Marcha del 22-M

Un 66% más de bebés para evitar el invierno demográfico

Un 66% más de bebés para evitar el invierno demográfico
Un 66% más de bebés para evitar el invierno demográficolarazon

Hasta 2028 nacerán 5,1 millones de niños, un 24% menos que en los 15 años anteriores. El aborto ocasiona un 40% del «déficit» de nacimientos que España necesita.

Que España está inmersa en el proceso conocido como invierno demográfico es un hecho. Las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE) son claras: en 2015, el número de defunciones superará al de nacimientos en España. Así, entre 2014 y 2028 nacerán 5,1 millones de niños, alrededor de un 24% menos que en los 15 años anteriores; en el mismo periodo, se registrarán más de seis millones de defunciones, un 7,1% más que en los tres últimos lustros. ¿Los motivos? Desciende el número de mujeres en edad fértil, mientras que las muertes seguirán aumentando debido al envejecimiento poblacional. Al problema demográfico le sucede otro económico: ¿puede un país en esta situación afrontar cuestiones como el pago de pensiones o los cuidados sanitarios? Ante este panorama, la Fundación Renacimiento Demográfico estima que nuestro país necesitaría alrededor de un 66% más de nacimientos, en torno a 283.000, para evitar el invierno demográfico.

Su director y fundador, Alejandro Macarrón, autor del libro «El suicidio demográfico», explica a LA RAZÓN que la clave estaría en lograr la tasa de 2,1 hijos por mujer que se necesitaría para lograr un «reemplazo generacional y que la población no decrezca». Y es que, «desde hace décadas, la tasa de natalidad en España oscila entre 1,2 y 1,4 hijos», añade. El experto basa sus cálculos en el año 2013. Entonces, en España nacieron alrededor de 425.000 niños; sin embargo, «deberían haber nacido 721.000 para cumplir con la tasa de reposición» de 2,1 hijos por mujer. De esta forma, «faltaron» 283.000 para lograr un equilibrio, afirman en la fundación, desde cuya web –renacimientodemografico.org– recaban donaciones para llevar a cabo sus estudios sobre población.

El aborto también juega un papel clave a la hora de frenar el crecimiento demográfico. Un ejemplo lo tenemos en el año 2012, último año sobre el que existen estadísticas sobre la interrupción del embarazo. Entonces, se produjeron 110.349 abortos de mujeres residentes en España. Teniendo en cuenta el número de nacimientos, los abortos equivaldrían al 41% de los niños «necesarios para lograr el reemplazo generacional. Es un cálculo teórico, pero ilustra el efecto que tiene sobre la natalidad», añade.

En este sentido, tampoco hay que olvidar que el número de abortos acumulados ha supuesto dos millones menos de personas desde que la práctica fue legalizada en España. Por eso, considera que «no tiene sentido que la Administración fomente el aborto a través de la sanidad pública y lo incluya en la cartera de servicios sanitarios».

Pero ¿cuáles serán las consecuencias de esta situación? «Si no nacen niños suficientes, tendemos a una sociedad muy envejecida, porque la longevidad seguirá aumentando. Así, tendremos más jubilados, pero con menos población activa. Y a largo plazo, perderíamos población», afirma Macarrón.

A esta situación hay que añadir que «uno de los impulsores del crecimiento económico y la prosperidad siempre ha sido el hecho de que haya más población y más joven. De lo contrario, entramos en un círculo contrario, en una espiral depresiva», añade.

No en vano, la economía depende de que exista una demanda. Un ejemplo es el mercado inmobiliario. La edad media a la que los españoles adquieren su primera vivienda se sitúa en torno a los 35 años. Si esta generación decrece y la demanda se frena, las consecuencias pueden ser fatales. Y así podría ser, de seguir todo igual en los próximos 30 años y de no producirse migraciones netas, ni positivas ni negativas: «La generación de españoles de 15 a 44 años será un 40% menos numerosa que la actual», apunta el experto. En los próximos 60 años, será un 64% menor. Y la de dentro de un siglo, se verá reducida en un 80%. Y así progresivamente. Para salir de la situación, se debe recurrir «o a más nacimientos o a más inmigración. Sin embargo, en épocas de crisis, la inmigración disminuye».

Mientras, las consecuencias de tener una población más envejecida acarrean a su vez otras secuelas. Por ejemplo: ¿quién pagará las pensiones del mañana de seguir esta tendencia? «A día de hoy, por cada pensionista, hay 1,8 personas en edad activa», subraya Macarrón, lo cual puede suponer un «lastre» en la economía. En su opinión, la mayor presencia de personas de avanzada edad ha provocado que este sector sea «electoralmente intocable». «Los jubilados suponen el 25% del electorado. Incluso votan más que la media. Es un sector muy homogéneo y los políticos lo saben. Las pensiones fueron congeladas sólo un año, por el Gobierno de Zapatero, y eso le costó caer en picado en las encuestas», afirma. De ahí, un peligro añadido: «Que la democracia vaya camino de convertirse en gerontocracia». Por eso, cree que deben producirse políticas que favorezcan la natalidad, a los padres y a las madres. «Se tiene que reflejar en un tratamiento fiscal que compense los costes de tener hijos», afirma.

Además, hay otra lectura de índole más personal y menos económica. «Nos dirigimos a tener cada vez más familias muy cortas. Tienden a desaparecer los hermanos, los primos, los tíos...». Sería algo similar a lo que ocurrió en China, que hasta noviembre del año pasado no empezó a relajar su «política de hijo único». «Es bastante triste que las familias se queden en un hijo y, después, un nieto. Se prevé que crezcan enormemente los hogares unipersonales en los próximos años y que desciendan los hogares con más personas. Es una soledad creciente», añade.