Historia

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Gruneisen, el primer corresponsal en el frente

El centro CEU de Estudios Históricos patrocina un documental sobre el periodista.

Una de las secuencias del documental protagonizado, en el centro, por Álvaro de Paz
Una de las secuencias del documental protagonizado, en el centro, por Álvaro de Pazlarazon

El centro CEU de Estudios Históricos patrocina un documental sobre el periodista.

Ni móviles, ni ordenadores, ni conexión a internet. En el siglo XIX para ser corresponsal de guerra se necesitaba algo más que un espíritu aventurero y vocación. Para empezar mucha astucia y buenos contactos. Así lo entendió Charles Lewis Gruneisen, periodista del diario británico «Morning Post», que logró lo que hasta entonces era imposible: conseguir durante la Primera Guerra Carlista –que enfrentó a don Carlos María Isidro contra su sobrina Isabel por la corona española– los favores del líder para «empotrarse» con sus batallones en la expedición real en Rubielos de Mora el 20 de julio de 1837. Llegó con ellos hasta las puertas de Madrid el 12 de septiembre. «Se retrasó su entrada en España porque necesitaba la autorización del Pretendiente y lo primero que hizo fue presentarse ante él y ganarse su confianza», explica el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad San Pablo CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, creador de la idea original de «Gruneisen: el primer corresponsal de guerra», una película documental dirigida por José Semprún y producida por Averal. En la cinta, patrocinada por el instituto CEU de Estudios Históricos y la Fundación Ignacio Larramendi, participan los periodistas Rosa María Calaf, Alfonso Armada, Jesús González Green, Bullón de Mendoza, Vicente Talón, Alberto Vázquez Figueroa, Cristina Barreiro y el historiador hispanobritánico Charles Powell.

A partir de sus artículos y del libro «Sketches of Spain and the Spaniards during the Carlist Civil War», que publica en la última etapa de su vida, se ha armado esta producción. Bullón de Mendoza destaca que, a diferencia de otros periodistas que cubrían las batallas lejos del teatro de operaciones, Gruneisen escribía artículos que destilaban la visión de un periodista qué sí estaba en las líneas de frente y compartía su vida con los soldados.

Crónicas personales

«Aunque enviaba la información por correspondencia, por lo que en esos tiempos se perdía el valor de la inmediatez, sus crónicas eran muy personales. Le interesaba contar los estragos de la guerra y cómo le afectaban al pueblo, las dificultades para realizar su labor y, a pesar de que no ocultaba sus simpatías por Don Carlos intentó ser imparcial», afirma Bullón de Mendoza. La guerra avanzaba y se decantó del lado isabelino, ya que la marcha a Madrid resultó un fracaso. «Una de las últimas conversaciones que Gruneisen mantuvo con un Don Carlos abatido, comentaron, no sin jocosidad que habría que desterrar del diccionario la palabra ‘‘mañana’’ porque sus súbditos siempre dejaban para mañana lo que deberían hacer hoy», comenta Bullón de Mendoza.

Su trabajo no pasó inadvertido para Espartero, que dirigía el ejército llamado también «cristino», por María Cristina de Borbón-Dos-Sicilias, madre de la futura reina Isabel II. Así, cuando abandonó las filas carlistas le hicieron preso, acusado de ser espía. Estuvo a punto de ser fusilado. En 1838 abandonó nuestro país. Al año siguiente, su diario le envió a París. Poco tiempo después se dedicó a una grandes pasiones, ya que fue crítico musical para «The Britannia», entre otras publicaciones.