Antonio Vega comenzó a ir a El Penta después del éxito de 'La chica de ayer'

Antonio Vega, sus últimas huellas por Malasaña

En este barrio de Madrid pasó mucho tiempo con Nacha Pop

En 1976 abrió un garito que cambiaría la historia de Madrid. El Pentagrama fue el primero del país que supo combinar a la perfección las funciones de bar con discoteca. A él acudieron decenas de artistas, directores, músicos y periodistas que lo convirtieron en uno de los lugares de peregrinación obligada de La Movida. Entre ellos, Los Secretos, Ouka Lele, Pedro Almodóvar, Alaska, Glutamato Ye-Yé, Los Elegantes... y Antonio Vega. Al igual que el resto de componentes de Nacha Pop, se dejaba caer con bastante frecuencia en este moderno pub. De hecho, la banda liderada por él fue la responsable del éxito con el que aún cierran cada día: La chica de ayer. “Luego por la noche a El Penta a escuchar canciones que consiguen que te pueda amar”, cantaba el compositor, que falleció en la Clínica Puerta de Hierro el 12 de mayo de 2009, a los 51 años, víctima de un cáncer de pulmón.

Tras su muerte, el Ayuntamiento de Madrid ordenó que una plaza de Malasaña llevase su nombre. Dos años después, el 23 de marzo de 2011, ésta veía la luz en la confluencia de Corredera Alta de San Pablo, Velarde y Fuencarral. Le debe su nombre a Manuela Malasaña, heroína madrileña de los levantamientos del 2 de mayo de 1808 contra las tropas francesas. Este hecho histórico tiene gran importancia en el barrio, ya que su punto neurálgico, la plaza del Dos de Mayo, se ubica en el emplazamiento del antiguo Parque de Artillería de Monteleón, donde se produjo un foco de alzamiento al mando de Luis Daoíz y Pedro Velarde. A día de hoy, en ella se conserva un arco del antiguo cuartel y el monumento en honor a estos dos capitanes. Pero, sin duda, si por algo se caracteriza este espacio es por el ambiente festivo y distendido que campa por sus calles. Malasaña es una de las zonas preferidas para salir de fiesta. Alberga una gran variedad de locales con todo tipo de música y público.

Rey Lagarto, Vía Láctea y Dry Bar

Los más heavies encontrarán su lugar en el oscuro Rey Lagarto, con minis de calimocho a buen precio; los nostálgicos de los 80 acudirán a la Vía Láctea, donde se acompañarán en la música de Alaska o Mecano; mientras que los más exigentes preferirán tomar cócteles en 1862 Dry Bar. Todos ellos, engalanados por los graffitis que cubren sus paredes. El arte es una constante aquí: se organizan safaris urbanos a cargo de colectivos como Madrid Street Art Project para descubrir todas las obras que lo decoran, como La Fiambrera, Blanca Berlín o Espositivo.

Cerca se encuentra la calle del Pez, que ha cobrado últimamente una vida espectacular. Es una vía de poca anchura que a cada lado ofrece decenas y decenas de bares, todos de mucho éxito. En los últimos años, sus fiestas se han convertido en las más famosas de la capital. Durante las mismas, parte de las calles aledañas se cortan, se instalan mercadillos y se celebran conciertos durante tres días. Aquí hay locales míticos en los que se reúnen varias generaciones, como el Palentino, la tasca en la que se inspiró al director Álex de la Iglesia para su película El bar (2017), y que conserva el mismo aspecto desde hace cuatro décadas. Al menos hasta hace cinco meses, cuando reabrió para la alegría de sus vecinos. Aunque, eso sí, lo ha hecho en una renovada versión.