Toros

Toros

Ensayo general ilusorio

Antonio Ferrera, que volvía después de una dura lesión, y El Juli salen a hombros en Olivenza con una brava y encastada corrida de Garcigrande

Antonio Ferrera y El Juli, salen a hombros
Antonio Ferrera y El Juli, salen a hombroslarazon

Antonio Ferrera y El Juli salen a hombros en Olivenza con una brava y encastada corrida de Garcigrande

Olivenza. Tercera de feria. Se lidiaron toros de Garcigrande y uno, sexto, de Domingo Hernández, terciados de presentación. El 1º, buen toro de gran pitón izquierdo; el 2º, noble y bajo de fondo; el 3º, rajado, embiste a arreones pero con movilidad y repetición; el 4º, bravo y encastado; el 5º, noble y de calidad; y el 6º, repetidor y más bruto. Lleno de «no hay billetes».

Antonio Ferrera, de grana y oro, pinchazo, estocada, aviso (oreja); estocada corta (oreja).

El Juli, de canela y oro, pinchazo, estocada trasera (oreja); estocada (dos orejas).

Alejandro Talavante, de malva y oro, pinchazo, estocada, aviso (oreja); dos pinchazos, estocada corta (silencio).

¿A cuántas pulsaciones se le pondría el corazón? Sólo verlo era para hiperventilar. Ocurre todo tan rápido, tan volcánico, que sólo el tiempo devuelve las palabras a lo visto. Empezaba Talavante la faena de muleta al tercero, después de medio inmolarse en un quite por gaoneras de desconcierto, el trasero sobre el asiento reposaba ligero ante lo incierto. Y vino después una arrucina de rodillas que pareció sorprenderle hasta al propio torero, como si fuera decisión de última hora y apenas le diera tiempo a pasarse por la espalda el trapo. El Garcigrande como un huracán y la escena desde la distancia sobrecogedora. Se rajó después el animal, como si también le hubiera superado la situación. Arreaba el Garcigrande, esa era y fue su manera de acudir al engaño de Talavante, pero lo hizo con repetición, y la faena fue rara, ligada, con ese punto de innegable magia que le acompaña al extremeño pero también ligera como si todo ocurriera demasiado rápido, sin esas profundidades que hace que el toreo de Talavante nos arrebate. Trujillo se desmonteró. Y Talavante dejó una faena mecanizada a un toro que repetía en el engaño más brutote y con menos claridad. Fue el sexto, el que cerró plaza, festejo y desconcierto. La tarde transcurrió en un sí pero no. Garcigrande lidió una buena corrida, más a modo imposible y no salimos locos de la plaza, poco más allá a la vuelta del entretenimiento. Malas cuentas, aquello se convirtió en un ensayo general ilusiorio.

Torería tuvo el saludo capotero de El Juli después de esperar un infierno hasta que salió el segundo. ¡Cómo debe ser esa espera! Marcaba el toreo con la capa con las manos hundidas sobre la arena, sentido figurativo y literal de mitad de capote para abajo. Así los lances de recibo, así una chicuelina o las dos tijerillas del quite. Así, así la vida. El toro no tuvo la boyantía del primero de la tarde que lo daba todo, lo entregaba sin pedírselo, este tuvo nobleza pero el fondo justo y había que buscársela. La faena de Juli tuvo el pulso exacto, el mismo en el temple, la suavidad infinita y la largura en el trazo. Lo hacía fácil. Y para acabar de caldear aquello hizo y rehizo un rosario de circulares de los que o te gustan o sales mareado.

Esta vez el que hizo todo por abajo fue el toro. Calidad excelsa la del quinto, si llega a tener más ímpetu arma la revolución. Faena larga de El Juli. Ligada. Y templada. Y monótona.

Ferrera volvía dos años después de luchar con una lesión de brazo. Movió la capa en el primero con maestría. Afloraron los 20 años en el ruedo. Y el toro fue cómplice. Mago este "Descorchado"que toro bravo y bueno con un pitón izquierdo estrella. Garcigrande bueno. Fue faena de reencuentro, pero sin el embrujo de la conexión.

Arriesgó en banderillas con algún que otro susto en el cuarto y no iba a ser fácil la faena de muleta. Tenía un reto en cada embestida, bravo el toro y encastado, había que sacárselo, tirar de él, mandarle, lo tenía dentro eso sí. Buscó los resortes de su tauromaquia para dar con las teclas, no volvió la cara y de vez en cuando se encontraron en ese duelo que era el toreo. No sonó la música pero no se perdía detalle de lo que pasaba allí. A hombros se fue con El Juli en el día de su vuelta.