Toros

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Posada de Maravillas: «Es fundamental tener paciencia y humildad para afrontar una temporada como la mía»

El torero extremeño, que tomó la alternativa en 2015 y confirmó en Madrid en el pasado San Isidro, afronta la segunda parte de la temporada con optimismo y a la espera de nuevos compromisos

Posada de Maravillas
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Se define como un «tío» súper feliz tanto en la vida como en la profesión, a pesar de estar sufriendo la dureza de los despachos: los contratos. El día del patrón de la capital, San Isidro, confirmó alternativa en Las Ventas. No fue la tarde. La tercera por ahora. Pero si volviera a nacer, tiene claro que elegiría de nuevo ser torero. «Porque es mi vida”. Posada de Maravillas, el menor de la dinastía de toreros más longeva de la historia, habla para LA RAZÓN con alegría y optimismo en sus palabras.

-¿Le pesa el apellido Posada?

-Al revés. Es un aliciente para perpetuar la dinastía y que siga en activo. A día de hoy es la más longeva de la tauromaquia y me encanta el poder contribuir a que lo siga siendo.

-A pesar de pertenecer a una familia de toreros, tardó en aficionarse...

-Al principio me encontraba ajeno a la profesión. Casi en contra. El desconocimiento hace que carezcas de la sabiduría para ver más allá, pero poco a poco me fueron inculcando los valores y enseñando los entresijos de la tauromaquia. Y así, a los 12 años, comenzó a surgirme la vocación de ser torero.

-¿Cree que ese desconocimiento es el factor que hoy en día impide hacer aficionados?

-Por supuesto. Al igual que me sucedió a mí le ocurre a la sociedad en general. El desconocimiento que hay sobre los festejos taurinos es brutal. Nos dejamos llevar por las modas, y ésta antitaurina no es la excepción. Está impulsada por unos pocos, pero son gente muy influyente en la sociedad, como las personas que están presentes en las televisiones. Las modas pasan, pero en ésta se está haciendo bastante hincapié. Nos venden una auténtica mentira. Es verdad que es un espectáculo en el que hay sangre y muerte, pero se aferran únicamente a ello y eso es lo que choca y cala en la sociedad.

-¿Y como solución?

-Para empezar, desde el sector estamos muy separados. Si nosotros mismos no nos ponemos de acuerdo, difícilmente se pondrá la gente que es ajena a la tauromaquia. Hay que modificar muchísimas cosas, incluido el reglamento. Y de cara a aficionar a los jóvenes, en primer lugar hay que inculcarles que no solamente la tauromaquia reside en el espectáculo que se ve en una plaza de toros. Tienen que conocer el porqué de tal fin, sumergirse en la base de la tauromaquia.

-Me hablaba de valores, ¿cuáles le ha inculcado el toreo a la vida?

-El toreo para mí es una manera de vivir. Puedo torear más o menos, pero me dedico de lleno al toro. Lo principal que te enseña la tauromaquia es el respeto y la educación, cualidades ausentes hoy en día. El respeto es ante todo libertad.

-Hemos planteado soluciones para crear afición, pero para ello debe existir el toreo que cautive al aficionado, ¿cómo definiría el suyo?

-Realmente no me gusta definirlo, pero siempre digo que es distinto, ajeno a los dichos. Aun así, siempre he intentado técnicamente acercarme a los toreros que han despertado algo en mí, aunque siempre ha primado lo que llevo en mi interior. De no ser así, estaríamos hablando de una imitación.

-Este año confirmó alternativa en San Isidro con Talavante como padrino y Roca Rey como testigo, ¿qué sensaciones recuerda?

-Las mejores, aunque hay que reconocer que las cosas no salieron como uno quiere. Los toros muchas veces no te ayudan, y el resultado fue una pena, tenía muchísima expectación. Fui con una preparación enorme tras el invierno, pero la moneda cambia en un momento.

-Aquella tarde era clave en su carrera...

-Madrid es el punto de inflexión en la carrera de cualquier torero joven. Antes toreabas en los pueblos para poder ir allí, y ahora es al contrario. El rodaje y la preparación la debes hacer en el campo y toreando de salón para afrontar una tarde en Las Ventas. Luego esperar a que salga bien y ya formalizar nuevos contratos.

-Tres paseíllos en 2016, ¿cómo se reconforta uno para no abandonar?

-Lo que no puedo hacer es renunciar porque el toreo es mi manera de vivir. Hay que tener mucha paciencia y humildad para afrontar estas situaciones.

-¿Cómo vive su día a día?

