Editorial Planeta

Los artistas españoles dicen sí a «la rueda»

Aseguran que con las editoriales de la televisiones «conseguimos un retorno por nuestro trabajo más seguro, transparente y justo».

Hace más de dos décadas la SGAE impuso a las televisiones privadas una tarifa anual basada en sus ingresos publicitarios
Hace más de dos décadas la SGAE impuso a las televisiones privadas una tarifa anual basada en sus ingresos publicitarioslarazon

Aseguran que con las editoriales de la televisiones «conseguimos un retorno por nuestro trabajo más seguro, transparente y justo».

A finales de junio se conoció que la Audiencia Nacional investigaba un presunto fraude por los derechos de autor de las canciones que suenan en los programas nocturnos, conocido como «la rueda» de las televisiones. Dieciocho fueron los investigados y tres los imputados, puestos en libertad tras depositar 100.000 euros de fianza: Manuel Carrasco, Fernando Bermúdez y Rafael Tena. Un grupo de músicos españoles levantan ahora la voz, respaldan y tercian en la polémica sobre las acusaciones de presunto fraude que se ciernen sobre «la rueda». Juanra Arnáiz es uno de ellos. El componente del grupo Guaraná no es un recién llegado. Con una reputación musical demostrada y siete discos en el mercado, se lamenta de que «a determinada edad dejas de interesar a las grandes editoriales», como Universal Publishing, Warner Chappell, Sony Publishing y EMI Music Publishing. Una opinión similar comparte Jaume Bou, componente de La Musicalité: «Nosotros ya teníamos un nombre pero nuestro manager nos propuso acercarnos a las televisiones (...) También hemos trabajado con las editoriales multinacionales, pero con las editoriales de las teles consigues un retorno por tu trabajo más seguro, transparente y justo», comenta.

Alquiler del repertorio

«Tiene que saberse que las emisiones musicales en franja de madrugada no sólo es lícito, sino que además ha permitido que cientos de autores como yo hayamos aportado nuestro trabajo y recibido una remuneración», cuenta José Ángel Hevia en lainformacion. Y apostilla para este diario que «afirmo ante cualquiera que jamás se me pidió nada para que mis obras fueran emitidas en la noche. Es más, lejos de aquellas prácticas en las que se secuestraba la obra del autor de por vida en los cajones de una multinacional, a cambio de la incierta publicación de un disco, la editorial de televisión alquila el repertorio por un tiempo que, una vez transcurrido, regresa íntegramente al autor». Ivan Sevillano (Huecco), sostiene que «yo veo una clarísima guerra de intereses», en referencia a la Sociedad General de Autores de España (SGAE) y las editoriales multinacionales. «El negocio de las grandes se está quedando anticuado y llevan años apuntado a ‘‘la rueda’’ y enredando para que la opinión pública crea que se trata de una mafia milimétricamente organizada y, los artistas que aparecen en las madrugadas, unos criminales y delincuentes». Para el artista el problema surge, y aparece como oportunidad para las multinacionales, «cuando cuatro espabilados se aprovechan, abusan y bloquean la entrada a nuevos autores. Si hay una trama detrás de esos casos concretos, corresponde a un juez determinarlo», declara.

La historia se remonta a 20 años atrás, cuando la SGAE impuso a las televisiones privadas una tarifa anual basada en sus ingresos publicitarios –o en la subvención del Estado, en la caso de las públicas–, una cantidad que supone entre el 60 y el 70 por ciento de los ingresos totales de la entidad de gestión. Como consecuencia, las televisiones vieron en la creación de sus propias editoriales una oportunidad para recuperar parte de lo aportado y que, por ejemplo, el año pasado supuso poco más del 20 por ciento.

Pero este movimiento tuvo un efecto colateral, y determinante desde entonces, porque menguaba el poder de las grandes editoriales, que empezaron a experimentar una bajada de sus ingresos por el concepto de música emitida en televisión. Había que repartir entre más y, de forma muy especial, en la franja de madrugada, momento en que las televisiones poseen más libertad para elegir qué contenido programar, ya que la audiencia no es lo suficientemente atractiva para los anunciantes.

Fue en ese momento cuando de forma unánime las televisiones empezaron a programar espacios musicales en las madrugadas con sus propios repertorios, además de con obras que encargaban «ad hoc» a los autores. En total se calcula que dos mil autores españoles han participado en esta modalidad.

Ante esta situación muchos autores se preguntan si las grandes editoriales van a contar con ellos o van a dar una oportunidad a los que lleguen. La respuesta, dicen, es negativa porque una vez que la música española deje de tener presencia en la madrugada «las multinacionales habrán logrado lo que llevan años persiguiendo: que la música se concentre en la franja de ‘‘prime time’’, copada por artistas internacionales. Y, como consecuencia inmediata todo lo aportado por las televisiones a la SGAE irá a las arcas de las multinacionales que explotan esas obras comerciales.