Vacaciones

Fátima, viaje a la emoción de la fe

Más de ocho millones de visitantes llegarán este año hasta el corazón de Portugal para adentrarse en el Santuario de la Virgen de Fátima. Además de su colosal basílica, en sus alrededores no hay que perderse el castillo de Ourém o el Parque natural das Serras de Aire

Vista lateral de la gran basílica, culminada por una gran corona de bronce
Vista lateral de la gran basílica, culminada por una gran corona de broncelarazon

Más de ocho millones de visitantes llegarán este año hasta el corazón de Portugal para adentrarse en el Santuario de la Virgen de Fátima. Además de su colosal basílica, en sus alrededores no hay que perderse el castillo de Ourém o el Parque natural das Serras de Aire

Este fin de semana, todos los ojos miran a Portugal. Pero lo hacen a un lugar muy concreto del centro del país luso. Imponente y colosal, el Santuario de la Virgen de Fátima es estos días el destino más buscado del mundo, pues mañana se conmemoran los cien años de aquel mágico día en el que los jóvenes pastorcillos Lucía y los hermanos Francisco y Jacinta se toparon con la imagen de la Virgen en la aldea de Cova de Iria. Tan señalada fecha se magnifica con la visita del papa Francisco, quien oficiará las celebraciones oficiales rodeado de más de ocho millones de turistas llegados de todos los puntos de Portugal y del mundo.

Cualquier viajero que se llega a Fátima tiene una tarea obligada: adentrarse en el monumental Santuario de Nuestra Señora de Fátima, centro mariano por excelencia. Actualmente, el santuario cuenta con dos grandes basílicas a la que los peregrinos arriban caminando o de rodillas para cumplir sus promesas. Más allá de las creencias, la visita pone el vello de punta, pues resulta inevitable no conmoverse ante la emoción contenida de tantos fieles y penintentes.

La Capilla de las Apariciones, erigida en el mismo lugar donde se encontraba la encina desde la que los pastores veían a la Virgen, es parada obligada, ya que es ahí donde se encuentra la imagen de la Virgen de Fátima. Sin embargo, resulta inevitable que la vista no se vaya a la grandiosa Basílica de Nuestra Señora del Rosario, de estilo barroco y cuya torre está culminada por una gran corona de bronce de siete toneladas. En ella se encuentran, además, las tumbas de los pastores Jacinta y Francisco. En su fachada destaca la escultura del Inmaculado Corazón de María, colocada dentro de un nicho.

Arte y emoción

La Cruz Alta de Fátima, de casi treinta metros de altura, es la otra gran llamada de atención para nuestros ojos, sin pasar por alto la estatua del Sagrado Corazón de Jesús, en el centro del recinto, hecha en bronce y con una fuente a sus pies. Resulta interesante también contemplar las columnatas que unen la gran Basílica con los edificios adyacentes. Sobre estas 200 columnas el viajero puede descubrir la imagen de varios santos portugueses y 14 altares intercalados. Y tampoco hay que dejar de entrar en la iglesia de la Santísima Trinidad, inaugurada en 2007, situada justo frente de la basílica. Su estilo es mucho más moderno y fue obra del arquitecto Alexandros Tombazis. Si hay posibilidad, merece la pena volver al santuario al caer la noche, cuando se celebra la impresionante procesión de las velas que envuelve todo el recinto en una mágica atmósfera de misticismo imposible de olvidar.

Situado a 120 kilómetros de Lisboa, la visita a Fátima es mucho más que su gran santuario, aunque siempre con un aura religioso y de fervor que marca el sentir de toda esta región. Entre las citas pendientes destaca el pequeño pueblo de Aljustrel, cuna de los tres pequeños pastores. De hecho, la casa de los hermanos Francisco y Jacinta pueden ser visitadas, así como la casa de Lucía, convertida en un museo que retrata el modo de vida del inicio del siglo XX. Desde aquí parte la conocida como vía sacra de Valinhos, el camino que los tres niños recorrían para ver a la Virgen en Cova da Iria. Esta via sacra tiene 14 estaciones en memoria de la Pasión de Jesus y hay también una más que evoca la Resurrección conocida como el Calvario Húngaro o la Capilla de Santo Estêvão.

A poco menos de diez kilómetros, el viaje debe completarse con la visita a Ourém, ya que se trata de una coqueta villa medieval muy bien conservada. En su interior se encarama uno de los castillos más bonitos de Portugal, que data del siglo XV y que corona el municipio. Para verlo es necesario subir por una ladera que atraviesa la parte vieja de Ourém, aunque el ascenso bien merece la pena. Se realizan visitas guiadas (con cita previa) en las que se recorre el casco antiguo del pueblo, el Castillo y también el Pazo de los Condes, la otra gran joya histórica del lugar.

La ruta turística por Fátima y sus alrededores puede finalizar, con gran acierto, en el Parque Natural das Serras de Aire e Candeeiros, un macizo calcáreo que es el paraíso para los amantes de la espeleología, ya que en sus profundidades se pueden descubrir grutas y simas, con formaciones sorprendentes esculpidas por el agua y el tiempo. Más información en la página web oficial www.visitportugal.com/es.