Ciencia y Tecnología

Historia de un WhatsApp sin usar las manos

Un invento «made in Spain» permite a personas con problemas de movilidad disfrutar de la independencia virtual y utilizar sus smartphones

Rafa Cacho demuestra cómo navega por Internet gracias al dispositivo que han creado José Ángel Jiménez Vadillo (en la imagen) y Javier Montaner Gutiérrez
Rafa Cacho demuestra cómo navega por Internet gracias al dispositivo que han creado José Ángel Jiménez Vadillo (en la imagen) y Javier Montaner Gutiérrezlarazon

Un invento «made in Spain» permite a personas con problemas de movilidad disfrutar de la independencia virtual y utilizar sus smartphones.

«Lo primero que hice fue aprender a manejar el móvil, y después poner mi primer WhatsApp», nos dice con una sonrisa indeleble instalada en sus labios, Rafa Cacho. Tiene parálisis cerebral desde que nació, y hasta ahora, a sus 40 años, el móvil sólo le servía para llevarlo colgado por si se extraviaba, en espera de que un alma caritativa respondiese a la llamada de sus padres, para localizarlo. ¿Qué ha cambiado? Que ahora puede comunicarse, participar en redes sociales, enviar mensajes por WhatsApp, acceder a Facebook y YouTube, navegar por Internet e instalar apps o juegos, gracias a un dispositivo llamado Mouse4all inventado por dos ingenieros españoles, Javier Montaner Gutiérrez y José Ángel Jiménez Vadillo, destinado a que los afectados más severos por parálisis cerebral, lesión medular, esclerosis múltiple, ELA, etc., puedan ser independientes frente a un móvil o una tableta y mantener la interconectividad de la que todos disfrutamos en la actualidad.

Rafa matiza, lentamente, desde el hilo de voz que su traqueotomía le permite: «Sobre todo valoro la privacidad. Antes, para mandar un mensaje tenía que dictárselo a alguien, con lo cual no podía ser yo mismo; no podía ser ni sincero, ni divertido, ni demasiado expresivo. Ahora puedo ser yo; yo mismo, mostrarme como soy y decir lo que quiero, sin ninguna supervisión. De verdad, que me ha devuelto la alegría». Pero no sólo le ha dado momentos de ocio. Recordemos que para una persona que jamás ha utilizado un móvil, ni ha navegado por internet, vivía, tecnológicamente en los años sesenta y, ahora –con perdón del símil– tiene acceso a la Biblioteca de Alejandría: libros, datos, podcasts, música... «Hice hasta COU –aclara– y deseé seguir estudiando, pero era bastante complicado cuando dependes de otra persona para que te pase las páginas de un libro».

Ahora todo ha cambiado. El dispositivo está diseñado para aquellas personas que no pueden utilizar una pantalla táctil debido a problemas de movilidad en sus manos. Sólo en España hay más de 120.000 afectados por parálisis cerebral o 30.000 con lesión medular. Los afectados y sus familiares tenían siempre las mismas dudas: ¿Cómo pueden ser independientes en su comunicación diaria? ¿cómo utilizar un móvil o tableta, si no pueden controlar sus extremidades? La respuesta ha llegado de la mano de este artilugio: «El funcionamiento se adapta a las necesidades de cada usuario. Julio, por ejemplo, es capaz de manejar su tableta con un único pulsador que acciona al dejar caer la cabeza hacia atrás. Otras personas son capaces de utilizar un ratón de bola; Rafa se maneja con un pulsador de varilla que mueve con el mentón...», enumera uno de los creadores de Mouse4all, José Ángel Jiménez Vadillo. Cada vez son más. El número de usuarios que demanda el dispositivo comienza a crecer, porque, realmente, les cambia su mundo emocional, vivencial, cultural y social.

Esta solución ha resultado una verdadera revolución, hasta el punto de haber sido seleccionada por el programa de Innovación Social de la UE y alzarse con uno de los Premios Vodafone de Innovación 2016. De los centenares de personas que ya lo están disfrutando hasta la fecha, Javier Montaner Gutiérrez, otro de los creadores de esta microempresa social, recuerda con especial emoción «a Ana, cuando me escribió un mensaje, emocionada, porque se había hecho su primer selfie, o a Ángel, a quién le encanta la música y lo primero que hizo fue instalarse la app de Radiolé. Quería escuchar copla y flamenco, pero nadie había reparado en ello». ¿Era, o no, imprescindible un dispositivo de estas características?

