Demografía
Los nacimientos bajan al mínimo desde 1941
En el primer semestre de 2019 tan solo nacieron 170.074 niños, un 6,2% menos que en el mismo periodo del año pasado
La natalidad sigue en caída libre en España. En los seis primeros meses del año tan solo nacieron 170.074 niños, un 6,2% menos que en el mismo periodo del 2018. Desde 1941, en plena época de postguerra y cuando comenzaron los registros, no se había observado una cifra tan baja. El número de fallecimientos también ha descendido: murieron 215.475 personas en el primer semestre de 2019, un 5,4% menos. Esto significa que el saldo vegetativo –la diferencia entre los que nacen y mueren– es negativo.
«Los nacimientos caen y con mucha fuerza, haría falta el doble de niños», apunta el sociólogo especializado en demografía Alejandro Macarrón. En 2018, último año del que se tienen datos cerrados, hubo 372.777 nacimientos. El número de hijos por mujer se situó en 1,25 en el cómputo global y enfocado solo a la nacionalidad española, en 1,19. Para asegurar el recambio generacional, sostiene, la tasa debería ser de 2,1. “Esto quiere decir que deberían nacer 300.000 bebés más al año”.
Según Macarrón, para estudiar las causas de la drástica caída que se observa en el último informe del INE, no solo hay que mirar al escenario económico. “Es cierto que aún siguen quedando heridas de la crisis, pero el consumo y el mercado laboral se están reactivando. Por eso, creo que habría que relacionarlo más con una inversión del sistema de valores. Los jóvenes ya no quieren casarse ni formar una familia, tienen otras preferencias”. Una tesis avalada por el último barómetro del Instituto Family Watch. Según este estudio, realizado a partir de 601 entrevistas, la prioridad para la juventud española (menores de 45 años) es prosperar en su vida profesional (así lo afirmó un 87%) por encima de formar una familia, que solo lo es para el 48%. Es más, un 68% antepone el viajar y conocer nuevas culturas.
“Tampoco hemos resuelto bien la incorporación de la mujer al trabajo”, añade el sociólogo y critica que esto no se puede gestionar “ni con medidas anti empresariales, añadiéndoles costes” ni tampoco “ampliando los permisos de paternidad para el tema de la conciliación”. “Se ha visto que no ha dado resultado”. Más allá de que este invierno demográfico pueda poner en peligro nuestro sistema de pensiones o el llamado Estado del Bienestar, Macarrón alude a un problema cada vez más grave en nuestras sociedades: la soledad. Comparado con 1970, el número de personas que viven en soledad en Españase ha multiplicado por seis, y eso dice el experto “no se puede resolver con la inmigración”. “Se puede importar mano de obra, pero no afecto”, advierte.
Aunque en España golpea con más fuerza, la crisis de natalidad es un problema que sufre toda Europa. Según los últimos datos del Eurostat, relativos al 2017, la tasa de fecundidad media es 1,6 en el continente. Aunque países como Francia, Suecia o Irlanda lo superan, ninguno llega a la fecundidad de reemplazo (2,1 hijos por mujer), el mínimo necesario para que una población cerrada (migraciones al margen) se mantenga indefinidamente en el tiempo sin disminuir su volumen. “Ninguna sociedad occidental tiene una fecundidad saludable. Tan solo Israel”, apunta Macarrón. Recuerda que la tasa de fecundidad en los judíos ultraortodoxos es de 6,45; en lo ortodoxos de 4,7; en el resto de judíos de 2,7 y en los laicos de 2,1. “Pero este es un modelo muy difícil de exportar, porque es una sociedad en continua guerra y con un nivel de religiosidad muy alto”. Este sociólogo es consciente de que en el resto de países occidentales la solución al invierno demográfico no es viaable que pase por las familias hipernumerosas, “sino por la ecuación x+1, es decir que cada pareja traiga un hijo más al mundo”.
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