Actualidad

Ferias taurinas

Un caballero de los ruedos

La Razón
La RazónLa Razón

Es cierto que los toreros vestidos de civil pierden. Les falta esa aura de misterio, de trascendencia ante cada tarde feria que, sí o sí, siempre es determinante porque se juegan la vida. Pero también es verdad que, aun vestidos con traje y corbata –correctos, se echa de menos un poco más de innovación en los cortes y los colores de las corbatas, pero ésta es una vocación-profesión en la que la tradición tiene su poso–, se les reconoce desde lejos su condición por su forma de andar, pausada, solemne, como si estuvieran haciendo el paseíllo, está vez a la casa de LA RAZÓN. Así apareció El Juli, que, todo sea dicho, demostró la misma destreza hablando que toreando, por derecho y entregado. El maestro hizo ayer una faena verbal de dos orejas y rabo. Su padre, Julián López; su madre, Manuela Escobar, y su esposa, Rosario Domecq –a la que aún le puede la timidez de estar casada con una figura de los ruedos expuesta al interés público– lo miraban arrobados. Lógico.

Impresiona, por ser quien fue y porque aún conserva esa elegancia y sobriedad innatas que mostraba en los ruedos, Santiago Martín «El Viti», con esa cabellera blanca egregia y un ligero catarro que supo disimular muy bien. Y de Curro Vázquez, ¿qué decir? Ya habló en los ruedos.

El representante de El Juli, Roberto Domínguez... ¡ay! Si era guapo para aburrir cuando estaba en activo, ahora ostenta una madurez, con esas canas estratégicamente bien colocadas, de envidia y también de admiración. Domínguez llegó acompañado de la presentadora de televisión Elena Sánchez. Eso sí, esquivaron como se distrae a un morlaco con malas intenciones a la Prensa, que no logró fotografiarlos juntos. Todo lo contrario que Cristina Sánchez y su esposo, Alejandro Da Silva, mucho más acostumbrados a los flashes fuera de las plazas de toros.

Los diestros más jóvenes observaban a los veteranos con un respeto cercano a la veneración y a su compañero con complicidad. Cada cual con su talante, Miguel Ángel Perera, serio, al igual que Víctor Barrio. Muchos más desenvueltos, El Fundi y El Tato –que no asistió, lástima por aquello de dar una alegría a la prensa del colorín, con su pareja, la ex modelo Raquel Revuelta– y el mexicano Diego Silveti. Tampoco faltaron ganaderos de postín –Eduardo Miura y Borja Domecq, entre otros– que seguro que le hicieron ojitos a El Juli para que eligiese a sus morlacos para algunas de sus grandes tardes.

Fue un detalle de agradecer, y mucho, la asistencia del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, que sí mima su atuendo indumentario con corbatas que dan alegría y anticipan esa primavera que no termina de llegar, aunque ayer empezó a dar algún amago. Claro, como ya terminó San Isidro, feria en la que siempre caen chuzos de punta...