César Lumbreras

Winston Rajoy

Rajoy tiene en común con Churchill su afición a los puros. Desconozco si las afinidades del actual inquilino de La Moncloa con el antiguo «premier» británico van más allá y si comparte, por ejemplo, la pasión por la historia. Churchill fue primer ministro de su país en varias ocasiones, pero su época más sonada transcurrió entre 1940 y 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se hizo famosa su célebre frase de «sólo puedo prometer, sangre, sudor y lágrimas». Con este lema, el también pintor, escritor y albañil, llevó a su pueblo a la victoria. El día después de acabar la contienda, Churchill fue aclamado en el Parlamento y también en las calles. Era lógico pensar que iba a ganar las siguientes elecciones. Sin embargo, no habían pasado dos meses de esa fecha y sus compatriotas le volvieron la espalda en las urnas, teniendo que marcharse a la oposición. Cuando Rajoy llegó al poder en España hace tres años y dos meses, no es que pronunciase la frase antes citada, pero la política económica que puso en marcha fue de guerra, basada en la sangre, el sudor y las lágrimas. Desde el Gobierno llevan varios meses insistiendo en que ya ha dado sus resultados, en que estamos mejor que hace un año, y no digamos dos o tres, lo que sería un argumento incontestable para votar a favor de Rajoy y del PP en las próximas elecciones generales. Mirado desde este punto de vista, el actual presidente del Gobierno se tendría que llevar de calle esos comicios. Eso mismo pensaban algunos recién acabada la Segunda Guerra Mundial y, sin embargo, Churchill, el que había pilotado la contienda y triunfado, terminó en la oposición. Ya sé que no es la misma situación, pero...