Francia

Un acuerdo lento para un cambio climático rápido

Un policía vigila el acceso de los visitantes en París
Un policía vigila el acceso de los visitantes en Paríslarazon

Los países en vías de desarrollo reclaman «justicia climática» y exigen que se les ayude para adaptarse a las energías verdes. Hollande reconoce que hay una «deuda ecológica» con África.

Los debates ya están en marcha en la Cumbre del Clima de París (COP21) y, aunque hay más de diez días de margen para alcanzar un acuerdo, la negociaciones van «de forma muy lenta». Los negociadores manejan un documento de 55 páginas «muy abierto», con «más de 200 opciones» y no genera grandes problemas a ningún país, informa Efe. En cualquier caso, el proceso será lento pues nadie quiere ceder pronto. A estas alturas, ya ha aparecido un obstáculo importante que todos los actores consideran clave. Se trata de las diferencias entre los países desarrollados y los que todavía están en vías de desarrollo. Vuelve, una vez más, la dicotomía Norte-Sur.

Fue el primer ministro indio, Naredra Modi, el que bajó a la realidad a todos los grandes líderes y sus buenos deseos e intenciones. En un artículo en el «Financial Times», reclamó «justicia climática», es decir, que los compromisos que se pidan a cada país tengan en cuenta su contribución histórica al calentamiento global. En su opinión, los países en vías de desarrollo deben ser ayudados para que puedan reducir sus emisiones sin que ésto afecte a su desarrollo económico y social. «El modo de vida de algunos no debe impedir las oportunidades de otro grupo, numeroso, que todavía están en una primera etapa de desarrollo», escribió. Así, cree que debe existir un «principio de responsabilidad compartida pero diferenciada», que, añade, «debe ser la base común de esta empresa común». En el fondo, lo que exige es que el recorte de las emisiones no tenga efectos en una economía en crecimiento, para lo que solicitan más fondos para poder adaptarse a las energías verdes.

La misma petición de los emergentes es la que hacen los países menos desarrollados, fundamentalmente de África, un continente que, además, sufre más que nadie las consecuencias del calentamiento global. Así lo puso de manifiesto el presidente de Egipto, Abdelfatah al Sisi, que preside el grupo de los países africanos para la promoción de las renovables. Según dijo, África «es quien más sufre» las consecuencias del cambio climático, cuando «no es el origen». La realidad es que el continente negro se ve afectado con la aceleración de la desertización y la desregulación del clima, circunstancias que provocan fenómenos extremos: grandes sequías e inundaciones. Además, este problema deriva en otros como las hambrunas, las migraciones o incluso el terrorismo, pues los grupos radicales se aprovechan de la pobreza extrema para conseguir adeptos. Para el presidente de Mauritania, Mohamed Uld Abdelaziz, es importante frenar la expansión del desierto del Sáhara creando «una gran muralla verde». «La reforestación de esta región es fundamental desde el punto de vista económico y medioambiental», explica.

En realidad, si los africanos tuvieran acceso a la electricidad a través de energías renovables, se evitaría la tala masiva de bosques y la consiguiente desertificación. La clave, una vez más, está en los fondos necesarios para llevar a cabo esta transformación. Los países piden una parte de los 200.000 millones de euros que serían necesarios para que la temperatura de la Tierra no se incrementase por encima de los dos grados centígrados.

En este sentido, el presidente de Francia, François Hollande, abrió una puerta de esperanza para estos países al prometer 2.000 millones de euros hasta 2020 para el fomento de la energía verde que, según dijo, tiene un gran potencial. Sin embargo, más allá de las cifras, lo más destacable es que habló sin ambages de la «deuda ecológica» del mundo desarrollado con África, un concepto que vienen utilizando desde hace algunos años las organizaciones no gubernamentales. «En esta cumbre no sólo tenemos que buscar un acuerdo, no sólo perseguir unas cifras. Sí acciones que devuelvan la esperanza a nuestros pueblos», señaló François Hollande.

Por su parte, el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, apoyó esta vía en su discurso de ayer, y abogó por que los países con más recursos aporten financiación a los más necesitados «para promover políticas y programas de desarrollo sostenible».