Albacete

Diario de avisos

Diego Carretero se lleva la única oreja en una novillada en la que hubo hasta ocho recados presidenciales

Momento en el que Carretero es prendido, sin consecuencias, por el sexto de la tarde
Momento en el que Carretero es prendido, sin consecuencias, por el sexto de la tardelarazon

Albacete. Séptima de la feria. Tres toros de El Cortijillo, primero, tercero y sexto, y otros tres de Hermanos Lozano, bien presentados y en conjunto de buen juego. Más de media entrada.

Filiberto, de salmón y oro, pinchazo y media estocada (ovación tras aviso); y entera atravesada, entera y cinco descabellos (ovación con dos avisos).

Pedro Jesús Merín, de hueso y oro, metisaca, entera y tres descabellos (ovación con dos avisos); y entera (silencio).

Diego Carretero, de topo y oro, estocada y descabello (oreja con aviso); y seis pinchazos, media y cuatro descabellos (ovación con dos avisos).

Saludó montera en mano, tras parear al quinto, Francisco Javier Ramos «El Caco».

Fundado en el tramo final del siglo XIX, El Diario de Avisos es uno de los periódicos más antiguos de España y, desde luego, el más veterano de cuantos se editan en Canarias, pues en Santa Cruz de Tenerife está su sede. Pero ayer, en la segunda novillada del abono de la feria de Albacete, parecía que había abierto sucursal en la ciudad manchega. Hasta ocho recados se repartió la terna actuante y no hubo más porque desde el palco hubo buena voluntad y se alargaron los minutos que hubieran dado paso a que algún novillo se fuese vivo a los corrales.

Esa tardanza con la espada fue una de las notas más significativas de este festejo, pero no la única. Para empezar habrá que decir que el encierro lidiado, compuesto de tres ejemplares con el hierro de El Cortijillo y otros tantos con el de Hermanos Lozano, tuvo una presentación impecable y dio buen juego en conjunto. Sólo el sexto sacó más complicaciones y también parecía pertenecer a la redacción de esa hipotética edición albacetense de aquel diario. Avisó casi desde que apareció por toriles y nadie hizo caso de sus advertencias. Para colmo no se le picó y llegó crudo a banderillas, poniendo en muchos aprietos a los subalternos de cubrir el tercio. Tampoco mejoró en la muleta, parado, probón y a la espera. Diego Carretero se equivocó al no bajarle los humos y el novillo se fue haciendo el amo de la situación, acabando por dar un revolcón al novillero de Hellín que luego se las vio y se las deseó para acabar con él. Con su primero, en cambio, anduvo muy seguro y solvente, sin prisas y con la cabeza fría, dejando una faena compacta y muy seria que le valió la única oreja de la tarde.

También la mereció Filiberto del que abrió plaza, al que toreó con mucho temple y ligando los muletazos, sobre todo por el pitón derecho. Por el izquierdo le costó un poco cogerle el aire a su oponente, pero cuando lo hizo dejó los mejores naturales de la función.

El cuarto no admitía cercanías, protestando cuando se le invadía su terreno. Filiberto tardó en darse cuenta de esa circunstancia en un trasteo largo e intermitente pero en el que también dejó ver sus buenas maneras y disposición.

Necesitó mucha brega el segundo, al que dieron muchos capotazos en los primeros tercios. Pedro Jesús Merín anduvo tan insistente y tesonero que acabó cobrando una voltereta antes de poner punto final a un quehacer más voluntarioso que otra cosa.

Mermado de facultades, no se aclaró para nada con el quinto en otra faena larguísima y gris.