Conciliación

Y la empleada del mes tiene... 94 años

Al pie del cañón. O en su caso, mejor sería de la caja registradora. Esa es la vida de la nonagenaria Loraine. Y eso que sus cuatro hijos ya se han jubilado
Al pie del cañón. O en su caso, mejor sería de la caja registradora. Esa es la vida de la nonagenaria Loraine. Y eso que sus cuatro hijos ya se han jubiladolarazon

Trabajo y salud. Eso que decían los mayores que era el mayor tesoro que se podía tener en la vida... junto al amor, Loraine Maurer, a sus 94 años, lo tiene en abundancia. Y es que la buena de la señora Maurer ha celebrado estos días que lleva 44 años trabajando en el McDonald’s de Evansville, en el Estado de Indiana (EE UU). Quizá a los amigos de las prejubilaciones y a los cansados de la rutina laboral les sorprenda, pero ella no se plantea ni por asomo retirarse. Por ese espíritu de entrega y abnegación, en reconocimiento a «toda una vida» –nunca mejor dicho–, sus compañeros y clientes más fieles celebraron con ella que la nonagenaria es empleada de la misma compañía desde 1973. La incansable empleada contó a la cadena de televisión ABC News que empezó en la empresa después de que su marido se viera obligado a dejar de trabajar a causa de una discapacidad. Ella se vio «demasiado joven» para quedarse en casa. Y se puso manos a la obra tras el mostrador. Curiosamente, en este tiempo, los cuatro hijos de Maurer se han jubilado, pero ella no quiere dejar de trabajar. «No puedo dejarlo. Es una razón para levantarme por la mañana, la gente es muy agradable», afirmó. Maurer trabaja el turno de desayuno de los viernes y sábados, se levanta a las 3 de la madrugada y llega dos horas después al restaurante. Y no es la única. Al parecer, otras nonagenarias también forman parte de la plantilla de la multinacional de la alimentación, como Goh Gwek Eng, de Singapur y 92 años, o Harriett Clopper, de Maryland (Estados Unidos) y de 95 años. No se conocen datos de mujeres europeas en estas condiciones en un McDonald’s. Quizá, dirán algunos, porque las políticas sociales de la Unión Europea lo impiden. A buen seguro que para los eurófobos esto también es criticable. Hay que respetar el libre albedrío. O hasta cierto punto.