-Posada de Maravillas es un tío súper feliz, tanto en la vida como en la profesión. Una persona que se divierte muchísimo y, desde luego, si volviera a nacer, elegiría de nuevo ser torero. Porque lo que más le gusta en el mundo es torear, bien sea en la plaza o en el campo.

-¿La mirada la tiene enfocada en alguna fecha concreta?

-En todas. En hoy, en mañana y en pasado. Nunca sabes cuándo puede surgir la llamada. Aun así, alguna cosilla hay planeada en agosto. Septiembre está en el aire. Si este año no es el mío, será el siguiente, y si no, al próximo.

-Nuevos toreros jóvenes están revolucionando el toreo, ¿se ve capaz de subirse al carro de la regeneración?

-Es muy bonito ver que se está rejuveneciendo la fiesta en cuanto al escalafón y a los aficionados. Es importante apostar por los toreros jóvenes. Ellos tienen nuevas esperanzas, nuevos conocimientos y nuevas expectativas. Esta savia nueva es fundamental. El toreo ha evolucionado técnicamente, pero si el escalafón no se regenera, esto no tiene ningún futuro. Es importante que las figuras sigan siendo figuras, que sigan llevando a la gente a la plaza, pero en esos carteles es importante anunciar a los toreros jóvenes para que la gente menos aficionada los comience a conocer.

-Desde su juventud, ¿cree que el toreo se está adaptando a los nuevos tiempos?

-Desgraciadamente, no. En ningún momento he visto la intención de evolucionar. Personalmente creo que somos los toreros jóvenes los que tenemos la obligación de llevar a la gente nueva a la plaza. Porque las masas jóvenes se mueven con la gente joven. ¿Dónde van los chavales? A los botellones, que es donde se junta esa gente joven. Hay que meterlos como sea. Es la mejor manera de que esta evolución se consolide y que se vea que la tauromaquia es de todas la edades.

-¿Y cómo se lo vendes?

-La tauromaquia es una referencia para la vida misma. Cualquier espectáculo que vayan a ver no es tan real como éste. No es ficticio, no es materialista, es lo más sensible y artístico del mundo. Todos estos aspectos y valores que engloba el toreo se están perdiendo en la sociedad. Es muy triste decir que muchas veces no me siento adaptado a los nuevos tiempos que corren.

-Quizá las redes sociales sean el instrumento adecuado para divulgarla.

-A mí las redes sociales me gustan, pero reconozco que es algo mega ficticio. De todas formas, tenemos la obligación de fomentar la tauromaquia a través de ellas o de otro medio. Es importantísimo porque ahora mismo es lo que se lleva. Hay que trasladar la esencia de la tauromaquia pero siempre con el respeto que merece.

-Un respeto del que han carecido algunos detractores durante estas últimas semanas tras lo de Víctor.

-Muchas veces tienen que ocurrir este tipo de desgracias para que la gente se dé cuenta de lo que realmente es este espectáculo. A las personas que han emitido esos mensajes no se les puede llamar ni personas, es lo más inhumano que he visto en mi vida. No me gustaría pensar que ésta es la sociedad que quieren los verdaderos impulsores de la corriente anti. Aprovechan cada situación para llamarte asesino y meter mierda a la tauromaquia, cuando lo único que hacen es demoler los valores fundamentales de la sociedad. Si la evolución que esta gente quiere va a estar fundamentada en el sufrimiento humano y en esta falta de valores, yo no quisiera pertenecer a esa sociedad.

-Tras la desgracia, ¿se han revalorizado los valores de toreo?

-Nosotros mismos decimos que nos jugamos la vida, pero, en muchas ocasiones, no somos conscientes de ello. Todo ha evolucionado: la medicina, las enfermerías, las plazas de toros y, afortunadamente este tipo de desgracias no ocurren con frecuencia. Ha sido un caso aislado y en el que Víctor tuvo mala suerte. Pero esto es así, otra cosa es que no queramos verlo. Es la letra chica del contrato de torero. Y yo desde luego, si me das la opción de morir en una plaza de toros, o morir en otro momento, te aseguro que me encantaría morir en una plaza de toros, porque es mi vida, mi pasión.

- Por último, soñemos. ¿Qué le pediría a la vida?

-Seguir disfrutando de mi profesión como hasta ahora, y que a la sociedad de hoy no la engañen como la están engañando con esa evolución ficticia que está rompiendo los valores fundamentales de la vida. Quiero formar parte de esa sociedad de evolución pero desde el respeto y la libertad.