Toros

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Puerta Grande al natural para Ferrera en la segunda de Sanse

Antonio Ferrera, triunfador de la tarde tras cortar dos orejas a su primer toro en San Sebastián de los Reyes
Antonio Ferrera, triunfador de la tarde tras cortar dos orejas a su primer toro en San Sebastián de los Reyeslarazon

► Plaza de Toros de San Sebastián de los Reyes.

Segunda de abono de la Feria del Cristo de los Remedios.

► Toros de Alejandro Talavante, muy desiguales de presentación, chicos y muy terciados los cuatro primeros. Más serios, quinto y sexto. Desrazados en general salvo el sobrero, bueno por el derecho y el segundo, encastado.

► Rivera Ordóñez, oreja y saludos tras aviso.

► Antonio Ferrera, dos orejas tras aviso y silencio.

► Manuel Escribano, ovación y silencio.

► Un tercio de entrada.

Pasaban ya las agujas del reloj de las 21:30 horas. Dos horas y media de función. Un minuto detrás del otro. Largos. Plomizos. En buena medida por la materia prima. El debut de Alejandro Talavante como ganadero en corrida de toros no pasará a los Anales. Muy desigual de presentación, con cuatro toros terciados y sin presencia y dos más fuertes, y con una exasperante falta de casta. Sólo un encastado segundo que llevarnos a la boca. Lo cocinó a fuego lento Antonio Ferrera, que lo recibió con lances de rodilla genuflexa y brindó después a Morenito de Maracay. Un fijo. Una leyenda en ternas de toreros banderilleros como la de hoy. No lo atacó Ferrera en el comienzo de faena, lo dejó a su aire, que perdiera ese ímpetu de enrazado, para después sacarle todo lo que llevaba dentro. Especialmente, por el pitón izquierdo. Con el toro ya entregado, rajado y haciendo guiños a la querencia, se atemperó el colorado y el extremeño le pegó tres tandas con la zurda excelentes. De uno en uno. Pero muy templados. Limpios. Llenos de personalidad. Hundió el acero casi entero, que surtió efecto de manera fulminante. Dos orejas.

Después, poco pudo hacer con un quinto que brindó al cielo. Honrada la memoria de Dámaso González. Fue un toro serio, bien presentado, muy por encima de lo habitual por la ‘Pamplona Chica’. Declinó ponerle banderillas y trató de buscarle las vueltas en los medios. Empaparlo en la muleta, pero no hubo manera. Medias arrancadas y soltando siempre la cara. Muy desaborío.

Idéntico Everest se encontró Manuel Escribano, que entró en el cartel in extremis en lugar del lesionado Fandi. Se llevó un lote para rasgarse las carnes. Su primero duró dos tandas, muy aplomado, apenas le pudo ligar dos tandas –al natural tras una primera en redondo que prologó con el cambiado por la espalda- en la media distancia, donde se rebrincaba menos, antes de afligirse de manera estrepitosa. El sexto, el otro de mayor trapío, reponía una barbaridad. Siempre embistió sobre las manos y le avisó dos veces con sendos pitonazos al pecho. A Escribano, contrariado, que había galleado por chicuelinas y quitado por caleserinas antes del tercio de banderillas más relevante de la tarde, no le quedó otra que tomar el camino de la espada. Saludos y silencio.

Por su parte, Rivera Ordóñez sacó partido del buen pitón derecho del sobrero que rompió plaza tras partirse el cuerno por la cepa el de Talavante. Un burraco de Victoriano del Río, muy en ‘lo’ de Algarra, que tuvo cierta nobleza para el toreo en redondo. Rivera lo muleteó sin apreturas, ni excesiva reunión, pero con ligazón suficiente para calar en el tendido. Efectismos y desplantes hicieron el resto. Una estocada contraria puso el trofeo en su mano. Con el cuarto, otro toro deslucido y sin emoción, dejó una faena sin argumento. Series inconexas en las que tan sólo destacó alguna trinchera en los remates finales.