Cultura
La obsesión por el sexo de Marlon Brando: de Marilyn Monroe a Richard Pryor
El actor tenía una verdadera fijación por el sexo, una vía de escape a una infancia marcada por un padre maltratador y una madre alcohólica
Marlon Brando será recordado como uno de los mejores actores de la historia por sus trabajos en “Salvaje”, “El padrino” o “Un tranvía llamado deseo”. Pero también por la larga lista de amantes que tuvo a lo largo de su vida. Inseparable de su amigo, el galán francés Christian Marquand, dedicaban el tiempo libre a para perseguir a mujeres. Y con mucho éxito. Los dos eran muy sexuales y no miraban el género de la persona que tenían a su lado. De hecho, era habitual que compartieran cama con una mujer y luego mantuvieran relaciones sexuales entre ellos. Brando, mujeriego compulsivo, tuvo relaciones con las actrices Marilyn Monroe, Ursula Andress y Rita Moreno, y se acostó con cientos de mujeres, según revela la biografía sobre el actor “The Contender-The Story Of Marlon Brando”.
Brando se adelantó a la moda de la bisexualidad que llegaría a Hollywood años después. Nunca dudó de su sexualidad y no era un homosexual reprimido como algunos decían. De hecho, él siempre hablaba de ser sexualmente “fluido”. El libro de William J. Mann indica que en su época como militar, no tuvo reparos en reconocer que tuvo un encuentro sexual con otro chico y que pudo haber tenido otro con su profesor de teatro. Brando prefería a las mujeres pero también disfrutaba de sus encuentros con hombres. Según Mann, Brando “podía tener muchas inseguridades pero el sexo no era una de ellas”. De hecho, añade que su filosofía era que “el sexo no tiene sexo”. Entre los nombres de los hombres que pasaron por su vida está el actor Richard Pryor (“no me chilles que no te veo”), tal y como confirmaron su viuda Jennifer Lee Pryor, y el productor discográfico Quincy Jones, que aseguraron que la aventura se produjo en la década de 1970.
Esta impulsividad de Brando hizo que tuviera varios momentos autodestructivos que hicieron que desapareciera de la gran pantalla durante años y desperdiciara su capacidad para la interpretación. A pesar de su regreso a los platós con “El padrino” o “Apocalipsis Now” sus últimos años fueron caóticos, protagonizó una serie de películas de serie B, descuidó su salud, en un estado de obesidad preocupante, llegó a enviar a un nativo americano a recoger su Oscar de 1973 por “El padrino”. También es sabido que tuvo 11 hijos pero no se preocupó de ellos, lo que tuvo consecuencias catastróficas. Uno de ellos, Christian, mató a tiros al novio de su hermanastra embarazada Cheyenne, y luego se suicidó.
La relación de Brando con el cine era muy complicada, como lo fue su infancia, y que llegó a provocarle una grave enfermedad mental. Mann argumenta que en realidad despreciaba su profesión y las cintas que protagonizaba y que sólo eran un vehículo para poder seguir colaborando con causas humanitarias, y sobre todo, para poder seguir persiguiendo a las mujeres, algo que llegó a convertirse en una obsesión. Mann comparte la idea de los críticos que defienden que Brando “fue tras las mujeres para compensar lo que mi madre no me dio y para fastidiar a mi padre”, algo que el actor llegaría a reconocer después de años en psicoterapia.
La falta de amor de sus padres alcohólicos y los continuos episodios de maltrato explican por qué solo buscó relaciones sexuales sin amor, dice Mann. También ayuda a explicar, argumenta, cómo Brando podría tener tanta empatía por los desposeídos y comportarse tan cruelmente con las mujeres en su vida. Como revela en el libro, Brando se comportó con las mujeres de forma terrible. Dentro y fuera de los platós. Hace unos años Bernardo Bertolucci admitió que él y Marlon Brando engañaron a la actriz Maria Schneider en una de las secuencias más famosas de “El último tango en París”, una de las películas emblemáticas y polémicas de la década de los 70. El realizador italiano aseguró sin pestañear que la escena de la violación no fue consensuada con la actriz francesa y no tuvo reparos en afirmar que Schneider, que contaba con 19 años, no tenía ni idea de que tanto director como actor habían pensado dar más realismo a la escena utilizando mantequilla como lubricante para sodomizar a la intérprete.
Brando llegó a decir que “la única razón por la que estoy en Hollywood es porque no tengo el valor moral para rechazar el dinero”. Fue el primer actor en ganar más de un millón de dólares y cobró 3,7 millones por una aparición de tres minutos en Superman en 1978.
Nacido en 1924 en Omaha, su padre, también Marlon, era vendedor de pesticidas y su madre Dorothy, una actriz. Heredó sus actitudes bohemias hacia el sexo. Acosado por su padre violento, Brando se convirtió en un adolescente rebelde armado con un cuchillo para pinchar las ruedas de los coches, disparaba a las gente con una pistola de aire comprimido y robaba a los vecinos. A los 15 años, Brando se enfrentó a su padre cuando pegaba a su madre en estado de embriaguez y le amenazó con matarlo si volvía a hacerlo.
