Alimentación

El menú de 2030: ¿Comería carne de laboratorio?

Bill Gates ha invertido 20 millones en una empresa que producirá alimentos a partir de células madre y evitar así recurrir a organismos vivos. La impresión en 3D de la comida toma forma y hasta se ha creado café y chocolate que se puede aspirar

A las células madre se les agrega una proteína que las convierte en células musculares y se las hace crecer en tres dimensiones
A las células madre se les agrega una proteína que las convierte en células musculares y se las hace crecer en tres dimensioneslarazon

Bill Gates ha invertido 20 millones en una empresa que producirá alimentos a partir de células madre y evitar así recurrir a organismos vivos. La impresión en 3D de la comida toma forma y hasta se ha creado café y chocolate que se puede aspirar.

Las cifras dan un poco de miedo o al menos despiertan las alertas. De acuerdo con las Naciones Unidas, en 2030 el número de habitantes del planeta habrá aumentado en mil millones de personas. Mientras tanto, la FAO (Organización de la Agricultura y Alimentos) señala que cada año 1.300 millones de toneladas de comida, cerca de un tercio del total, se tira a la basura, ya sea porque se echa a perder o porque no se consume. El mismo organismo apunta que hasta un 35% de los cereales que se cultivan van a parar a la ganadería. Así no es extraño que el World Hunger Education Service (Servicio de Educación Mundial sobre el Hambre) afirme que entre 2014 y 2016 casi 795 millones de personas han sufrido de desnutrición crónica.

Y, por si fuera poco, los efectos del cambio climático aumentan los problemas. Las sequías y las inundaciones aumentarán y cambiarán las regiones agrícolas alterando el panorama de los cultivos y los rendimientos. Más allá de la educación y la reestructuración, la tecnología puede ser una alternativa para enfrentarse a la necesidad de alimentos en el futuro.

Uno de los primeros sectores en los que se está produciendo una revolución es en el consumo de carne. Un informe del Instituto WorldWatch afirma que la ganadería destinada a consumo humano consume la mitad de los recursos de agua del planeta y es responsable del 51% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La alternativa más lógica y sana para muchos sería el vegetarianismo, pero el consumo de carne, lácteos y huevos está muy enraizado en nuestra cultura y se necesitan soluciones rápidas.

La semana pasada, la empresa Memphis Meats, recibió unos 20 millones de euros de parte de reconocidas personalidades de la tecnología, entre ellos Elon Musk, Bill Gates o el fundador de Virgin, Richard Branson. Memphis Meats es una compañía que produce carne de pato, de ganado vacuno y de pollo a partir de células de animales. En un laboratorio. Obviamente esto evita el uso de animales vivos (aunque plantea muchas cuestiones éticas y sanitarias), reduce notablemente las emisiones, evita recurrir a recursos escasos como el agua o la tierra.

Para producir carne de laboratorio es preciso recurrir a células madre (entre otras), ya que se reproducen rápidamente. Luego se les agrega una proteína específica que las convierte en células musculares y se las hace crecer en una estructura en tres dimensiones para que alcancen la forma deseada. Hipotéticamente este proceso permitiría crear carne de modo indefinido sin utilizar un organismo vivo. Bastarían dos meses para producir hasta 50.000 toneladas partiendo de apenas 10 células musculares.

Y los precios de producción se han reducido notablemente. Si en 2008, una hamburguesa de 250 gramos producida por el experto en biotecnología Vladimir Mironov, de la Universidad de Carolina del Sur, costó un millón de dólares, en 2015 el precio se redujo a «apenas» 8 euros, según Mark Post, de la Universidad de Maastricht.

Los expertos señalan que a este tipo de carne se le podrían agregar ácidos omega para hacerla más sana y por su desarrollo se reduciría la exposición de estos alimentos a bacterias. A esto se une que las emisiones se reducirían en más de un 45%.

En un comunicado, tras recibir la inversión, el presidente de Memphis Meat, Uma Valeti, aseguró que «esto nos permitirá mejorar los sistemas de producción y llevarlo a escalas comerciales».

Para Robert Lawrence, director del Centro John Hopkins for Liveable Future, este avance producirá beneficios en otras áreas. «Los precios de la carne se han reducido en las últimas décadas debido a que hemos externalizado el proceso – confesaba en una entrevista–. Lo hemos hecho dañando el suelo y los acuíferos, externalizado a los sistemas de salud al producir comidas con más hormonas y más grasas y externalizado al futuro porque se consumen recursos no renovables».

Pero no solo de ganadería vive el ser humano. La acuicultura, básicamente las granjas de peces, ya han sobrepasado en producción a la industria ganadera y desde 2011 consumimos más peces provenientes de acuicultura que del océano.

Y en breve esta industria podría dar un salto inesperado y llegar a los centros de datos. Estos sitios, donde se almacena toda la información digital, consumen una enorme cantidad de energía (son responsables del 2% de las emisiones de gases de efecto invernadero) y cerca del 40% de ella se utiliza para enfriar los sistemas mediante agua que se encuentra a una temperatura de entre 7º y 10ª C. Un reciente informe de la compañía eléctrica Schneider afirma que estas temperaturas podrían aumentarse hasta los 20ºC sin perder eficacia. Y la idea es primero criar peces allí y luego comenzar con cultivos acuapónicos, es decir, criar peces en un estanque cuya agua se utilice para alimentar un sistema de riego. El resultado es agua limpia para los peces y fertilizante para las plantas. Sin necesidad de tierra.

Otra tecnología que afectará notablemente el futuro de la alimentación, impidiendo que se tire comida, es la impresión en 3D. Y en este sector una de las pioneras es España gracias a Natural Machines y Foodini, una impresora de comida en 3D que en lugar de tinta imprime con alimentos frescos y con la presentación que el cliente prefiera, la mayoría sumamente elaboradas.

Y hay más. La firma Le Whiff ha creado, en un primer paso, chocolate y café que se puede aspirar. Se trata de productos que se inhalan como pequeñas partículas y, si bien tienen el mismo sabor, no tienen las calorías relacionadas. Está claro que estos no resolverán la crisis alimentaria, pero se trata de un primer paso hacia productos que pueden ser usados en la industria aeronáutica o militar. Y a propósito de estos sectores. Nutriband ha creado unos apósitos que funcionan con el mismo principio que los parches de nicotina, solo que en lugar de ello, liberan a través de la piel vitaminas, minerales y proteínas.

Y, como no podía ser menos, también aparece Einstein. O al menos su fórmula E=MC2, que habla de la equivalencia entre energía y masa. ¿Producir alimentos con energía? Esa es la idea de un grupo de expertos de la Universidad Lappeenranta de Finlandia que han logrado generar alimentos sintéticos (una sustancia que alimenta, no esperéis un cachopo) utilizando energía renovable, agua, dióxido de carbono y microbios.

Finalmente, uno de los sectores que más revolucionará la alimentación será el de los envases. Ya se está trabajando en envasado inteligente que avisa el momento óptimo de madurez de la fruta, impide la proliferación de bacterias y algunos hasta son comestibles, sumando minerales o proteínas al alimento para formar una comida completa.