Arabia Saudita

Un ejército árabe contra los radicales

La intervención en Yemen allana el camino a la primera fuerza militar conjunta en la región

Los bombardeos de la coalición árabe, ayer, en la región costera de Adén, en el sur de Yemen
Los bombardeos de la coalición árabe, ayer, en la región costera de Adén, en el sur de Yemenlarazon

Los países árabes se han mostrado más unidos que nunca este fin de semana y trabajan en la formación de una fuerza militar para luchar contra las amenazas comunes a las que se enfrentan, sobre todo los grupos islamistas radicales.

En la cumbre anual de la Liga Árabe que se celebra ayer y hoy en Egipto, los países miembros han mostrado una unión y determinación que hace años no se veía en este foro, marcado por las diferencias y las rivalidades internas. La mayor parte de los países reunidos en el balneario egipcio de Sharm el Sheij han apoyado la intervención militar en Yemen, lanzada el pasado jueves por varios ejércitos árabes liderados por Arabia Saudí. Muchos de los mandatarios consideraron que la operación en contra de los rebeldes hutis en Yemen es justa y necesaria, abriendo así la puerta a más misiones de estas características en Oriente Medio.

Ésta es la primera vez que los países árabes actúan militarmente de forma conjunta sin que exista una fuerte oposición por parte de algunos de ellos, desde la guerra con Israel en 1973. Los países del eje suní –encabezado por Egipto y las monarquías del Golfo Pérsico– han hecho un frente común ante el movimiento chií de los hutis y han ofrecido un respaldo unánime al presidente yemení Abdu Rabu Mansur Hadi. El mandatario abandonó ayer Egipto, a donde había huido tras la sublevación de los hutis (chiíes), hacia Arabia Saudí, después de haberse visto obligado a abandonar Yemen esta semana por el avance de los rebeldes sobre la ciudad sureña de Adén, su último bastión seguro. Después de la huida, Hadi acudió a la cumbre para agradecer el apoyo recibido por los vecinos y aliados, que respondieron a las súplicas del presidente yemení para intervenir contra sus enemigos. Hadi aseguró que la misión en Yemen debe continuar hasta que sean derrotados los hutis, a los cuales calificó de «títeres» de Irán, acusando directamente a este país de estar detrás de los repetidos intentos de derrocar a su Gobierno. El rey Salman de Arabia Saudí, cuya aviación está liderando los bombardeos en Yemen, también aseguró desde Egipto que las acciones continuarán hasta que el Gobierno «legímito» de Hadi sea restablecido.

Todos los países que están participando en la operación se mostraron orgullosos y satisfechos en la cumbre a orillas del Mar Rojo, destacando la voluntad de los líderes árabes de intervenir y, además, hacerlo de forma decidida y rápida ante las que consideran amenazas para su seguridad y estabilidad. Lejos de la política no intervencionista que la Liga Árabe ha tenido en los últimos años, la misión en Yemen es el primer ensayo para la fuerza militar conjunta que varios países desean crear para actuar frente a los nuevos retos regionales, ante todo el auge del Estado Islámico, pero también la creciente influencia de Irán (país chií no árabe) en Oriente Medio.

El presidente egipcio, Abdel Fatah Al Sisi, que ha apadrinado la idea de esta fuerza especial, reiteró ayer una vez más que ésta es necesaria, asegurando que no comprometerá la soberanía de ningún país árabe y que será acorde con las leyes internacionales. Al Sisi ha pedido la creación de esta fuerza conjunta desde que 21 egipcios cristianos fueron asesinados por el Estado Islámico en Libia, el pasado mes de febrero. Egipto respondió bombardeando las bases del grupo radical en el este del país, cerca de su frontera, pero Al Sisi busca desde entonces el respaldo político y el apoyo militar de otros países para intervenir de forma más amplia en la vecina Libia. Algunos países –por ejemplo Catar– se oponen a una acción militar en Libia, mientras que otros no han mostrado un gran entusiasmo en general por la propuesta de Al Sisi, entre ellos, Irak.

A pesar de que no existe unanimidad y de que su puesta en práctica será muy complicada, por no decir utópica, los ministros de Asuntos Exteriores árabes ya dieron el primer paso esta semana, aprobando una resolución en la que piden a la Liga que establezca un marco para la creación de la fuerza que, según filtraciones, estaría compuesta por 40.000 tropas de élite, además de aviones y barcos de guerra. Este ejército panárabe tendría su cuartel general en la capital egipcia o saudí y, según el Ministro de Asuntos Exteriores egipcio llevaría a cabo misiones «rápidas y efectivas». El secretario general de la Liga Árabe, Nabil Al Arabi, aseguró que el acuerdo alcanzado a nivel ministerial representa la voluntad de los países miembros de defenderse.

Los ataques minan a los rebeldes yemenís

El portavoz de la coalición militar árabe que opera en el Yemen, el general saudí Ahmed al Asiri, aseguró ayer que el movimiento chií yemení de los hutis ya no posee prácticamente aviones ni centros de comunicaciones. Los aviones de la coalición encabezada por Arabia Saudí atacaron en esta jornada centros de comando y control donde se reúnen cabecillas hutis y depósitos de armas y munición. Además, decenas de personas murieron o resultaron heridas ayer por una cadena de explosiones múltiples, que se produjeron durante el saqueo de un depósito de armas del Ejército yemení en la ciudad meridional costera de Adén. Ante la creciente ola de bombardeoss, el enviado especial de la ONU para el Yemen, Yamal Benomar, y más de 300 personas, entre funcionarios del organismo internacional, cooperantes, representantes de empresas internacionales y sus familias, abandonaron ayer el país árabe. Al ser preguntado de nuevo sobre la posibilidad de lanzar una campaña militar por tierra, dijo que «cualquier operación aérea, terrestre o marítima debe ser primero evaluada y, de ser requerida, se adoptará en el momento adecuado». Arabia Saudí, al frente de una coalición compuesta, entre otros, por Kuwait, Catar, Emiratos, Egipto y Jordania, lanzó el jueves de madrugada una ofensiva con el objetivo de frenar el avance de las milicias chiíes, que acosaban al presidente yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi.