Toros

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Marcos y Adame, listos y con concepto para el toro

Charro y azteca pasean sendas orejas en Santander con los dos novillos potables de un desrazado encierro de José Cruz

Natural de Alejandro Marcos al colorado primero en Santander
Natural de Alejandro Marcos al colorado primero en Santanderlarazon

Santander. Cuarta de la Feria de Santiago. Se lidiaron novillos de José Cruz, desiguales de presentación, terciados salvo 3º y 4º, con más trapío. El 1º, noble con transmisión, de buen pitón izquierdo; el 2º, con movilidad pero sin entrega, se rajó pronto; el 3º, con bondad; el 4º, brutito y con genio, muy deslucido; el 5º, manejable, acabó buscando la huida; el 6º, manso y orientado, con peligro. Más de media entrada.

Alejandro Marcos, de rosa y plata, estocada casi entera (oreja); estocada trasera (saludos).

Luis David Adame, de celeste y oro, buena estocada (saludos); estocada casi entera (oreja).

Rafael González, de sangre de toro y oro, bajonazo (saludos); pinchazo, estocada trasera y caída, aviso, dos descabellos (saludos).

Dicen que todos los caminos conducen a Roma. La mayoría, también al toro. Al ansiado doctorado. Se aplicaron el tópico Alejandro Marcos y Luis David Adame en la cuarta de la Feria de Santiago. Sendas orejas pasearon ambos, aunque por distinta senda. Gustó al natural el charro, mientras que Adame tuvo que afanarse y tirar de todo su arsenal para arrancarla del quinto. El denominador común es que a ambos les ve preparados para una próxima alternativa.

Alejandro Marcos demostró que es un novillero ya cuajado. Se le vio hecho, asentado en su toreo castellano, resuelto en la cara de las reses y con variedad de recursos. Con larga cambiada y dos faroles recibió al colorado que rompió plaza. «Camorrista» tuvo nobleza. Pese a salir suelto en los primeros tercios, en el último, repitió con bondad en la muleta del novillero charro. Por abajo, regaló embestidas notables, especialmente, por el izquierdo. Ahí, Marcos logró acoplarse más en dos series. Naturales limpios y ligados de buen trazo. Gusto y clasicismo en los remates. Faena bien estructurada, en la que puso, espaldinas incluidas, lo que faltó al utrero cuando se fue apagando en el tramo final. Lo despachó de estocada casi entera de efecto fulminante que puso el trofeo en su mano.

El día y la noche con el deslucido cuarto. En todos los sentidos, amplio de sienes y con mayor trapío, tampoco tuvo nada que ver su comportamiento. Mansurrón. Brusco y con genio, embistió a arreones, soltando la cara siempre por encima del estaquillador. Marcos lo intentó una y otra vez, recurrió a su buen manejo de la tela con la zurda, pero era una utopía. Imposible.

Con la vitola del que ostenta el trono en el escalafón novilleril, Luis David Adame atraía buena parte de las miradas del cártel de ayer. Su notable paso por Madrid se ha hecho notar y el aficionado le espera. Por ejemplo, ayer, en el coso de Cuatro Caminos. Hubo que esperar al quinto para palpar esas sensaciones cantadas. El punto de inflexión fue un ceñido quite por lopecinas en los medios. Abierto el compás. Meritorio. Entró el público en su labor y Adame puso el resto. Ya desde el comienzo por doblones. Con torería. La faena fue un constante ejercicio de tesón del hidrocálido ante un animal que, enseguida, buscó la huida. Dos series duró su fijeza. A partir de ahí, Adame le buscó las vueltas y aprovechó su movilidad hasta meterse entre los pitones. Cómodo en esos terrenos. Manoletinas finales y una estocada entera en la suerte de recibir. Peleada oreja.

Sólo había podido saludar una ovación a la muerte del rajado segundo. Tuvo movilidad y le dejó exhibir su solvencia con el percal en un ajustado quite cosiendo chicuelinas, tafalleras, cordobinas y gaoneras. Pero luego tendió a puntear los engaños, incluso algún enganchón, y se aburrió pronto en la franela del azteca. Acabó muy agarrado al piso cerca de tablas. Ni las ceñidas manoletinas ni la buena estocada lograron despertar al tendido. Saludos.

Menos placeado que sus compañeros de terna, Rafael González suplió con esmero su aparente verdor. Le dejó con inteligencia la muleta muy puesta al manejable tercero. Del desrazado encierro de José Cruz, fue el otro utrero que tuvo bondad en su embestida. Logró así ligar las series en redondo y el trasteo tuvo cierto ritmo. Menos lucimiento a izquierdas. Transmitió interés y ganas al público, que le pidió la oreja -sin éxito- a pesar de cobrar un bajonazo muy feo en la suerte suprema.

El sexto fue un marrajo. Abanto en los primeros tercios, cortó una barbaridad en banderillas. En la muleta, fue idéntica alhaja. Reservón, midió al madrileño siempre embistiendo cruzado y andando. Lo probó con desparpajo, pero el orientado novillo aireó más sus bisoñez. Incluso lo volteó sin consecuencias. Recia paliza entre las astas para terminar la tarde. Se fue de vacío. Los trofeos para Alejandro Marcos y Adame. Buen concepto ambos. Su salto al toro les queda cerca.