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El Cordobés: plantón a sus hijos

Finalmente el diestro no acudió ayer al primer duelo taurino como hermanos entre Manuel Díaz y Julio Benítez en Morón de la Frontera

Pese a la ausencia paterna, la de ayer fue una tarde magistral para los hermanos: tanto Díaz (a la izquierda) como Benítez (a la derecha) salieron por la puerta grande
Pese a la ausencia paterna, la de ayer fue una tarde magistral para los hermanos: tanto Díaz (a la izquierda) como Benítez (a la derecha) salieron por la puerta grandelarazon

Finalmente el diestro no acudió ayer al primer duelo taurino como hermanos entre Manuel Díaz y Julio Benítez en Morón de la Frontera

Cuando en 1981 el afamado productor Aaron Spelling apostaba por la serie «Dinastía», Manuel Benítez «El Cordobés» se despedía de los ruedos tras una trágica corrida en Albacete. Tenía entonces 45 años, aunque no fue hasta 2000 cuando su retiro fue definitivo. La historia de su vida habría dado a los Shapiro –guionistas del culebrón americano– hilo argumental para escribir varias temporadas más. Ayer la estirpe cordobesa protagonizó su particular «familia Benítez» al estilo estadounidense de «Dinastía: la gran reunión», ese capítulo especial rodado tiempo después en el que se ataban los cabos sueltos tras años de trama de la serie, incluyendo un final feliz. La «versión califal», sin ese final de cuento, tuvo su epicentro ayer en Morón de la Frontera, en la plaza de toros del empresario Manuel Morilla, inaugurada hace justo 16 años por Manuel Benítez junto a Enrique Ponce y el Juli. Díaz y Benítez torearon por primera vez juntos, como hermanos de padre reconocidos por decisión judicial.

La corrida de la ganadería de Las Monjas había quedado en segundo plano. El cartel mixto, completado por Diego Ventura y organizado por la empresa Campobravo, había logrado su objetivo: 5.800 localidades vendidas –incluso hubo quejas por una supuesta venta superior al aforo máximo– y una expectación mediática desconocida. Media hora antes del paseíllo no cabía un alfiler, que seguía viendo entrar público con más de 30º al sol.Pese a las últimas informaciones desveladas en este mismo diario, se mantenía un atisbo de esperanza de ver el primer encuentro entre padre e hijos en un ruedo, pero no ha podido ser. Tal y como avanzó ayer LA RAZÓN, la negativa de Manuel Díaz a acudir a un tentadero con su padre y hermano en presencia de la Prensa dejó a El Cordobés padre en su domicilio. Así, el emotivo encuentro después de tantos años (48) seguirá esperando una fecha.

Sin el Califa en el tendido, toda la atención se centró en sus hijos, recibidos en el paseíllo a los sones del pasodoble «El Cordobés». Otro guiño. Díaz contó con el apoyo de su mujer Virginia Troconis y sus dos hijos. La pareja de Benítez, Isabel Jiménez, a escasos metros de la que puede ser su futura cuñada, y Cayetano Rivera, en el burladero como amigo común de los hermanos, completaban los representantes de la familia y rostros conocidos en una jornada que se presumía histórica y no pasó de entretenida. Pocas caras más famosas: el torero Chiquilín, Palomo Linares y el cantaor flamenco Nano de Jerez.

- Sentido abrazo

No hubo ese giro inesperado que rompe el hilo argumental. Sólo el conocido salto de la rana de Díaz, que recibió dos trofeos por su primer toro. Antes el reojenador Diego Ventura dedicó a los hermanos su primer toro, al que cortó una oreja, y dos al segundo. Julio, templado, recibió de rodillas al suyo en una faena larguísima en su primer astado, por el que también obtuvo dos premios. La esperada puerta grande, con otros dos trofeos para Díaz, no se hizo esperar. Le había dedicado la faena a su hijo Manuel. Julio hizo lo propio con su hermano, provocando una ovación cerrada cuando ambos se fundieron en un sentido abrazo en mitad del ruedo. «Sangre de mi sangre», con estas palabras habría calificado el Califa un cartel que optó por no ver, dando continuidad a la trama de la guerra familiar. Al menos, entre hermanos se ha creado un vínculo... por ahora, taurino.