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Una terapia pionera de electrodos para luchar contra la esquizofrenia

Una terapia pionera de electrodos para luchar contra la esquizofrenia
Una terapia pionera de electrodos para luchar contra la esquizofrenialarazon

El Hospital de Sant Pau logra por primera vez eliminar los delirios y las alucinaciones. La paciente, de 47 años, fue sometida a pequeñas descargas en

el cerebro.

Una intervención pionera en el mundo ha conseguido eliminar, a través de la electroestimulación profunda del cerebro, los delirios y alucinaciones de una paciente con esquizofrenia que había agotado todas las medidas terapéuticas.

Hace siete meses, el equipo de Psiquiatría del Hospital de Sant Pau de Barcelona se atrevió a llevar a cabo una operación revolucionaria en el ámbito de las enfermedades mentales, pero de gran recorrido en el tratamiento de otras patologías como el párkinson y la depresión. Elena, una mujer de 47 años, diagnosticada de esquizofrenia a los 22 a raíz de la grave enfermedad de su padre, era la candidata perfecta para someterse a esta cirugía.

Durante 20 años, los efectos más perversos de esta enfermedad habían limitado su vida, hasta el punto de mantenerla alejada de su entorno social y familiar. «Los últimos cinco años los pasó recluida en su casa, los síntomas se habían agravado al máximo y ya no respondía a ningún tratamiento», explicó ayer en rueda de prensa la médico adjunto del Servicio de Psiquiatria de Sant Pau, Iluminada Corripio. «Explicarle que el prodecimiento consistía en colocarle un aparto en el cerebro era una de las partes más delicadas. Hay que tener en cuenta que los esquizofrénicos son personas que contruyen realidades paralelas», expuso la psiquiatra. Inconveniente que no afectó a Elena. Accedió, con el consentimiento familiar, a someterse a esta prueba piloto que ha mejorado notablemente su calidad de vida. Se le implantaron dos electrodos –pequeñas estructuras de cuatro milímetros– en cada uno de los hemisferios del cerebro que liberan pequeñas descargas de electricidad gracias a un marcapasos colocado bajo la piel del abdomen y que los médicos pueden controlar. Estas corrientes provocan los impulsos necesarios para «modificar los circuitos cerebrales alterados», expuso Corripio.

Medio año después, el equipo médico no ha dudado en calificar de «exitosa» esta operación pionera en el mundo. En los primeros dos meses tras la intervención, los denominados «síntomas positivos» –aquellos que son más llamativos, como las alucinaciones y los delirios– desaparecieron casi por completo, por lo que ahora el objetivo es reducir «los síntomas negativos», en su mayoría psicológicos, que conlleva la enfermedad, como son el aislamiento social y los hábitos de vida poco saludables, con el fin de normalizar su vida lo máximo posible.

Proyecto piloto

Los médicos de la unidad mental del Sant Pau abordaron un proyecto para estudiar la eficacia de la electroestimulación cerebral profunda en pacientes con esquizofrenia resistente. Después de una amplia discusión sobre en qué zona del cerebro se debían implantar los electrodos, decidieron repartir a los ocho pacientes que incluye el estudio en dos grupos. A cuatro de ellos se les colocaría el aparato en el núcleo accumbens, asociado al aumento de dopamina que causa la enfermedad, y a otros cuatro en el área cg25 prefrontal, que se encuentra hiperactivada en pacientes con algún tipo de transtorno mental –en esta localización es donde se ubican los electrodos que tratan a los enfermos de Parkinson y depresión–.

Aparte de Elena, otros dos candidatos ya se han sometido a la operación, pero los responsables del estudio eluden hablar de su evolución por «ser todavía demasiado temprano para tener resultados». Los otros cinco pacientes que concluyen el proyecto serán operados entre este verano y el 2016. Cada una de estas operaciones cuesta alrededor de 60.000 euros, financiados en parte por las becas FIS del Instituto Carlos III. Se trata de una intervención delicada, de seis horas de duración y que requiere anestesia general. Pero tras una semana de postoperatorio, «los pacientes pueden hacer una vida normal y centrarse en recuperar los años perdidos», aseguró el neurocirujano del Sant Pau, Joan Molet. Aparte deberán seguir con el tratamiento farmacológico anterior a la operación; si no, la respuesta no podría atribuirse exclusivamente al neurotransmisor que llevan implantado.

Aunque la esquizofrenia es una enfermedad sin curación, este tratamiento revolucionario resulta esperanzador para ese 40 por ciento de los 400.000 enfermos que ya han agotado todas las demás opciones médicas. Se estima que el 1% de la población adulta de Europa y EE UU padece el trastorno. Con todo, no siempre es fácil de evaluar. «A la hora de diagnosticarla, es un cajón de sastre. Lo que parece esquizofrenia, puede ser un brote psicótico. No hay un criterio muy bien definido», afirma a este diario Nuria Cuña, psicóloga de la Asociación Catalana de Familiares y Enfermos de Esquizofrenia (Acfames). Sin olvidar el «estigma» que sufren los pacientes. «Lo primero que te dicen cuando llegan a la asociación es: ‘‘Yo no soy violento’’. Sigue imperando una imagen de descontrol y violencia. Que no pueden hacer vida normal, o que sin medicación son peligrosos. También es un tema tabú: hay una prevalencia alta, pero no se habla de eso», añade Cuña.

Desde la asociación, consideran que hay terapias «menos invasivas» que la del Hospital de Sant Pau. «La terapia psicológica ha dado resultados para los síntomas positivos», afirma la psicóloga, que señala además que los síntomas negativos –como la depresión– pueden ser «igual o más limitantes que los otros».