Montreal

Superordenador biológico: ¿el fin del ordenador tradicional?

El nuevo biosuperordenador puede acabar con la imagen tradicional del ordenador. En la imagen, una tienda de portátiles en Taiwan
El nuevo biosuperordenador puede acabar con la imagen tradicional del ordenador. En la imagen, una tienda de portátiles en Taiwanlarazon

La sustancia que suministra energía a las células del organismo humano, llamada adenosín trifosfato, es la “gasolina” que alimenta un ordenador distinto a todos los demás. De hecho, lo más preciso sería llamarle “bioordenador” o, como ha sido bautizado, un “biosuperordenador”.

Este instrumento es capaz de procesar información con enorme rapidez y precisión mediante el empleo de redes paralelas, de un modo similar a como lo hacen los superordenadores electrónicos, pero lo hace de una forma mucho más eficiente desde el punto de vista energético que la generación actual de superordenadores electrónicos. Y todo ello con el tamaño de un libro.

El modelo de biosuperordenador se creó mediante una combinación de modelización geométrica e ingeniería a nanoescala. Es más, supone el primer paso de cara a demostrar que un superordenador biológico puede funcionar y tener una utilidad real.

Pequeño, portátil y eficiente desde el punto de vista energético

Según explica la agencia de la Unión Europea Cordis, su circuito interno mide cerca de 1,5 centímetros cuadrados y los electrones no se impulsan mediante una carga eléctrica, como en el caso de los microchips tradicionales, sino que cadenas cortas de proteínas (denominadas «agentes biológicos» por el equipo del proyecto) se desplazan por el circuito de un modo controlado. Estos movimientos se logran mediante ATP, una sustancia bioquímica que permite la transferencia de energía entre células.

Más diferencias. Los superordenadores tradicionales emplean una enorme cantidad de electricidad y se calientan hasta temperaturas que hacen necesario contar con sistemas físicos de refrigeración para que funcionen con eficacia. De hecho, muchos superordenadores precisan de una central eléctrica propia para funcionar.

El biosuperordenador, sin embargo, y por el hecho de funcionar con agentes biológicos, no se calienta en exceso y por tanto resulta más sostenible y rentable.

De momento, este nuevo ingenio ya ha logrado abordar con éxito y eficacia un problema matemático complejo mediante el empleo de computación en paralelo, del mismo modo que los superordenadores tradicionales, pero el equipo del proyecto reconoce la necesidad de avanzar mucho más desde el modelo actual hasta el desarrollo de un biosuperordenador funcional a escala completa.

Según sus creadores, de cara al futuro el empleo de estos biosuperordenadores permitiría dejar de lado los ordenadores tal y como los conocemos hasta ahora.

Próximos pasos: de la ciencia ficción a la ciencia

El equipo del proyecto también estudia otras formas de avanzar en su investigación, y confía en que otros equipos construyan modelos nuevos con materiales biológicos alternativos.

El objetivo será perfeccionar el diseño y dar lugar a una generación nueva de biosuperordenadores más pequeños, portátiles y eficientes desde el punto de vista energético capaces de sustituir completamente a los superordenadores convencionales.

El equipo científico al cargo de la investigación opina que aún deberá pasar cierto tiempo hasta que este logro sea una realidad, pero a medio plazo podría obtenerse un diseño híbrido en el que se mezclen las tecnologías tradicionales y biológicas.

El proyecto ABACUS, financiado con más de 1 725 000 euros de la Unión Europea, está coordinado por la Universidad de Lund (Suecia), pero la investigación que dio lugar a la creación del modelo estuvo bajo la dirección de un equipo de la Universidad McGill de Montreal (Canadá), uno de los miembros del consorcio de ABACUS.