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Hola, mi amor, soy yo tu lobo... ¿Qué es el turismo lobero?

Hola, mi amor, soy yo tu lobo... ¿Qué es el turismo lobero?
Hola, mi amor, soy yo tu lobo... ¿Qué es el turismo lobero?larazon

La primera iniciativa de turismo lobero se desarrolló en el Parque Provincial Algonquin de Canadá en los años 60. En España, las primeras esperas a lobos comenzaron hace unos 20 años.

Despunta el alba en la pista de Linarejos, cerca de Villardeciervos (Zamora), por donde camina un grupo de hombres ligero y silencioso a la caza del lobo..., aunque el acecho será visual, porque sólo vamos armados con prismáticos, trípodes, telescopios terrestres y cámaras fotográficas. Informa Pedro Pablo G. May/Efe.

"Los lobos son difíciles de ver. El mejor momento es el crepúsculo o los instantes previos al amanecer, no porque sean animales de costumbres nocturnas, sino porque aprendieron hace mucho a huir de su principal enemigo, el hombre", apunta contundente Javier Talegón, biólogo pionero en turismo lobero en la Sierra de la Culebra, al noroeste de la península ibérica.

Talegón dirige Llobu, una empresa joven y local dedicada al ecoturismo cuyo plato fuerte es la observación del "canis lupus", una especie que no cuenta tradicionalmente con buena prensa entre el "homo sapiens": sólo la Orquesta Mondragón se atrevió a cantar en su día "Hola, mi amor, soy yo tu lobo", en su peculiar versión de la historia de Caperucita.

Sin embargo, "es un aliado muy poderoso en la conservación del ecosistema", puntualiza, "y de hecho la riqueza faunística de esta zona, donde contamos con ciervos, corzos, jabalíes o garduñas entre otras especies, se debe precisamente a su presencia".

La pista forestal de kilómetro y medio por la que avanzamos corre paralela a un bosquecillo de pinos, y el entorno es pródigo en brezales que "favorecen nuestra actividad al disimularnos con el paisaje, pues los lobos tienen sentidos aguzados y nos detectan de lejos".

Instalados en el puesto de observación, desplegamos nuestro equipo y comenzamos la vigilancia, que debe transcurrir en idéntico silencio y con extremada paciencia, sabiendo que a veces puede ser en vano.

La primera iniciativa registrada de turismo lobero se desarrolló en el Parque Provincial Algonquin de Canadá en los años 60 del siglo XX, y, sólo en el Parque Nacional de Yellowstone de EE.UU., unas 70.000 personas participaron en esta actividad entre 1995 y 2000.

En España, las primeras esperas a lobos comenzaron hace unos 20 años gracias al grupo ecologista Ciconia y hoy se desarrollan en puntos de Burgos, Álava o la propia Zamora, ya que "la Sierra de la Culebra es epicentro del ecoturismo lobero nacional y también europeo; por aquí vienen muchos holandeses, ingleses, franceses...", puntualiza Talegón.

En los últimos años, esta ocupación ha aumentado "mucho", y la tendencia es "creciente", según un estudio elaborado en casas rurales de la comarca en 2012, que demuestra que el 46 % de la ocupación media es atribuible al lobo, con una pernoctación media de 2,18 noches por viaje.

"Esto supone unos 440.000 euros sólo en comer y en dormir, una buena inyección para la economía local, que supera de largo los cerca de 40.000 euros que deja la caza", compara este biólogo.

La edad media del ecoturista en la zona es de 41 años, y un 75 % posee estudios universitarios.

"Se nota mucho, generacionalmente hablando, la influencia del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, que tanto hizo en sus documentales televisivos por el 'hermano lobo', un verdadero pionero de la difusión medioambiental en España"y de cuya muerte acaba de cumplirse 35 años.

Sin embargo, "ahora necesitamos una cantera de naturalistas jóvenes, chavales proactivos que se impliquen", y de ahí la importancia de empresas como Llobu, cuya labor principal consiste, "más que en ver al animal en libertad, en educar a la población".

Y hacerlo además con ética: "Por ejemplo, nunca hay que practicar observaciones de cachorros, pues puedes ahuyentar a todo el grupo hacia zonas de peor calidad o hacerlos vulnerables al delatar su presencia a cazadores", señala Talegón, que pide una mayor regulación legal del turismo lobero.

Porque la cara oscura de la Sierra de la Culebra es su condición de reserva regional de caza: los mismos lobos que se ven retozando al amanecer pueden ser víctimas de las escopetas al caer el sol.

Por ello, los conservacionistas insisten en la necesidad de incluir este animal en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, para que deje de ser especie cinegética, ya que es el único de nuestros grandes carnívoros que no figura en el listado.

Ni siquiera existe un censo global de los ejemplares en España, donde "estamos lejos de las grandes manadas que aún se encuentran en el norte de Europa. Aquí los grupos reproductores cuentan con una media de entre 4 y 7 individuos, según la época del año".

La espera da resultados, y finalmente se observan tres hermosos ejemplares, dos agazapados bajo unos árboles y un tercero cruzando otra pista forestal.

La emoción entre los asistentes cambia el sentido de una frase tradicional: "Que viene el lobo".