Feria de San Isidro

¿Y esto es todo?

Decepcionante festejo con el cartel de "no hay billetes"a pesar de que se cortaron dos orejas; una Roca Rey y otra Perera y un buen encierro de Victoriano.

¿Y esto es todo?
¿Y esto es todo?larazon

Decepcionante festejo con el cartel de "no hay billetes"a pesar de que se cortaron dos orejas; una Roca Rey y otra Perera y un buen encierro de Victoriano.

Las Ventas. Vigésima de San Isidro. Se lidiaron toros de Victoriano del Río, bien presentados en general. 1º, movilidad y nobleza; se raja; 2º, noble y repetidor; 3º, manso pero embiste muy humillado y con transmisión; 4º, de buen juego; 5º, muy bueno; 6º, de corta arrancada y deslucido. Lleno de «No hay billetes».

Miguel Ángel Perera, de gris y oro, estocada caída, aviso (silencio); estocada (oreja).

López Simón, de carmesí y oro, estocada, aviso (saludos); dos pinchazos, media, cinco descabellos (pitos).

Roca Rey, de sangre de toro y oro, estocada, aviso (oreja); estocada, dos descabellos, aviso (silencio).

En los llenazos se espera, aunque sea por no empezar a desesperar, que la feria nos devora lentamente, tediosamente, que ocurran cosas. Se depositan todas las esperanzas. Abría plaza Miguel Ángel Perera en un cartel de jóvenes, el peruano Roca Rey que arrasa allá donde va y López Simón, que tuvo en su mano tres puertas grandes en esta misma plaza en una temporada y anda en modo búsqueda. Se buscó Perera también con un primero con la virtud de la prontitud, pasaba de largo en la muleta después, era una belleza de toro, reunido de pitones, tocado arriba, brutal. No tenía demasiado poder ni entrega y de hecho el de Victoriano del Río acabó por rajarse al final del trasteo, pero cierto es que antes por no ocurrir no ocurrió nada. Pasaba la vida, el tiempo. Tristeza de feria. A estas alturas lo más novedoso es que Morante de la Puebla, ausente del serial, se pasó por Madrid y ocupó localidad del Tendido Siete para ver el espectáculo. Comprobación de piso sería a dos semanas de hacer su único paseíllo en el ruedo venteño. Después pasaron cosas y entre ellas que la corrida de Victoriano del Río al filo de la mansedumbre embistió. Como ese cuarto que miraba de reojo a tablas pero entre que lo hacía y no iba a la muleta con denuedo, con entrega y con ritmo. "Cantapájaros"de nombre. Buena evocación a la memoria y a la faena de El Juli en esta misma plaza. Eso lo tuvo siempre. Perera lo aprovechó en el toreo diestro, templado y poderoso en las primeras tandas. No logró la misma sintonía al natural, tampoco era lo mismo el toro y después cayó en efectismo con un colofón a espadas que le permitió pasear el trofeo. Fue toro con clase, cantada desde los albores. Medianías en la labor.

Como a "Cangrejero", que le faltaron fuerzas. O eso nos hizo creer. Pero se las reservó todas para el último tercio. No fue faena larga la que tuvo el toro, pero suficiente para haberle cortado una oreja de esas de 20 y en la mano. De las de made in Madrid. Pero no fue. López Simón nos enseñó el toro. Le vimos humillar y repetir en el engaño, nos lo creímos, le disfrutamos, y de pronto la faena se vulgarizó, enganchones y largo metraje. La vida al revés en el ruedo. Entró la espada, pero no le habían funcionado las cuentas.

Saludó Tito Sandoval en el quinto. Otra vida es posible. Le derribó en la primera vara y le pegó una segunda tremenda. El tercio en esencia. Y la plaza en pie. Fue otra vez más, de corrido, pero no le quitaba la vista de encima. Se presentía un faenón. Empezó de rodillas, un huracán fue el toro. Vibración. La plaza con él. Y con el toro. Pedazo toro. Rápido y en la mano. No hace falta tres faenas. Vale con poco, bueno y de verdad. Tuvimos que esperar una barbaridad a ver la zurda y cuando llegó no quedaba más que las migajas. El tren le había pasado por delante y le había arrollado. Nos pasó de largo a todos. Una pena.

"Beato"nos traía imborrables recuerdos de la mano de Esplá. Sólo que este, el de la edición 2017, manseó con descaro desde el principio y obligó a Roca Rey a hacerle faena en la misma puerta de toriles. Descolgó una barbaridad el de Victoriano del Río, acostándose un poquito y con calidad, transmitía lo que ocurría por allí y en esa mansedumbre creció una faena lista de Roca al calor de toriles. Valentía y honradez. No cabía más. Bueno sí, una estocada de muerte lenta que le permitió pasear el primer trofeo de la tarde. El sexto no le dio opciones y nos aplastó de lleno la decepción que habíamos mascullado toda la tarde. Y otras tantas tardes. ¿Esto es todo? ¿En serio?