Feria de Abril

Padilla se hizo príncipe con su versión ciclón

El jerezano corta tres insólitas orejas en la feria de Abril de Sevilla y El Fandi una

Padilla sale a hombros por la Puerta del Príncipe de La Maestranza
Padilla sale a hombros por la Puerta del Príncipe de La Maestranzalarazon

El jerezano corta tres insólitas orejas en la feria de Abril de Sevilla y El Fandi una

Sevilla. 14ª de feria. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, bien presentados. El 1º, descastado y sin entrega; el 2º, brusco, de media arrancada y noble; el 3º, brutote y con todo, le cuesta pasar; el 4º, noble, sin poder y sin ritmo; el 5º, encastado, repetidor pero falto de entrega; y el 6º, de buen juego. Tres cuartos muy largos de entrada.

Finito de Córdoba, de catafalco y oro, pinchazo, estocada baja (silencio); y estocada (silencio).

Padilla, de azul pavo y oro, estocada (oreja); y estocada (dos orejas).

El Fandi, de nazareno y oro, estocada corta desprendida (silencio); y bajonazo (oreja).

La tarde aquella, se acordarán, nos acordaremos en la que Morante se sublimó ocurrió que nada más acabar llovió como si no hubiera mañana. Y no lo había. Hay tardes que marcan un antes y un después. Y esa lo fue por generaciones. Pasadas 20 horas regresábamos al lugar de los hechos bajo la lluvia, había caído durante el día y lo hacía a traición cuando se tenía que subir el telón. Se demoró la hora de comienzo, los treinta minutos de rigor para quitar la lona, arreglar al piso y mirar de reojo al cielo. Nos respetó después. No tanto la corrida de Fuente Ymbro. Caía la ilusión sobre las muñecas de Fino, que está de vuelta con un cuarto de siglo a sus espaldas y todavía de ida. Pero el primero, sin entrega, no quiso y así una tanda de derechazos logramos salvar. Salvar para salvarnos. La nobleza del cuarto encontró el freno en la falta de poder y de ritmo, no tenía el fuenteymbro dos embestidas iguales. Finito de Córdoba le buscó las vueltas y en una verticalidad puramente armoniosa dejó alguna tanda diestra que da gusto ver. Y poco más. No lo había.

Después... Ocurrió. Sí. Padilla se fue a portagayola. En esta plaza con ese toril inmenso tuvo doble mérito. Y triple por lo limpia que le salió la larga cambiada de recibo. Fue todo lo que pasó después un patrón a la medida de Padilla. Inicio de rodillas, intento de toreo diestro y al natural, circulares y colofón de manoletinas antes de tirarse a matar. Hundió el acero, había metido en el canasto al público y paseó un trofeo. El fuenteymbro no se lo puso en bandeja. Medidas las arrancadas, más bien cortas, más bien bruscas y a su favor nobles. A la puerta de los miedos se fue de nuevo. Mejor en las verónicas y se enredó después en dos o tres o yo qué sé cuántos remates para acabar el saludo de capa. Estaba imparable en la versión Ciclón de Jérez. Y así de rodillas en el centro del ruedo soportó una colada del toro que le pudo salir cara. Embalada una tanda con la otra, el fuenteymbro fue encastado aunque no tardó mucho en defender más las salidas por arriba que por abajo. Vueltas y revueltas pegó Padilla para consolidar su espacio. Lo luchó tanto, con tanto ahínco, como la recuperación de aquella fatídica cornada de Zaragoza, que el público le compró la historia. Y en este nuevo renacer se vio de pronto príncipe de Sevilla a hombros de esa ansiada puerta que tantas tardes se nubla, aunque lo vivido sea gloria. Y de pronto se abrió. El jolgorio era mucho. Su entrega infinita. Y la contradicción de otros tantos, entre los que me incluyo, íntima. Asimilando. Hay terrenos que por sagrados, perturban... ¿Qué hace ese presidente dando las dos?

Ni el deslucido tercero ni la faena de Fandi arregló, así que se fue a portagayola con el sexto y se echó de rodillas después. Fue el sexto el bueno y se vio cuando viajó por el pitón zurdo hasta el final. El bajonazo no evitó el trofeo. Otra Sevilla. Otro corazón. A mí que me lo miren, que éste no me late.