Rafa Cacho, dentro del cuadro de discapacidad que padece, es un hombre feliz, perfectamente atendido y amado tanto por su familia como por sus terapeutas. Cada mañana acude al Centro Dato, ubicado en el madrileño Parque Conde de Orgaz donde recibe atención pedagógica, psicológica y fisioterapéutica. Por la tarde, se marcha a «la residencia» como llaman al edificio donde tiene su apartamento y vive de forma independiente, como en una suerte de colegio mayor, en un espacio domotizado y donde disfruta de privacidad y atención, si la necesita. «Pero no bastaba con cubrir las necesidades básicas, sino darles herramientas para acceder a Internet en movilidad, explorar el mundo digital de forma independiente e interactuar con los demás. Enviar mensajes por WhatsApp o conectarse a Facebook no es un lujo para ellos, sino un medio para integrarse en la sociedad. Les otorga confianza y catapulta sus opciones de realización personal, al tiempo que afianza sus relaciones familiares», resume José Ángel Jiménez Vadillo. Estos dos ingenieros les han dado una herramienta para que «exploren» el mundo digital. El dispositivo abulta poco más que una caja de cerillas y a ella se conectan uno o dos pulsadores –o un ratón adaptado, por ejemplo: un ratón de bola–, siempre en función de su movilidad: para accionar con el cuello, la nuca, el mentón, la boca...

Ahora, Rafa no sólo maqueta la revista del Centro Dato sino que también ha recuperado las ganas de compartir su éxitos en boccia –o bocha–, deporte paralímpico inspirado en la petanca, en el que ha cosechado innumerables trofeos y donde acaba de revalidar, en Sevilla, su título de campeón de España por parejas. Ahora sí puede compartir con sus dos centenares de amigos de Facebook, Twitter e Instragram sus medallas, sin tener que pedir a sus padres que le ayuden a subir las fotos o comentar el partido. «Para una persona como él, que aprovecha cada minuto del día más que nosotros, este invento le ha cambiado su entorno de relaciones. Incluso hemos descubierto su vena divertida e irónica que antes, por su falta de expresión verbal, desconocíamos. Al expresarse libremente en un mensaje, lanza bromas que antes eran impensables dado lo mucho que le cuesta hablar», resume Rafa padre, quien nos explica la intensa vida social de su vástago: «Igual se va toda la noche por la Quinta Avenida neoyorquina –con su cuidador, claro está– que se desplaza con su tío a ver a Madonna en Sevilla o acude al campo a ver al Real Madrid. Este año, por ejemplo, le felicitaron los cuatro capitanes por su cumpleaños. No para; es incombustible. Lo bueno es que, ahora, tiene el plus añadido: puede contarlo todo, puede expresarlo y recibir cariño y felicitaciones de forma personalizada. Antes, todo pasaba por que nosotros se lo leyéramos», concluye Rafael Cacho. Eso era lo que pretendían los dos creadores de Mouse4all: «Nuestra libertad individual está íntimamente relacionada con la motivación para vivir, trabajar y relacionarnos. Todos queremos escuchar la música que nos gusta, leer lo que nos apetezca y hablar con nuestros amigos «sin tutores»... ¿Imaginas estar atado a una silla de ruedas y no poder hablar con nadie que no esté en la sala? Internet es una ventana al mundo y ahora nuestros usuarios pueden asomarse a ella», aclara José Ángel Jiménez Vadillo. Rafa, el «aludido» matiza: «Sí, pero tengo un truco: cada vez que entrego el móvil para que me lo carguen, borro todo el historial de mis mensajes o búsquedas en Internet». Un lógico subterfugio, para alguien que ha conocido de la mano de este dispositivo la libertad... por ello se alegra de atesorar privacidad recién conquistada. Nadie más leerá un mensaje que haya enviado.

«Nos vamos a Cebreros –dicen sus padres cuando nos despedimos en la puerta del Centro Dato, con la entregada directora, Teresa Millán como testigo– ¿te vienes, Rafa?». Con su sempiterna sonrisa, responde: «Vale, pero si no es por el “palo” no iría, porque me aburría de mirar solo la tele». Con el término «palo» resume el dispositivo que le ha devuelto la libertad para ver fútbol, subir sus fotos a redes, divertirse con sus youtubers favoritos o hacer algún guiño a una chica. Rafa está sano; mentalmente, más que muchos de nosotros –y con un cociente intelectual de superdotado–, por eso el resumen de su padre inunda de razón la despedida: «Hay familias que tienen un problema con hijos de estas características... yo sólo tengo un hijo que tiene problemas, y este “palo” le ha devuelto la sonrisa». Subido en el coche les dice a los creadores del invento: «La semana que viene tenemos que quedar, se me ha ocurrido una mejora para la aplicación». Observamos la marcha del coche y antes de girarnos me suena el móvil: «A ver qué cuentas de mí en el reportaje. Besos. Rafa». Nada que añadir.