Toros

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Todavía un Caballero se la juega por el cáncer de niños

El torero suma cinco trofeos en su encerrona a beneficio de la Fundación Aladina

Felipe Juan Froilán, el nieto del rey emérito, saluda a Gonzalo Caballero
Felipe Juan Froilán, el nieto del rey emérito, saluda a Gonzalo Caballerolarazon

El torero suma cinco trofeos en su encerrona a beneficio de la Fundación Aladina

Ficha del festejo:

Torrejón de Ardoz (Madrid). Corrida en solitario de Gonzalo Caballero a beneficio de la Fundación Aladina y los niños con cáncer. Dos tercios de entrada.

Se lidiaron toros, por orden de lidia, de La Palmosilla, noble, repetidor y punto pegajoso; Jandilla, de buen juego; 3º, Fermín Bohórquez, noble y protestón; 4º, Fernando Peña; bueno, bravo y repetidor, premiado con la vuelta al ruedo; 5º, Juan Pedro Domecq; 6º, bronco y deslucido; Fermín Bohórquez, encastado y franco.

Gonzalo Caballero, de blanco y plata, buena estocada (dos orejas); media delantera, descabello (oreja); pinchazo, estocada corta, tres descabellos (ovación ); buena estocada, aviso (dos orejas); pinchazo, estocada, doce descabellos (saludos); cuatro pinchazos, estocada, dos descabellos (ovación).

Era el solo de Gonzalo. De Gonzalo Caballero. Solo frente al mundo. Frente a seis. La locura. La locura en el abismo y con una causa benéfica como motor. La Fundación Aladina: luchar contra esa crueldad de los niños con cáncer. La gente fue a ver al torero, que llenó dos tercios del aforo, pero de lo que tiró sin lugar a dudas fue de la juventud. Convencidos, con amigos, en grupo, el planazo de la tarde del sábado. En ese solo de Gonzalo Caballero se vistió de blanco y plata, como no podía ser de otra manera. Hay toreros que hasta cuesta verlos de otro color. Y toreó Gonzalo por todos aquellos que no pueden y por todos aquellos que no son capaces de darse, la vida en juego, generosidad infinita, por los demás. Todavía hay dioses sobre la tierra en estos tiempos en los que la tierra, la nuestra, la de todos, se tambalea mientras la quieren resquebrajar. En pedazos somos menos, por mucha historia que cuenten.

Gonzalo se fajó con el primero de La Palmosilla, noble y repetidor con un punto pegajoso, que brindó a Muniain, dentro de esa corte de amigos que no se quisieron perder el evento, como Felipe Juan Froilán, el nieto del rey emérito. Las dos orejas paseó después de matar de una estocada en la yema.

Y lo de jugarse la vida no es una elevación de la palabra ni de las intenciones. Lo recordamos de pronto, a golpe de realidad, cuando el segundo le levantó los pies del suelo con una brusquedad tremenda. Pasa de todo por la cabeza. Y rápido. No se repuso efusivo Caballero, necesitó ayuda pero acabó la faena que había tenido buenos cimientos en el toreo por ambos pitones. Valor y verdad. En todo momento. A Victoria Federica brindó el tercero, que fue franco pero protestón. Lo toreó Caballero como si fuera el último. Esta vez la espada no le acompañó pero sí su voluntad hasta el final. Extraordinario fue el de Fernando Peña que salió en cuarto lugar. Un colorao cómplice del esfuerzo. Gonzalo lo pudo torear a placer y lo mató de una estocada con una expresión brutal. Tardó en caer pero todo llega y al toro se le premió con la vuelta al ruedo. El más bronco fue el quinto de Parladé, que brindó a Sonia González, casi escondida en un burladero del callejón de la plaza, la hija del desaparecido y querido Dámaso. Lo intentó todo Caballero y no le perdonó después con el descabello. Hubo que esperar un poco para que le arreglaran el vestido y se entregó también con el sexto de Bohórquez, sobre todo en las bernadinas finales que fueron de auténtico ¡ay! Se había dado en cuerpo y alma y a estas alturas del festejo pasaba factura. Todavía hoy, mientras el país se resquebraja, hay un Caballero dispuesto a jugarse la vida, por seis, por la lucha contra el cáncer infantil. Ese dolor insufrible. Se fue a hombros. No merecía menos.

Brindis de gala a Victoria Federica

No le quisieron dejar solo en día tan especial sus amigos a Gonzalo Caballero. Y a la plaza de toros de Torrejón de Ardoz, en Madrid, se fueron Victoria Federica, que recibió un bonito y largo brindis desde una barrera de la plaza bajo el capote con el que hizo el paseíllo el protagonista de la tarde. Ocurrió en el tercero del festejo. Mientras su hermano Felipe Juan Froilán vio todo el espectáculo desde el callejón de la plaza. No perdieron detalle ni uno ni otro. Y no era para menos. Fue en cambio, el futbolista del Atheltic de Bilbao Muniain el que se llevó el primer brindis. También la hija del recientemente fallecido Dámaso González, Sonia, acompañada de su pareja Juan Peña. No perdió detalle en toda la tarde el también matador de toros Miguel Abellán. No hubo lugar al aburrimiento mientras el público, de manera espontánea, clamaba de vez en cuando por la unidad de España. Se respiraba que en estos días España duele.