colonia marciana se convierte en permanente y la familia se amplía.