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Posada de Maravillas: «Siempre he querido ser algo distinto en la vida»

Posada de Maravillas: «Siempre he querido ser algo distinto en la vida»
Posada de Maravillas: «Siempre he querido ser algo distinto en la vida»larazon

Después de varios meses de calvario, impresionó a los aficionados con una gran faena en San Isidro

Este veinteañero pacense afincado en Madrid ha sido premiado como Mejor Novillero de San Isidro y se encuentra feliz y orgulloso de llegar donde ha llegado. Juan Luis Ambel, el último de la dinastía torera Posada, por su segundo apellido, ha superado con creces el peor trance de su vida. Nueve meses después de sufrir un grave corte en la mano en Pamplona, Posada de Maravillas ve la luz al final del túnel...

–¿Cómo va la mano?

–Bien, ha sido el trance más complicado de mi vida. Pese a todo, la mano reacciona bien, vuelve a coger su forma, empieza a sentir y eso es como un milagro. Cuando cogí la muleta después de la segunda operación, sentí una gran satisfacción por haber hecho bien el trabajo. Me siento muy fuerte por haber superado esto.

–A día de hoy, ¿está recuperado?

–No. Cuando toreo tengo que tener la mano en reposo durante una semana porque no tengo fuerza ni para coger un lápiz. Me recupero día a día con un fisioterapeuta. Ésta es una profesión en la que hay emoción, pero el dolor está ahí siempre. La verdad, cuando tenga que torear días más continuos, no sé cómo lo haré... (Risas)

El resultado ha sido llevarse el premio al Mejor Novillero de San Isidro...

–Doy gracias a Taurodelta, la empresa de Madrid, no sólo por el premio, sino por haber confiado en un chaval que no tenía ningún futuro cercano por el tema de la mano y apostaron por mí. Y por supuesto agradecer al toro, que es el que verdaderamente te da la grandeza de esta profesión. Nunca pensé que tuviera tanto valor y fuerza de voluntad, pero cuando estás ahí tienes dos maneras: huir o enfrentarte y tirar para adelante con ello, y opté por lo segundo.

–Hay imágenes de su faena en Madrid en las que aparece riéndose. ¿De verdad tuvo ganas de reír en la cara del toro con la paliza que llevaba encima?

–Totalmente. Después de una voltereta tan fea no podía respirar, estaba mareado, no veía casi nada... Pero uno busca ver ese público de Madrid entregado, que es increíble. ¡Cómo no iba a reírme si estaba disfrutando más que en mi vida!

–Después le vieron llorar casi 20.000 personas...

–Sí... Soy una persona muy transparente y cuando estoy en la plaza, para bien o para mal, se ve lo que soy. Estaba roto porque se juntaron muchas emociones...

–No puedo evitar esta pregunta: ¿cómo vivió esa faena?

–Fue muy emocionante. Con la mano izquierda soy capaz de sentir los muletazos de manera diferente. Por ese lado intenté tirar de él y gustarme, y el animal fue excepcional. Hubo un vínculo muy fuerte entre el novillo número 33 y yo.

–Para cambiar de tercio, ¿qué valores ha aprendido del toreo?

–Esta profesión te inculca unos que quizá la sociedad no te los da. Mi familia, siendo toreros, me ha inculcado desde la educación hasta el respeto al animal, que es lo primordial. Sin respeto no hay nada. Cuando sale le digo: «Lo siento, te doy las gracias, pero esto es así; yo te voy a dar mi vida y tú me vas a dar la tuya... ».

–Nació con un capote bajo el brazo, pero hasta la adolescencia no quiso ser torero.

–Con 6 o 7 años era prácticamente antitaurino. Después, mi familia me llevó a conocer un tentadero en el campo y vi que era algo increíble, que no podía hacer una persona normal. Siempre he querido ser algo distinto en la vida. A los dos o tres meses lo probé y dije: «Nadie me podrá quitar ya la fiebre del toro».

–¿Por qué decide anunciarse como Posada de Maravillas?

–Quería dar un toque femenino por las madres en general, pero en especial por la mía, porque sé lo que pasan y no es nada aconsejable. Es una especie de pequeño reconocimiento a todas ellas.

–¿Qué le hace sentir pleno?

–Para mí, la plenitud es estar en la cara del toro. En esos momentos la mente se te queda en blanco y todo es armonía, todo va coordinado como si no fueras dueño de tu cuerpo y éste reaccionara solo, y el animal está perfectamente coordinado contigo. Quizá no es toda la faena, a lo mejor son tres muletazos sueltos, pero ésos son los que te dan la plenitud mayor.

–¿Y su mayor temor?

–No evolucionar, no desarrollarme y no sacar lo que realmente quiero. Para mí es un miedo que las limitaciones te puedan.

–Pasamos por un momento difícil para la tauromaquia. ¿Qué haría para mejorar la situación de la Fiesta?

–La situación es muy complicada debido a que la política, para bien o para mal, se ha metido. La fiesta de los toros es del pueblo, ni de derechas ni de izquierdas. Si el pueblo lo reclama, nadie puede quitarte el derecho a verlos. No entiendo la moda que ha creado ahora algún partido político de querer quitarlos, pero ¿esto qué es...? El toro da dinero, muchos puestos de trabajo; es un motor económico brutal. ¿Quién es esa persona para quitarme mi pan de cada día?

–¿Cómo se les puede plantar cara?

–De la única manera, aunque lo veo muy difícil, es con la unión de todos. Nunca antes ha habido unión entre toreros, empresarios, ganaderos... pero si no la hay ahora no la habrá nunca, porque este tipo de personas vienen a cargarse esto.

–Para terminar, ¿cuándo llegará la alternativa?

–Iba a ser el año pasado, pero no se pudo por la mano. Sé que ahora llegará con mucha más fuerza que antes, pero es la mano la que va a marcar cómo irá todo. Me gustaría que fuera este año y que en ese día estuviera Manzanares porque ha pasado un trance similar al mío y me siento muy vinculado a él.