La Rioja

Rioja Alavesa, «la Meca» del vino

Los visitantes pueden practicar la vendimia nocturna y descubrir los secretos vitivinícolas, desde la cepa hasta la copa

La vendimia nocturna es una actividad muy enriquecedora
La vendimia nocturna es una actividad muy enriquecedoralarazon

Quien vino a Laguardia y no bebió vino, ¿para qué «coño» vino? me dice un hogareño con acento medieval. El tránsito de tractores es continuo. Los remolques, a rebosar. Es época de vendimia, así que toca afinar el paladar. Enclavada entre la imponente sierra de Cantabria –que abriga las viñas frente a los agresivos vientos y fríos del norte– y las aguas del río Ebro, la comarca de Rioja Alavesa está conformada por 15 municipios de pequeño tamaño. Sus 13.500 hectáreas de viñedos y cerca de 400 bodegas permiten elaborar cada año unos 100 millones de botellas de vino.

Gracias al suelo arcillo-calcáreo –que resulta idóneo para que las cepas absorban la necesaria humedad– y a su particular microclima, estas etiquetas gozan de un gran prestigio internacional. Y es que los caldos con esta denominación de origen son famosos en el mundo entero. Pero no todo es cuestión de doblar el codo y empinar la copa. El vino es como un ser vivo. Nace, madura y puede llegar a oxidarse. Y su andadura, desde el viñedo hasta la bodega, no tiene ningún desperdicio.

Más allá de catar los caldos y experimentar sus sensaciones, descubrir los secretos del vino aviva las emociones. Bodegas como Pagos de Leza ofrecen actividades para conocer en primera persona la recolección de la uva y los primeros pasos de la elaboración.

Luces, cámara y acción. Con los guantes puestos, tijeras en mano y bajo la luz de la luna, el visitante puede realizar la vendimia nocturna. Caminamos entre hileras de cepas, también llamadas renques, con cajas a cuestas para llenarlas de uvas, con las que posteriormente se elabora el Penumbra, una de las «joyas de la casa». El otoño acaba de empezar. Es de noche y la sensación térmica provoca algún escalofrío. No obstante, 15 minutos en cuclillas cortando racimos son suficientes para querer desquitarnos de cuantas prendas llevemos. Somos novatos. Vendimiamos al ritmo de los relojes de arena, pero disfrutamos.

Entre idas y venidas, aprovechamos para hablar con el enólogo. La cultura del vino nos atrapa, por lo que me dispongo a darle un rato la lata. ¿Cuál es el secreto para elaborar un buen caldo? Tener una buena uva, me contesta amablemente. Y me cuenta que los últimos días marcan la calidad. Lo ideal es que sean calurosos por la mañana y fríos por la noche. Las atípicas heladas y granizadas estivales pueden mermar las cosechas. Y el cambio climático ha adelantado las fechas.

Los misterios de la uva

Cada parte del racimo nos indica el estado de madurez. Si cuando se arranca un grano la pulpa tiene mucho color, buena señal. También nos explican que las propiedades del vino tinto, fundamentalmente, se encuentran en la piel de la uva, de donde se sacan el color, el sabor y los taninos. «Cuanto más tostada sea la pepita, más madura estará la uva». Tras llenar las cajas y transportarlas hasta la bodega, comienza el proceso de selección. Algunos racimos ilustran los estragos meteorológicos, por lo que apartamos los «feúchos».

Por un lado están las bodegas y, por el otro, las fábricas de vino. En Pagos de Leza se respira el ambiente familiar. Se trata de una bodega llena de simbolismos. Desde que en 1898 Jerónimo Martínez, popularmente conocido como «El Arriero», inició la comercialización de los vinos elaborados en la cueva de su casa, en Laguardia, hasta la actualidad, en la que Gloria representa la cuarta generación de una familia que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y situarse a la vanguardia. Su historia puede conocerse a través de una visita teatralizada, en la que dos actores la interpretan.

Hasta de uva se puede hacer vino. Si bien el secreto está en la calidad del fruto de la vid, el proceso de elaboración busca sacar el máximo rendimiento. Durante tres semanas La Rioja se llena de vendimiadores, que pueden cobrar cerca de los 2.000 euros por realizar sus labores. El estallido de un artefacto nos avisa de que la recogida ha terminado.

Villa medieval

Podría considerarse la «Meca del vino». Y pasear por sus estrechas calles, un viaje hacia la época medieval. Laguardia se eleva sobre una colina en el centro del valle de Rioja Alavesa. Fundado como fortín defensivo para el reino de Navarra, este coqueto pueblo está rodeado de una muralla de unos dos metros de altura. Nada más atravesarla, nos invade el olor a vino. Dos hombres fornidos pisan uva en la bodega El Fabulista, soterrada a varios metros de profundidad. Uno de ellos, descalzo, al más puro estilo tradicional. Sudan y muestran síntomas de cansancio, aunque un porrón les sirve de avituallamiento. Nos invitan a calzarnos las botas y acompañarlos. ¡Lástima tenerlo que rechazar!

El guía, además de enseñarnos a catar, nos descubre los entresijos de la maceración carbónica. En esta villa medieval, donde es posible tomar un vino por 0,70 euros, está prohibida la circulación para los vehículos, ya que la retahíla de bodegas subterráneas incrementa el riesgo de derrumbe.

Lejos de constituir una bodega, Villa Lucía es un museo temático diseñado para disfrutar, saborear y divulgar la cultura del vino. Además de ofrecer cursos de iniciación a la cata, se brinda una experiencia sensorial 4D. Y nosotros brindamos por ellos, porque en tan sólo unos minutos somos capaces de sumergirnos en el mundo vinícola. Gracias a la «master class» que allí recibimos, aprendo que el mejor vino es el que más te gusta, que el roble americano huele a vainilla y canela, y que el francés, a especias.