Dos años después, su padre lo envió a la Academia Militar Shattuck. En cambio, allí conoció a su profesor de teatro, que descubrió sus aptitudes como actor y se convirtió en su amigo y mentor. Cinco años después, el profesor fue despedido por tener relaciones sexuales con algunos de sus alumnos. Mann especula con que Brando podría haber sido uno de ellos. Después de todo, estaba dispuesto a tener una aventura sexual. A principios de 1943, misteriosamente se peleó con Wagner, por un incidente que Brando nunca desvelaría.
“Bud” se mudó a Nueva York a los 19 años para estudiar arte dramático. Allí fue donde conoció a su primera novia, Celia Webb, una bella joven hispana casada y madre y, según sus amigos, madre sustituta. Ella fue la primera de muchas que tontamente esperaban casarse con él incluso después de que su bebé naciera muerto y ella cayera en una depresión. Brando tenía otros planes. De hecho, compaginaba varias relaciones a la vez y tenía que hacer malabarismos para poder mantenerlas a todas. Pero no fueron solo mujeres. Los “ojos suplicantes de Brando y su voz suave y ligeramente aguda lo convirtieron en una tentadora mezcla de lo masculino y lo femenino”, dice Mann. Para calmar su apetito sexual, Brando se dirigía a la colonia de artistas bohemios de Provincetown, Cape Cod, donde tuvo una aventura con un barman gay. En otra ocasión, Brando trajo a un “vagabundo bastante joven” a la habitación del ático que compartía con su amigo Freddie Fiore para que pudieran “compartirlo”.
El sexo era una vía de escape para Brando, una manera de escapar de la depresión y la soledad. Cuantas más mujeres se acercaban a él, peor las trataba. Aunque no las llegaba a maltratar físicamente, provocaba grandes discusiones con ellas pero siempre regresaba con ojitos de cordero degollado y lograba que lo perdonaran. La mayoría de las mujeres sabían a lo que se exponían. Brando sólo quería sexo, nada más. No podían competir con todas sus amantes, ni querían hacerlo. No era que Brando no pudiera amar, amaba a muchas mujeres pero “simplemente no podía mostrarlo”, afirma la cantante y comediante estadounidense Kaye Ballard, otra de las mujeres de Brando.
Tenía 26 años cuando se convirtió en una estrella del cine con su primera película “Un tranvía llamado deseo” y su éxito entre las mujeres se disparó. “Caminaba por la estación Grand Central y las mujeres abrían sus camisas”, dijo una novia, Ellen Adler. “No estaba preparado para eso”. La fama lo acercó a las grandes divas del momento. Conoció a la voluptuosa actriz portorriqueña Rita Moreno en 1954 mientras rodaban el drama napoleónico “Desiree”. Moreno quedó prendada de él y mantuvieron una relación durante ocho años, que sobrevivió a su compromiso con Josanne Mariani, una bella francesa de 19 años. Mariani le acusó de haberse acostado con Ursula Andress y Christian Marquand y lo dejó. Pero ahí estaba Moreno, que lo acogió con los brazos abiertos. La protagonista de “West Side Story” estaba profundamente enamorada y llegó a intentar quitarse la vida cuando todo acabó.
Sus encuentros con Marilyn
En 1955, Brando comenzó una aventura con Marilyn Monroe, en un corto periodo en el que la “ambición rubia” estuvo sin pareja. Mann la define como “rubia y frágil”, un tipo de mujer que no era el tipo de Brando, aunque el actor afirmó que mantuvieron una relación intermitente durante años, y que ella lo llamó días antes de su muerte. Pero Mann cree que Brando solo vio a Marilyn “una o dos veces”.
Sus tres matrimonios fueron con actrices menores, incluida una que encontró lavando los platos en un hotel polinesio, y fueron de corta duración. Mientras Brando se vestía para su boda con su primera esposa, Anna Kashfi, nacida en Gran Bretaña, su secretaria vio a otra mujer en su cama.
Su voracidad fue a mayores con el paso del tiempo. Al filmar la película de 1962 “Motín a bordo" en Tahití, Brando estuvo con una chica diferente cada día de la semana. También tenía una perversión, destruir los matrimonios de sus amigos y disfrutaba con el desafío de seducir a sus esposas. Una vez llegó a invitar a un amigo a que se uniera a ellos mientras estaban en la cama.
Tres matrimonios fallidos
Brando se sentía solo y envidiaba a los que no lo estaban, pero huía del compromiso. Cuando su tercera esposa, Tarita Teriipaia, trató de decirle que lo amaba, él enojado insistió en que nunca más se lo dijera.
Sólo hubo una mujer que llegó a enamorar a Brando. Jill Banner, una actriz de más de 20 años menor que él. En los años 70 comenzaron una relación pero en esta ocasión era diferente. Banner no corría detrás de él cuando se marchaba, a diferencia de lo que hacían el resto de las mujeres. Ex novia de Clint Eastwood, compartía la aversión a la monogamia de Brando. De hecho, su primer encuentro fue con Brando y su amante.
La última relación significativa de Brando fue con su ama de llaves, María Ruiz, con quien tuvo tres hijos. Cuando trató de alejar a su familia, ella lo demandó por 70 millones de dólares. Mann omite en el libro muchas relaciones sonadas de Brando, como la de novelista británica y hermana de Joan, Jackie Collins, a la que sedujo cuando ella tenía 15 años.
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