Feria de Abril

Toros de Puerta del Príncipe; triunfo de dos

José María Manzanares cortó dos orejas en la Feria de Abril de Sevilla y Núñez del Cuvillo lidió dos toros de nota

Natural de José María Manzanares en su última comparecencia en la Feria de Abril de Sevilla
Natural de José María Manzanares en su última comparecencia en la Feria de Abril de Sevillalarazon

José María Manzanares cortó dos orejas en la Feria de Abril de Sevilla y Núñez del Cuvillo lidió dos toros de nota

Sevilla. 13ª de feria. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, terciados y desiguales de presentación. El 1º, sosote; el 2º, noble y repetidor; de buen juego; el 3º, encastado y complicado, embiste por dentro; el 4º, movilidad, nobleza y de escasa duración; el 5º, toro bueno, bravo y repetidor; y el 6º, muy complicado, embiste a arreones, media arrancada y se desentiende. Lleno en los tendidos.

Castella, de azul y azabache, estocada corta (silencio); y pinchazo, estocada (silencio).

Manzanares, de burdeos y oro, estocada (oreja); y estocada punto caída (oreja).

José Garrido, de catafalco y oro, aviso, dos pinchazos, bajonazo, segundo aviso, tres descabellos (saludos); y bajonazo, ocho descabellos, aviso (silencio).

El sorteo parecía estar amañado. Qué cosas. Dos, dos y dos. Los dos buenos se los llevó de calle José María Manzanares. De qué manera. Los dos complicados y que obligaban a poner la cabeza a funcionar para salir ileso del trance fueron a parar a las manos de José Garrido, el más nuevo. No falla. La suerte del principiante, debe ser. Y los dos más tibios a la muleta de Castella que se quedó rezagado, sin rebasar, sin ese paso que el año pasado le puso a funcionar de nuevo bajo el foco de la ilusión colectiva. Núñez del Cuvillo comenzaba su particular maratón de lidiar doce toros en la Maestranza de Sevilla con apenas una noche de feria entre medias para tomar oxígeno o copas, según se mire. Pasada la primera parte, quedan ganas para la segunda. Las que nos dejó el toro «Pitiminí», el segundo de la tarde, primero de Manzanares, y su embestida noble y repetidora. Con él quiso encontrarse el alicantino por momentos, con brevedad en el toreo fundamental, por la derecha y al natural, para aclararnos, y gloriosos los remates, cambios de mano monumentales y algún que otro atado a un pase de pecho ralentizado en el tiempo y la embestida. De esos muletazos por los que uno cambia el reino. Si a eso le precede cinco de los buenos, muero. Y revienta Sevilla. Pero eso no ocurrió. Y van... La espada entró. Qué cañonazo es. Y paseó una oreja. «Tristón» fue un torazo. De bravo, de entrega y capacidad para repetir en la muleta sin levantar la mirada de la tela. Una y otra vez y tiro porque me toca. Tuvo la faena de Manzanares menos estructura que la anterior. Entre eso y que cabía el AVE entre uno y otro, lo dejamos en correcto y lo alejamos de lo excelso. Venga va, espada y oreja. Pero el Cuvillo era para abrir la del Príncipe y recuperar el trono.

Garrido tuvo que apretarse los machos, primero con un tercero encastado que embestía por dentro pidiendo papeles. Ahí abajo había un duelo de poder a poder y resultaba difícil ver dos ganadores. Le pudo salir caro cuando entró a matar y le abrió la taleguilla de arriba abajo. El sexto, que subió en trapío lo que había bajado el otro, arreaba y no volvió Garrido la cara. No era tarde fácil. Castella echó la feria. Discreto con el soso primero y sin grandes novedades con un cuarto que tuvo movilidad hasta que se apagó. No sabemos quién lo hizo antes. Mañana, más. ¿Y mejor?