Toros

Toros

De sangre y muerte

La Razón
La RazónLa Razón

Sí, el toreo es un acto cultural de sangre y muerte. Desconocer ese sentido real de lo que pasa en la titánica lucha del torero con el toro es desnudar de contenido y de sentido ritual la tauromaquia. De momento, los animalistas, emboscados detrás de unos informes veterinarios a los que se han aferrado los políticos baleares, llevan la batuta en la pelea. Porque detrás de la desafortunada acción legislativa del Parlament Balear están algunos veterinarios antitaurinos, que están creando lobby, saltándose «a la torera» la doctrina del tribunal constitucional y el sentido genuino de la fiesta de toros. Que nadie se engañe. Esta versión light del toreo, donde no se banderillea, se pica, ni se mata a un toro, es una mascarada y una cortina de humo para prohibir definitivamente el arte del toreo por aquellas latitudes españolas. La obsesión por el maltrato animal, es legítima para algunos animalistas, pero que derivará en un mundo liofilizado, vegano y de extrema corrección política, ha sido utilizado por unos políticos aventureros. El común de la casta balear, deshojando la margarita identitaria que les acerque al delírium trémens de los països catalans, quieren poner otra pica en Flandes, según la cual, toros es sinónimo de España. Charlatanes de la nada, creyentes de la bobada llamada España plurinacional, desprecian el enorme capital cultural que encierra la tauromaquia. Y, sí, no vamos a negarlo, el tremendo hecho diferencial de un país con una manifestación cultural única que vamos deshilachando poco a poco para incredulidad de los taurinos franceses, sin ir más lejos. La ley es evidentemente inconstitucional, y lo saben. Un nuevo reto al ordenamiento constitucional, que con el argumento de que con una mayoría presuntamente social no hay barreras legales. Porque el concepto de patrimonio cultural, en el que se integra por derecho la tauromaquia, es competencia exclusiva del estado. Pero eso es lo de menos. En un tablero de juego político donde representantes públicos mediocres desprecian el ordenamiento jurídico, sea en la Ciudadela o en Palma, pues lo importante es mantener una pandilla de indocumentados a sueldo pagado y cuyo único leitmotiv es no ser españoles. No son buenistas ni animalistas, sólo están preocupados por el espantajo de la identidad nacional. Huir de la verdad del toreo es en este caso un intento de fuga de España.