Historia

Angel del Río

400 años de la beatificación de San Isidro

Los festejos duraron ocho días y tuvo lugar una justa poética dirigida por Lope de Vega

La Plaza Mayor fue el escenario elegido para las mayoría de las celebraciones por la beatificación de San Isidro
La Plaza Mayor fue el escenario elegido para las mayoría de las celebraciones por la beatificación de San Isidrolarazon

Catorce de junio de 1619, el Papa Paulo V, firma el decreto de beatificación de Isidro de Merlo y Quintana, madrileño, de oficio pocero y labrador, que tres años más tarde sería canonizado y se convertiría en el patrón de la Villa de Madrid.

Catorce de junio de 1619, el Papa Paulo V, firma el decreto de beatificación de Isidro de Merlo y Quintana, madrileño, de oficio pocero y labrador, que tres años más tarde sería canonizado y se convertiría en el patrón de la Villa de Madrid. Un año antes, habían concluido las obras de la Plaza Mayor, bajo el auspicio de Felipe III. La inauguración oficial de ésta no se produjo hasta un año después, para hacerla coincidir con los festejos por la beatificación de Isidro. Se quería dar gran solemnidad a esta celebración, para que tuviera el carácter de histórica. Para conmemorar el IV centenario, la Real Congregación de San Isidro de naturales de Madrid, está programando una serie de actos. Ya ha convocado tres concursos: el cartel oficial, el de novela histórica y el de marcha procesional.

El 15 de mayo de 1620 amaneció un día primaveral en Madrid. La Plaza Mayor es el escenario elegido para situar la mayoría de los actos programados en homenaje al madrileño beatificado un año antes. De buena mañana se dan cita en este punto pendones, cruces, cofradías, clerecías, alcaldes, regidores y alguaciles de 47 villas y lugares. La villa tenía una población de 133.000 habitantes.

Más tarde, da comienzo una procesión en la que desfilan 156 estandartes, 68 cruces, 19 danzas, ministriles, trompetas y chirimías. El cuerpo incorrupto de San Isidro es colocado en el arca de plata, fabricada y pagada por el gremio de plateros de Madrid, y que ha costado 40.000 ducados. Asiste la Familia Real, que ha llegado desde el Real Sitio de Aranjuez. No empieza bien la jornada: por culpa de un descuido, el impresionante castillo de fuegos artificiales, montado para esta celebración, se quema antes de tiempo.

Las celebraciones durarán ocho días, y se cierran con una justa poética, con nueve temas que propuso la villa. El secretario de este certamen fue Lope de Vega. Hubo la noche anterior danzas, mascaradas y fuegos artificiales. Un cronista de la época, escribe con detalle todas las pompas del acontecimiento:

«El viernes se descubrieron nueve altares y tres arcos que estaban hechos en las calles que había de andar la procesión, que su camino fue salir de San Andrés por la Puerta de Moros al Humilladero, luego por la plaza de la Zebada, á la calle de Toledo y por ella á la Plaza Mayor, calle Nueva, puerta de Guadalajara, Platería, plaza de San Salvador, y por ella á la del Cordón, y por allí á San Pedro y á San Andrés. Los nueve altares fueron de rico y curioso adorno: el primero lo hizo la religión de San Francisco, junto al Humilladero de la Plazuela de la Zebada; junto a la Concepción Francisca, puso la Villa un arco triunfal; el hospital de la Pasión, el de la Latina, y San Millán, en su sitio, levantaron el segundo altar; el tercero, la Compañía de Jesús en la calle de Toledo; el cuarto, las religiosas Mercedarias; en la misma calle á la salida de ella, Madrid labró otro arco diferente; en la Plaza Mayor, los religiosos Dominicos el quinto altar; el sexto en la puerta de Guadalaxara los de la Santísima Trinidad; en la plaza de San Salvador los Agustinos, el séptimo; en la misma plaza otro arco la Villa; al salir de la plaza hacia la del Cordón, el octavo altar, los Carmelitas, y junto á la Parroquia de San Pedro, el nono, los Mínimos. Estuvo S. M. en San Andrés á la Misa y Sermón; comió y tuvo la siesta, en la casa, donde posaba entonces el Almirante de Castilla, que es de los Condes de la Puebla y de los Benavides cerca de la iglesia. Cuando á la tarde llegó por allí la procesión, baxó S. M. con el Príncipe y los Infantes y acompañaron el santo cuerpo, procediendo los Consejos hasta San Andrés. Las fiestas y regocijos seculares, también alegraron la Corte, con máscaras, fuegos, carros y encamisadas, que duraron ocho días: en la Plaza Mayor se armó un castillo, etc. Por término de estas festividades, abrió el Ayuntamiento público certamen poético ofreciendo hasta nueve premios, que disputaron los más esclarecidos ingenios, llamados á ilustrar la Corte de Felipe IV. Designado para desempeñar la plaza de Secretario en el tribunal que debía adjudicarles el gran Lope de Vega, gloria del nombre madrileño, escribió el Fenix de los ingenios españoles la relación de aquella justa intelectual, que imitada en el siguiente reinado una y otra vez, debía enriquecer el parnaso castellano con muy peregrinas producciones, caracterizando al par la decadencia de las letras españolas».

En el año de la beatificación se produjeron diversos acontecimientos en Madrid: ante la masiva afluencia de gentes llegadas desde otras provincias, el Consejo de Castilla, propone medidas para que aquellos que habían acudido «sin causa justificada», regresen a sus lugares de origen. Mira de Amescua, escribe su auto sacramental El mártir de Madrid. Se celebra la primera corrida de toros en la nueva Plaza Mayor, y el Concejo, con motivo de San Antonio Abad, patrón de los animales, impone medidas restrictivas para el desfile de éstos, y un bando por el que se ordena que la mojiganga del rey de los cochinos no pase por la villa, sino que vaya por fuera de ella hasta el templo de San Antón.