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Pablo Saugar 'Pirri': «Cada tarde que vuelva a torear será un milagro»

«Si dijese que no pienso en la reaparición, mentiría, pero no es mi meta más cercana», afirma el torero

Pablo Saugar 'Pirri'
Pablo Saugar 'Pirri'larazon

«Si dijese que no pienso en la reaparición, mentiría, pero no es mi meta más cercana», afirma el torero.

Hace ya más de un mes que el torero de plata Pablo Saugar «Pirri» sufrió una de las cornadas más duras de la temporada. Fue en Pamplona, el 9 de julio, el día que recordábamos el I aniversario de la muerte de Víctor Barrio,al cual auxilió él, cuando un toro embestía brutalmente al experimentado subalterno, produciéndole «disección de uretra y evisceración intestinal, rotura completa de pared abdominal y múltiples perforaciones intestinales», una estremecedora cogida que pudo presenciar su hermano, ya que también lidiaba en ese mismo festejo. A día de hoy, Pirri se encuentra siguiendo el proceso de recuperación ya en su casa, y desde allí nos cuenta cómo lo está viviendo y también reflexiona sobre la figura del banderillero, que él y su familia tan bien representan. Una histórica saga de rehileteros que está repleta de casualidades y anécdotas.

–¿Cómo evoluciona su recuperación?

–De momento la recuperación va muy lenta, hay que tener mucha paciencia, pero es normal por la zona que es, una región muy blanda. Como no tengo pared abdominal, me han puesto una malla, que es lo que más me molestará hasta que el tejido cubra en su totalidad el material, al menos hasta finales de agosto.

–¿Este tipo de percances deja otro tipo de secuelas más allá de las físicas?

–Todas las cornadas dependiendo de en qué momento se produzcan también te pueden afectar psicológicamente, aunque yo tengo la fortuna de encontrarme bien de estado de ánimo. Sé perfectamente lo que pasó, soy capaz de asumirlo como un accidente y gracias a Dios he tenido muchísima suerte de que sucediese en Pamplona y caer en las manos del doctor Hidalgo y su cuerpo médico.

– ¿Sigue teniendo presente cada día el percance, un mes después de que sucediese?

–Sí, lo tengo muy en mente. Tener una cornada en el abdomen te impide hacer muchísimas cosas, mi actividad está muy limitada desde aquel día. Aunque hago una vida normal y de mucha tranquilidad, todavía me siento débil a causa de la anemia que padezco por la gran pérdida de sangre que sufrí.

–¿En su día a día, tiene a la vista el objetivo de la reaparición?

–Si le dijera que no lo pensara, mentiría. Pero mi objetivo más inmediato es que el día 31 de agosto ya se me hayan cerrado las heridas y pueda empezar a ejercitarme. Lo normal es que los plazos de rehabilitación se alarguen hasta los tres meses. Debo ser consciente de por lo que he pasado.

–¿Le ha venido a la cabeza en algún momento lo sucedido en Teruel hace un año?

–No, en ningún momento. Nosotros somos la tercera generación de banderilleros en mi familia. Mi saga ha participado en miles de festejos y el toreo es una profesión que consiste en un vaivén entre la vida y la muerte. Alguna vez nos ha tocado vivirlo desde muy cerca, como le sucedió a mi padre con El Yiyo o este año a mi compañero Jarocho con Iván Fandiño. Pero al fin y al cabo son casualidades.

–¿Hasta qué punto puede llegar a afectar la superstición en el mundo del toro?

–Es un tema por el que parecen preocuparse más desde fuera que en el mundo del toro. A nosotros nos ampara una profesionalidad de muchísimos años y esas estupideces y salidas de contexto no nos repercuten.

–¿Para usted qué significa ser subalterno?

–Ser subalterno consiste en ser y sentirse torero. Yo duré muy poco como matador de toros y luego pasé a ser banderillero y para mi significó un paso adelante para seguir desarrollándome como torero y como persona. Es algo de lo que estoy tan orgulloso y que me parece tan hermoso como ser matador. Además, creo que los toreros también se preocupan de tener buenos profesionales a su lado, ya que conocen la importancia que eso conlleva.

–¿Un banderillero puede permitirse tener su propio ego?

–Eso depende de la persona. Hay banderilleros a los que les gusta lucirse mucho, que es muy respetable, pero mi interpretación es la de servir a mi diestro. Su triunfo es mi triunfo y viceversa. Mi labor consiste en que el éxito de mi torero llegue lo antes posible. Siempre he optado por estar en un segundo plano, torear para el matador antes que para mí.

–¿Cree que la faceta de subalterno puede trascender más allá de los ruedos?

–Por su puesto, la lealtad es uno de los valores que más se aprenden de mi profesión y que más debería aplicarse en los demás aspectos de la vida.

–¿Cómo comparte con su hermano la cuestión familiar y profesional?

–Estamos muy pendientes el uno del otro y sufrimos de forma mutua. Aunque también hay un pique profesional, ya que si comparto tarde con él yo quiero hacerlo lo mejor posible. Pero por su puesto que el corazón y la sangre también tiran. Puede parecer increíble que mi hermano fuese capaz de seguir lidiando en Pamplona después de lo que me ocurrió a mí, pero aunque suene frío, a veces la cuestión profesional debe estar por encima de la afectiva.

–¿También se aprenden cosas de las cornadas?

–Esta última, que ha sido la más grave de las tres que he tenido, me ha recolocado en muchos aspectos. Damos importancia a muchas cosas que son banales, y aprendes a disfrutar de lo que tenemos más cerca.

–¿Se sufre igual una cornada con 20 años que con 40?

–Ahora debo tener mucho más cuidado para no sufrir recaídas y no sobrepasar mis límites. Con los años aprendes a escuchar a tu cuerpo. Quiero reaparecer al menos al mismo nivel al que estaba esta temporada. No tengo prisa, cuando llegue llegará. No puedo olvidar que cada tarde que vuelva a torear será un milagro.

–¿Se imagina poniendo algún día banderillas con velcro?

–Ni siquiera me lo planteo. Creo que censurar estas suertes significa mutilar nuestra cultura y nuestra fiesta.

–¿Cómo habría titulado usted el libro que la escritora británica Shelly Frape ha escrito sobre su dinastía de banderilleros?

–Me cuesta horrores resumir la trayectoria de mi familia en unas solas palabras, pero si tuviese que hacerlo diría: «Hombres dedicados al toreo».