Ferias taurinas

La verdadera confirmación (sin espada) de Ginés Marín

El pacense pincha la Puerta Grande tras una importante faena a un bravo toro de Cuvillo; entrega de Cayetano; Morante, sin pendiente, abroncado

La Razón
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Las Ventas (Madrid). Corrida de la Cultura. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, desiguales, aunque bien presentados. 1º y 5º, nobles pero sin empuje; el 2º, encastado, aunque punteó los engaños; el 3º, bravo, con recorrido, clase y profundidad, gran toro; el 4º, manejable; y el 6º, con bondad pero se aburrió pronto. Lleno de «No hay billetes».

Morante de la Puebla, de verde botella y oro, estocada contraria (silencio); tres pinchazos, estocada atravesada (fuerte bronca).

Cayetano, de tabaco y oro, estocada desprendida, aviso (saludos); estocada tendida y caída, aviso, descabello (saludos).

Ginés Marín, de rioja y oro, tres pinchazos, estocada caída (vuelta al ruedo); estocada, dos descabellos (saludos).

En los archivos pondrá que Ginés Marín confirmó alternativa un 25 de mayo. El de 2017. El de su primera salida a hombros calle Alcalá arriba. Pero la realidad dirá que su verdadera confirmación, su asentamiento en el Olimpo, llegó ayer. En la primera Corrida de la Cultura. Con la púrpura de triunfador de San Isidro ya sobre sus hombros de manera oficial, regresaba ayer a Madrid. No le pesó al pacense. Se sacudió la presión de un plumazo en el tercero. La bravura de “Sinvaina” ayudó lo suyo. Gran salinero de Cuvillo. Bravo. Y Ginés también tiró de casta para cuajarlo por ambos pitones. Tandas largas de seis, siete muletazos y los remates, que fueron una delicia. Pura orfebrería. Henchidos de variedad. Esa fue la gran cualidad de su faena: la expresión. Se lo dejó llegar de largo en la primera tanda para ligarle y, desde entonces, Madrid crujió. Como en las grandes faenas. Excelso al natural.

Todo muy templado y con elegancia aprovechando la profundidad de un toro para soñar el toreo. Montó la espada y llegaron los pinchazos. Hasta tres. La segunda Puerta Grande desvanecida. Pese a todo, una clamorosa vuelta al ruedo. Incontestable. Volvió a intentarlo con el sexto descompuesto y de peor condición que, además, se abrió para rajarse en repetidas ocasiones. Le buscó las vueltas y consiguió robarle varias tandas de enorme mérito. Metió la espada y la oreja pareció segura, pero el descabello se le atragantó y saludó desde los medios.

Gustó la actitud de Cayetano en su “reentreé” en Madrid por San Isidro. Enfibrado. El gen Paquirri. Le supura aún más por el traje de luces en este segundo tramo de su carrera. Ayer volvió a mostrar esa entrega en su lote. Sorteó primero un precioso salpicado. Muy en “lo” de Osborne. “Asturiano”, bajo de cruz y de lomo recto, bien hecho, no le dejó estirarse con el capote. Algo que sí permitió a Ginés en el quite. A la verónica. Voló bien el percal en la larga cordobesa de remate. Cayetano comenzó el trasteo otorgándole distancias al burraco. Ahí lució más. Tuvo emotividad esas primeras tandas. Nada fácil resistir y el dinástico tragó. Consistió al toro. También es cierto que faltó algo de limpieza. Por ahí y por la duración del animal -con menos ímpetu, la mecha del tendido no prendió- se diluyó el trasteo. Sin romper. Estocada desprendida y, tras aviso, saludó una ovación. El saludo al quinto -zancudo, veleto y más feo que sus hermanos- tuvo el sello Ordóñez. A la verónica, rodilla en tierra. Nada fácil ganarle terreno al toro. Con bríos. Precioso. Como el quite de Ronda posterior. Homenaje digno del abuelo Antonio. La leyenda de ese Tajo rondeño. Otro gesto tuvo con Curro Vázquez, fiel consejero desde su Alfa torero. Le brindó el toro y se echó de rodillas para ligarle una tanda abrazada de nuevo al ritmo. Codiciosos otro y torero. No hubo lugar a la continuidad, porque al toro se le agotó el resuello. No volvió a tener ese celo y sin pujanza, Cayetano poco pudo hacer. Le robó, aún así, de uno en uno, un puñado de naturales limpios. Disposición sin mácula.

Había roto plaza un “Jugador” colorado de buenas hechuras, lomo recto, grande, pero sin exageraciones por delante. Se dejó pegar en varas, empujando sobre un solo pitón. Luego apretó de lo lindo para dentro en banderillas. En apuros, Lili. Morante dejó un buen comienzo de faena, plagado de torería, para sacarlo al tercio. Ahí, planteó el trasteo. Destacó la segunda tanda, en paralelo a las dos rayas, en redondo. Muy suave, templada. No hubo más. El sevillano lo probó por ambos pitones y, en vista de la falta de celo del toro, lo macheteó por bajo. Nobleza toda, pero sin codicia ni poder... Imposible en Madrid. Estocada contraria y silencio. Con el cuarto, otro “Arrojado” de Cuvillo, dejó cuatro verónicas de cartel de toros. Meciendo el capote en cada lance. Acompasado, el cuerpo. Con ritmo. La media y el remate a una mano, marca de la casa. Punto y final de Morante en Madrid este 2017. No se sintió cómodo con la franela, muy molesto por el viento, y no pasó de probaturas. Ni una tanda y a por la espada. Ya sin la pendiente... Este año, ¿tocará acordarse del aire? Ginés tendrá memoria para la tizona. Hechizada. Roma. Se quedó sin tres orejas. Pero volverá, porque ha llegado para quedarse. Para entonces, por desgracia, todas las miradas iban para Francia. Otro torero caído. Gloria eterna a Iván Fandiño.