Bilbao

El Rey sin rey

Enrique Ponce corta la única oreja de la tarde en la cuarta de Bilbao

El diestro Enrique Ponce durante la faena de muleta, ayer, en la plaza de toros de Bilbao
El diestro Enrique Ponce durante la faena de muleta, ayer, en la plaza de toros de Bilbaolarazon

Enrique Ponce corta la única oreja de la tarde en la cuarta de Bilbao

- Bilbao. Cuarta de la Semana Grande. Se lidiaron toros de Garcigrande y Domingo Hernández, desiguales de presentación. El 1º, de buen juego, bravo y repetidor; el 2º, flojo y a la defensiva; el 3º, sin entrega y a menos; el 4º, flojo y deslucido; el 5º, movilidad sin entrega; el 6º, flojo, desigual y complicado. Tres cuartos de entrada.

- Enrique Ponce, de habano y oro, estocada (oreja); dos pinchazos, estocada caída, aviso (silencio).

- El Juli, de nazareno y oro, estocada trasera, cuatro descabellos (silencio); estocada corta, dos descabellos (saludos).

- López Simón, de azul marino y oro, dos pinchazos y descabello (silencio); estocada, aviso (saludos).

El Rey emérito hizo la ruta del norte y de San Sebastián llegó a Bilbao. Tres brindis, tres, le cayeron, uno detrás de otro. De Ponce, Juli y López Simón. Y en cada uno, división de opiniones: muchos aplaudieron y otros tantos pitaron. La constatación de la pluralidad en la afición taurina. Se puede ser monárquico, y lo contrario. Y nada pasa. Y todo ocurre en décimas de segundos, ésas en las que se dispara al unísono un olé. Ayer los contábamos casi con los dedos de la mano. Fueron en los albores de la tarde cuando nos sobrevino. A ratos, como los buenos momentos. Con el toro, que sí fue notable. Un ejemplar entregado a la causa, noble, repetidor y con una codicia a tener en cuenta, si veía muleta y más muleta no paraba de embestir. Un maquinón. A Ponce fue a parar, que cortó una oreja del animal. Fue faena intermitente, agradecida a la suavidad y más jaleada cuando le tapó la cara, cosió las arrancadas y torear y torear. Ocurrió al principio en una tanda cortita y otra más al acabar y entre una cosa y la otra, lo intentó al natural, más por fuera y con menos conjunción y se agolparon las intermitencias. Antes de la espada encauzó la historia con otra tanda de derechazos, ésta sí de ligazón. Estocada. Oreja. Y poco más dejaría el cuarto. Un toraco. Serio, grandón pero hueco de energías para perseguir el engaño. Quería el animal y tomaba la muleta con largura y nobleza pero también tropezón y tropezón y así el toreo se va alejando hasta convertirse en una utopía, también en las manos de Ponce, por mucho que se le quiera.

A El Juli le salió un primero a contraestilo y eso que es ganadería de la casa. Pocos habrá que se la conozcan mejor que Julián. Pocos o ninguno. Pero el segundo toro se defendió en la muleta por la purita falta de fuerzas. Nada que rascar en el repertorio del torero. Tampoco el quinto dio para grandes alegrías. Movilidad pero sin clase. A Julián se le fue la vida en intentar superar los defectos del toro, y la faena no dio para superar la historia.

Tampoco el tercero nos dejó grandes aventuras. Muy a menos tan pronto que apenas nos dio tiempo al disfrute. El sexto creímos que volvería a los corrales, se mantuvo pero mostró cierta flojera aunque luego duración. En las arrancadas cabía todo por la desigualdad; difícil gestión para un López Simón que no llegó a encontrar uniformidad en el caos. De lejos, de cerca, de uno en uno, al pitón contrario, encerrado a la vuelta de un natural cuando el toro se quedó abajo. Justo ahí había quedado la tarde. Resignada. Y entre palmas, palmitas se fueron los toreros, y el Rey, en esa tarde en la que el Rey se había quedado sin rey. Los complejos desafíos del ruedo.

Ginés Marín por Roca Rey, hoy, en Bilbao

El torero Roca Rey, que se encuentra convaleciente tras la grave voltereta que sufrió el pasado jueves en Málaga, no podrá hacer el paseíllo hoy en Bilbao. En su lugar actuará el joven gaditano Ginés Marín, y compartirá cartel con Morante de la Puebla y Diego Urdiales. Los toros reseñados para este festejo son de la ganadería de Alcurrucén.