Televisión

Spike Lee vuelve a sus orígenes

Netflix estrena la ficción «She’s Gotta Have It», una serie que es una versión actualizada de su primera película, «Nola Darling», después de tres décadas

DeWanda Wise, en una escena de la serie, en la que interpreta a una aspirante a artista
DeWanda Wise, en una escena de la serie, en la que interpreta a una aspirante a artistalarazon

Netflix estrena la ficción «She’s Gotta Have It», una serie que es una versión actualizada de su primera película, «Nola Darling», después de tres décadas.

A ver quién es el guapo que tira la primera piedra y niega que no vivió un flechazo con Spike Lee desde que estreno «Nora Darling» (1986) y «Haz lo que debas» (1989). Más allá de la frescura de sus propuestas, se proclamó como la voz negra que se necesitaba en una industria audiovisual dominada por los blancos. A fin de cuentas, sabía de lo que hablaba. Posteriormente, su filmografía empezó a decaer porque se reconvirtió: pasó de ser un director a un personaje que se tomaba demasiado en serio a sí mismo; tanto, que resultó ser un cargante y repetitivo en su calidad de mesías de la comunidad afroamericana como a él le gusta decir. Quizá haya repensado su discurso y ha tomado la dirección que parece más adecuada: recordar quién era para volver a ser él mismo. O puede que, con ese olfato que le caracteriza, haya caído en la cuenta que resucitar a esa joven que sabe lo que quiere, aunque no sepa cómo ejecutarlo, en una serie de diez episodios puede ser muy rentable. Salvando las diferencias, ha hecho una jugada parecida a la que, hace unos meses, realizó David Lynch volviendo a «Twin Peaks» 25 después.

Sin tufillo feminista

¿Qué ha ocurrido entre aquella Nola Darling de 1986 y la de 2017? Para empezar, asunto que no es baladí, es que el blanco y negro de la cinta «indie» ha virado en una ficción en color, con una fotografía luminosa. Lee vuelve a su Brooklyn, que no es el de los italoamericanos de «Fiebre del sábado noche» (1977) –aunque algunos elementos de marginación les une–, ni «The Warriors» (1979). En esta serie de lo que se habla es de la voluntad de una mujer negra –contado sin ningún tufillo feminista– para construir su existencia a partir de un doble orgullo: ser independiente desde el punto sentimental y hacer del color de su piel una bandera. En estos ámbitos, Lee es un hacha, tanto en la narración como en su tono: desenfadado, ágil y con ritmo, sin recrearse en tópicos superados por la mayoría. Justo cuando no se pone trascendente es cuanto más trascendencia tiene su mensaje.

La protagonista, Nola, interpretada por DeWanda Wise, es una joven que no quiere dar pena por su condición de aspirante a artista y maestra por subsistencia. Sobre todo, lo que pretende es desdramatizarlo y que no interfiera en su relación a tres bandas que lleva sin complejos. Cada uno le da lo que ella quiere: Jamie (Lyriq Bent), es el prototipo de pareja estable; Greer (Cleo Anthony), un compañero sexual, y Marte (Anthony Ramos), su mejor amigo, que no pide nada no sea que ella no se lo dé. ¿Es una promiscua o una provocación de Lee? Lo cuenta con tanta naturalidad que el espectador minímamente avispado no la juzgará. La serie no va de esto. No caben análisis éticos sobre su supuesta amoralidad. Narra la realidad del personaje, que no pide explicaciones a sus amantes, aunque ellos sí, cuando se enteran que está con otros. Y a la audiencia le quedará el regusto amargo, camuflado bajo la patina de una comedia, de cómo aún las mujeres son vistas por algunos varones cual objeto de consumo. Lee es consciente de eso y lo muestra sin fanfarrias argumentales ni subrayados innecesarios. Eso sí, sobra algo de pedantería por parte del director cuando se autocita en el guión –se nombra la película «Malcom X» (1992)– y lo pone en boca de la protagonista.

Lo mejor que se puede decir de «She’s Gotta Have It» es que el espectador no sentirá un ataque de nostalgia por «Nora Darling», aunque en ocasiones sea repetitiva. ¿Era necesario revisitar el filme? Puede que no, pero una vez hecho tampoco molesta, incluso puede agradar a los que no sabían de la existencia de la cinta. Pero con Lee nunca se sabe. Es de los directores que más divisiones suscita fruto del superego de alguien que está encantado de haberse conocido.