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Apertura del curso académico en la Real de Jurisprudencia y Legislación de España

El acto fue presidido por Manuel Pizarro Moreno, presidente de la Academia, que estuvo acompañado del vicepresidente Rafael Navarro Valls

De izquierda a derecha, Antonio Pau, Luis Martí Mingarro, Manuel Pizarro y Rafael Navarro Valls
De izquierda a derecha, Antonio Pau, Luis Martí Mingarro, Manuel Pizarro y Rafael Navarro VallsArchivoLa Razón

La Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España ha celebrado su apertura de curso académico 2020-2021, en sesión telemática, bajo la presidencia de Manuel Pizarro Moreno, presidente de la Academia, acompañado del vicepresidente Rafael Navarro Valls. Antonio Pau, Académico Secretario General, dio lectura al resumen de las actividades celebradas durante el curso anterior.

Posteriormente, Manuel Pizarro, dio la palabra al académico de número, Luis Martí Mingarro, quien dio lectura al discurso inaugural del curso, que tituló “En el Centenario de Alfonso X, una Reflexión Cultural y Jurídica”.

En el año 2021, comenzó su intervención Martí Mingarro, se va a conmemorar el VIII centenario del nacimiento del Rey Alfonso X, el Sabio y con este motivo, el acto de apertura de curso se dedica a enaltecer el recuerdo del Rey Sabio, un monarca que a pesar de que muchas cosas de su reinado no le salieron bien, ha pasado a la historia como el Rey Sabio, por sus aportaciones al progreso de la ciencia y las humanidades.

La obra esencial del Rey Alfonso se produce en el marco de una significativa conjunción: La lengua castellana ha madurado ya para esas fechas (mediados del siglo XIII) y la tarea de dar forma a la España cristiana en su conjunto va siendo consumada. Con Alfonso X, empieza el ocaso de una Hispania fraccionada por los fueros y va amaneciendo el poder real como cúspide de la organización política en el marco privilegiado de la que ya se ha convertido en una lengua avanzada y compartida.

Alfonso X conduce su reinado hacia la unificación normativa de sus tierras, la concentración en manos del monarca del poder de dictar las leyes y la integración de un marco jurídico renovado y moderno, construido sobre la recepción que está siendo modelada por los arquitectos juristas de París y Bolonia. Entre tantas cosas al Rey se le encomienda la preservación de la integridad del reino.

El Académico subraya en su discurso la huella permanente que deja el reinado de Alfonso X. Aunque las Partidas no son ley aplicable hasta mucho después de su redacción, constituyen una enciclopedia del saber jurídico que ha permanecido y marcado su huella en muchas direcciones. Sirvieron de raíz jurídica vigente en España y en todas las tierras que fueron de la Corona española y ello justifica que como el Sr. Académico subraya, se pueda encontrar y describir su vigencia en espacios tan dispares como los Estados Unidos de América o Argentina, Colombia, Chile y México.

En los tiempos actuales asistimos a un movimiento potenciado por las modernas comunicaciones en el que la cultura y la civilización occidentales parecen “arrepentirse de sí mismas”. Una cosa es resaltar las conductas históricas que no deben repetirse y otra desconocer, a través de la “trituradora de las redes sociales” lo que ha sido el curso de la historia, la cultura y civilización a la que tantos progresos debemos.

Alfonso X, que aspiró a ser proclamado emperador, era ecuménico cuando pocos lo eran. Contribuyó a corregir lo más tenso y frustrante del feudalismo, cuando todavía pocos lo corregían; escribía y hacía escribir en castellano, la lengua del pueblo, cuando todavía los poderosos no la usaban; codificaba el derecho común cuando a pocos se les había ocurrido, pues parecía inalcanzable; y estructuraba el principio monárquico del Estado y las bases de sus políticas comunes cuando todavía pocos lo hacían.

Por eso es digno de recuerdo que en las Leyes de Partidas figure la libertad como proa avanzada del derecho; y aparezca que los jueces no hayan miedo al señor, o sea que tengan independencia. También en las Partidas están las bases esenciales de una abogacía libre e independiente, con exigente vigencia del secreto profesional, con serios castigos para las deslealtades y con la obligación de atender a los que no tengan medios de acudir a la Justicia. En las Partidas aparece una cumplida regulación del arbitraje, también como espacio de libertad para resolver conflictos sin tener que acudir a la justicia del Rey.

El académico recorrió en su exposición una serie de episodios concernientes a la vida y obra de Alfonso el Sabio, recogiendo las opiniones de todo orden vertidas por personalidades de la cultura a lo largo de los tiempos.