Alicante

Adiós y bienvenida

Gran tarde de El Juli, que triunfa como matador y ganadero.

El Juli sale a hombros por la puerta grande en Alicante
El Juli sale a hombros por la puerta grande en Alicantelarazon

Gran tarde de El Juli, que triunfa como matador y ganadero.

Alicante. Tercera de feria. Se lidiaron toros de El Freixo, bien presentados y de buen juego en general. Alrededor de media entrada.

Rivera Ordóñez «Paquirri», de pastel y oro, entera (oreja); pinchazo, estocada trasera (ovación).

El Juli, de purísima y oro, entera, descabello (oreja); entera (dos orejas).

Paco Ureña, de esmeralda y oro, entera, aviso (oreja); media, dos pinchazos, estocada, aviso (ovación).

De las cuadrillas destacaron Álvaro Montes y José María Soler.

Pese a que se anunció ya de buena mañana y las redes sociales y los medios de comunicación digitales –instantáneos e informando casi en tiempo real– lo dieron y difundieron a los cuatro vientos, no fueron pocos los espectadores que se sorprendieron al ver a Francisco Rivera Ordóñez hacer el paseíllo. Lo hizo en sustitución del herido Roca Rey, corneado el día anterior en Badajoz, y como despedida de la afición de esta plaza, que le consiguió una oreja tras una primera faena ligera y sin acabar de confiarse, con muchos tirones y dejando pasar el aire entre él y su oponente. Y aunque el estoque cayó bajo la rápida muerte del burel, que acabó yendo a más y embistiendo con ganas, hizo que a sus manos llegó ese primer trofeo de la tarde.

Protestó más el cuarto en varas y renegó en banderillas, pero llegó al tercio de muerte codicioso y pronto, dejando su matador un quehacer otra vez despegado e irregular pero afanoso que fue protestado por parte del público desde su inicio.

Y si uno se despedía, otro se presentaba... como ganadero: El Juli, cuya ganadería, El Freixo, debutaba en Alicante. Fue un encierro muy bien presentado, con toros bonitos y bien hechos, con poder y, en general, buen juego. Su primero romaneó en el caballo y llegó pronto y con fijeza a la muleta. Julián López, que brindó su muerte a la memoria de Gregorio Sánchez -su profesor en la Escuela de Madrid- dejó pronto claro su poderío en un trasteo impecable e implacable, apurando de cabo a rabo a un astado que sólo al final de su lidia mostró cierta debilidad. Entusiasmó con los adornos finales y estuvo contundente con el estoque, enfadándose el personal cuando desde el palco sólo concedieron una oreja de «Naturalista», el primer toro que mata marcado con su propio hierro.

Protagonizó una brava pelea en el caballo el quinto, que se arrancaba de lejos a todo lo que se movía. El Juli se echó la muleta a la zurda ya de inicio, dejando una serie de perfecto trazo y mano baja. Hizo lo propio por el otro pitón antes de volver al natural, firmando muletazos interminables y de gran profundidad y belleza, dejando lucir a un gran toro para el que se pidió el indulto a pesar de que se rajó, agotado, a última hora.

Se lució Paco Ureña al recibir capa al tercero, menos convencido de salida que los dos anteriores en el primer tercio y un tanto a su aire, y se hizo ovacionar con las ceñidísimas saltilleras con que quitó. Tampoco se pudo pasar más cerca a al toro en los estatuarios con que abrió su labor muletero. Toreó luego con muchísimo temple y compás abierto, obligando mucho en sus series sobre la derecha a un astado que se fue creciendo. Al natural bajó la mano casi hasta el suelo, llevando siempre sometido a su oponente, con el que acabó metido entre los pitones hasta sacar el último muletazo que tuvo. Cabeceó, incómodo, el sexto, mucho más a la defensiva y buscando el bulto, tirando Ureña de valor y arrestos para encauzar las acometidas del burel y solventar un quehacer de mucho mérito, aguante y firmeza.